Capítulo 3

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Hoseok cerró los ojos, la angustia que sentía era visible en su expresión.

—Yo odio los enfrentamientos. No he venido aquí para discutir contigo.

—No, claro que no —Jungkook examinó el líquido dorado de su vaso—. Tú no hablas de los problemas, ¿verdad? Y desde luego nunca estás interesado en solucionar los que había en nuestra relación. Es mucho más fácil marcharse cuando las cosas empiezan a ser incómodas.

—¿Cómo te atreves a decir eso cuando fuiste tú quien...?

—Dilo, Hoseok. Vamos, dime que yo soy el culpable.

—No he venido aquí a hablar de eso. Eres un... —él no parecía saber qué decir.

—Deberías aprender a terminar las frases, agape mou —replicó Jungkook, burlón. No quería ofrecerle simpatía porque en su opinión no merecía ninguna. Le había dado una oportunidad, le había dado algo que no le había dado a ninguna otra persona y él se lo había tirado a la cara—. Soy frío y sin corazón, ¿era eso lo que ibas a decir?

—Ojalá no te hubiera conocido nunca.

—Eso es una tontería.

—Nuestra relación fue un desastre.

—Yo no diría eso —murmuró Jungkook—. Durante un tiempo fuiste una revelación en la cama y a mí me divertía mucho ese talento tuyo para decir justo la frase equivocada.

—Eso se llama decir la verdad —replicó Hoseok—. Y es lo que hace la gente normal, las personas decentes. Dicen lo que hay y así no hay confusiones. En tu mundo, cuando alguien dice: «me alegro de verte» no lo están diciendo de verdad. Te besan aunque te odien.

—Es una forma de cortesía aceptada por todo el mundo.

—Es superficial, todo en tu vida lo es —Hoseok saltó de la cama y se acercó a él, fulminándolo con la mirada—. Y eso incluye nuestra relación.

—No fui yo quien dejó este matrimonio.

—¡Sí lo hiciste! Me culpas a mí por haberme marchado... ¿pero qué querías que hiciera? ¿Qué podía hacer? ¿Creías que diría: no te preocupes, no importa? —estaba tan angustiado que le temblaba la voz—. ¿Creías que iba a mirar para otro lado? A lo mejor eso es lo que hacen las demás personas en tu mundo, pero no era ése el tipo de matrimonio que yo quería. Te acostabas con otra persona... y no era sólo era cualquier persona —siguió Hoseok, respirando con dificultad—. Era mi hermano. ¡Mi propio hermano!

Su ansiedad era tan evidente que Jungkook arrugó el ceño.

—Tienes que calmarte.

—Por favor, no finjas que te importan mis sentimientos porque ya has demostrado que no es así.

Era valiente, pensó Jungkook; una parte de él estaba intrigado por la fuerza que veía en sus ojos. No sabía que Hoseok tuviera esa voluntad de hierro.

Al final de su relación había llegado a la conclusión de que era un peso ligero y que lo único que impedía que saliera volando era el peso de su dinero en el bolso.

Jungkook se llevó el vaso a los labios antes de dejarlo delicadamente sobre una mesa.

—Dadas las circunstancias de tu partida, me sorprende que hayas decidido volver.

Hoseok se dejó caer sobre el borde de la cama y, por su postura, parecía increíblemente cansado.

Cansado, mojado, herido y derrotado.

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