Capítulo 8

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¡Jonas es un chico divertido! Me reí mucho de sus bromas, mientras caminábamos hacia su oficina descubrí que era un abogado.

No sentí miedo de estar allí con él; al contrario, mi corazón está sereno y siento que muchas cosas van a cambiar, aunque no sé exactamente en qué.

El camino hacia la oficina fue tranquilo.

—Llegamos —dijo Jonas cuando nos detuvimos frente a un pequeño edificio. El lugar estaba bien cuidado y dividido en cinco pisos.

—Estamos creciendo. Espero que te guste trabajar aquí —el chico guiñó un ojo, y me pidió que lo siguiera. Pasamos por una recepción, y la joven exhibió una sonrisa enorme, al ver al chico que iba delante de mí. Sonreí por ello. Jonas solo asintió y lo seguí hasta el ascensor. Parecía un niño que acababa de ganar un caramelo. No tardamos en llegar al piso donde él y su amigo trabajaban.

—¡Carmen mi amor! —él grita, y va directamente a la oficina, haciendo que la mujer corra detrás suyo, pidiéndole que no entre; lo que fue demasiado tarde, ya que él irrumpió en la estancia.

Un grito agudo hizo que todos quedaran en silencio, la secretaria se detuvo dónde estaba y yo me mantuve alerta. Jonas cambió su postura y el ambiente se convirtió en un silencio perturbador.

Antes de cualquier explicación, una chica pasó junto a mí, enojada; sus pasos eran pesados y yo conocía aquella mirada, era rabia, mucha rabia.

Jonas entró y cerró la puerta. La mujer dio un suspiró y se sentó de nuevo en la silla, sólo entonces se percató de mi presencia.

—Oh, perdóneme, querida. Siéntese, no creo que ellos tarden mucho. ¿Quiere algo de beber? —dijo todo sin detenerse.

—No, gracias —ella me miró sonriendo y volvió al trabajo. Empecé a observar el lugar y quedé impresionada. Era sencillo y lindo.

Pasaron unos diez minutos y la puerta se abrió; Jonas nos llamó a Carmen y a mí, así que entramos. El dueño de la oficina estaba de espaldas mirando por la ventana.

—Aquí están ellas, Juca —Jonas habló mientras se tiraba en la silla de su amigo.

—Estamos en un ambiente laboral, Jonas —dijo, y se giró para encarar a su amigo. No tuve ninguna reacción, pero mi corazón parecía querer salir por la boca. Estaba paralizada, pensé que no lo vería más; y ahora, estamos aquí, uno frente al otro.

—¿Melissa? —él estaba tan sorprendido como yo.

Juan Lucas esbozo una sonrisa y miró a su amigo. Jonas levantó la ceja y alternaba su mirada entre los dos buscando respuestas.

—¿Quién lo dirá? —preguntó de buen humor—. Carmen y yo queremos saberlo todo —dijo Jonas aplaudiendo animado, y yo tragué en seco.

Acabo de hacer un amigo y no estoy lista para perderlo; también está Lucas, no quiero que él se meta en problemas por mi culpa.

—Nos conocimos en prisión —dije, e incliné la cabeza avergonzada. Después de lo que pasé con aquellas dos chicas, no me siento preparada para hablar de eso abiertamente y sin temor. La sociedad es demasiado cruel al lanzar juicios.

—¿Es la chica que huyó? —Jonas le preguntó de forma divertida a Lucas, quien puso los ojos en blanco; pero yo vi asomar una sonrisa.

—La misma. Pero fui tras ella y conseguí tener una conversación esclarecedora —dijo guiñando un ojo, y yo me sonrojé al recordar aquello—. Jonas me dijo que vas a trabajar con nosotros —escucho un suspiro de alivio, y enseguida, recuerdo que Carmen seguía allí.

—Menos mal, estaba a punto de reprogramar mi viaje de mudanza —puso la mano en su pecho de una manera dramática.

—Nosotros también te echaremos de menos, Carmen —dijo Jonas de forma irónica, y ella sólo sonrió.

—¿Puedo llevar a la chica a las prácticas? Le enseñaré todo antes de irme —Carmen le pregunta a Juan Lucas.

—Sí, puedes. Bienvenida a J&J Abogados, Melissa —Lucas extendió su mano y yo se la estreché, sintiendo una sensación diferente que me hizo estremecer. Exhibió aquella sonrisa y me soltó la mano.

Me despedí de Jonas, y seguí a Carmen que tenía una gran sonrisa en sus labios.

—Vamos Melissa, tengo mucho que enseñarte —sólo sonreí algo sorprendida por lo atenta que seguía siendo.

Empezó a explicarme cómo funcionaba todo; tuvimos una maravillosa conversación sobre el trabajo y de cómo admiraba a los dos amigos. En esos momentos, yo sólo escuchaba y sonreía, tratando de no dejarme llevar por todo lo que oía de él.

...

La mañana pasó rápidamente, y luego, salí con Carmen a almorzar; ella estaba emocionada por su matrimonio y mudanza, yo sólo la escuchaba sonriendo y asentía con la cabeza.

Me encontraba distraída, y casi me da algo, cuando Jonas me asustó. Puse mi mano en el pecho e intenté controlar mi respiración mientras ellos se reían.

—Eso no fue gracioso —me quejé con una sonrisa contenida.

—Por supuesto que sí. Te estás quejando porque no te viste la cara —el chico se defendió, Juan Lucas rio y yo lo miré fijamente. Estoy atrapada, él me da una hermosa sonrisa haciéndome sonrojar y reí nerviosamente.

—Vete acostumbrando, Mel . Jonas suele hacer eso cuando alguien le cae bien —dijo Lucas mirándome fijamente, y de soslayo veo a Jonas poniendo los ojos en blanco.

—¡Qué calumnia! —exclama haciéndonos reír a todos.

—¡Todos sabemos que es verdad, Jo! —dijo Carmen, y él se pone la mano en el pecho como si se sorprendiera por las palabras de su amiga.

Las bromas siguieron hasta el final del almuerzo, al igual que los intercambios de miradas con Lucas. Conozco todos esos síntomas y tengo miedo de sufrir nuevamente; pero ahora, tengo a Dios y es a Él a quien voy a entregar mi corazón.

¡Ya amo mi trabajo! Esos dos ni siquiera parecen abogados, pero son los mejores en su campo. ¡Quién iba a saber que trabajaría en un bufete de abogados! Pensar en ello me dejaba perpleja.

Carmen me enseñó todo y sólo me acompañará por dos días más. Estaba poniendo unos documentos en el escritorio cuando oí algo que no era de mi incumbencia, pero que me llamó la atención.

—Lorena ya creció, Juca. En un momento u otro, ella iba a venir con esa noticia —dijo Jonas riendo, quejándose poco después por el golpe.

—No me da confianza ese chico. Ella es mi hermana, pero la cuido como a una hija. Sabes que sólo nos tenemos el uno al otro —escuché un largo suspiro de J. Lucas, y me dieron ganas de abrazarlo. Una lágrima solitaria descendió por mi rostro y traté de secarla. Esas palabras de él me llevaron de vuelta a ese fatídico día.

Intenté volver al trabajo y olvidar aquella fase porque una nueva estaba comenzando; y por la manera loca en que mi corazón latía, un nuevo amor también, acompañado de mucha oración.

¡Gracias por seguir la historia!. Me encantaría saber tu opinión y si te ha gustado el capítulo no olvides dar tu voto.

¡Nos estamos leyendo!

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