Capítulo 15

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Una semana después...

MELISSA

Caio consiguió hacerme ver lo que estaba haciendo. Quién diría que la persona por la cual nutrí tanto odio, me ayudaría.

¡Dios y sus propósitos!

Pasé una semana entera evitando a Juca, había retrocedido quinientos pasos. Anaju y Jonas hablaron conmigo, pero yo estaba avergonzada de todo lo que había pasado, especialmente después de nuestra conversación sobre mi pasado.

En ningún momento, él me juzgó ni dijo que ya no me quería, fui yo la que se precipitó. No confié en las promesas de Dios para mi vida y dejé que el miedo me dominara. Sin embargo, estoy decidida a cambiar y para empezar ese cambio, voy a darle una sorpresa a mi chico ungido. Hombres como él son pocos, y tengo que cuidar lo que Dios me dio.

(...)

Llegué a casa llamando a gritos a Ana Julia, no sabía si ella estaba allí. Desde que mi hermana y Jonas se hicieron amigos, empezaron a pasar mucho tiempo juntos.

Por increíble que pareciera, hoy estaba en casa y también estaba radiante, tenía un brillo diferente.

—Necesito tu ayuda —ella gesticulaba con las manos para que continuara—. Quiero darle una sorpresa a Juca, pero no sé qué —me muerdo la mejilla mientras ella esboza una sonrisa sospechosa, esa era la confirmación de que tenía una idea.

—¿Él sabe que cantas? Por favor, no repliques, tienes una hermosa voz —hice una mueca, no le había contado esa parte a él.

—No se lo he dicho aún —empecé a caminar de un lado a otro—. Sólo quería cantar en nuestra boda —Anajú pone los ojos en blanco.

—Mel, estoy segura de que le gustará oírte cantar. En cuanto a la boda, simplemente cantas de nuevo —se encoge de hombros y respira profundo—. Aprovecha y toca el piano —me guiñó un ojo y subió de nuevo las escaleras, dejándome sola con mis pensamientos.

Después de tener todo programado en mi cabeza, era el momento de actuar. Tengo que hablar con mi padre, él sabe dónde puedo tocar el piano y continuar con la cena. Sólo espero que a Juca le guste o me dará mucha vergüenza. Es la primera vez, que voy a cantar para alguien que no sea mi familia y realmente quiero que le guste.

(...)

—Hola papá —abro la puerta de su oficina, y me recibe con una sonrisa deslumbrante. Mi padre es uno de los mejores hombres que conozco y también un romántico incurable, o sea la persona indicada para ayudarme con lo que tengo en mente.

—Princesa, qué agradable sorpresa. ¿No me digas que finalmente has decidido trabajar aquí? —veo esperanza en sus ojos y me limito a negar con la cabeza, haciendo que él soltara un suspiro dramático.

—Vine por otro motivo. Necesito que me ayudes con una sorpresa para Juan Lucas —enarca una ceja y se cruza de brazos, haciéndose el difícil.

— ¿Por qué haría eso? Sería como entregarte en bandeja —¡Celos! Pongo los ojos en blanco, y luego le dedico mi mejor sonrisa.

—Papá, te amo. Eres y serás siempre mi brazo derecho, el abrazo acogedor y protector, pero Juan Lucas me completa —se mueve en su silla, pero me dedica una sonrisa.

—Me gusta ese chico. Seguramente si tuviera un hijo querría que fuera como él. Puedes contar con mi ayuda, hija —le doy mi mejor sonrisa de agradecimiento y  un fuerte abrazo.

—Nunca olvides que Dios es el centro de todo —dijo, y yo asentí con mi cabeza.

Comenzamos a planificar lo que tenía en mente, y Roberto me dio muchos consejos para conseguir un ambiente romántico. Ahora todo lo que necesitaba hacer, era llamarlo.

Un Largo ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora