Capítulo 11

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Aunque, por lo que le habían dicho en la clínica, Jin no había pasado mucho tiempo con su hijo.

Los gritos de Jimin aumentaron de volumen y Hoseok se sentó en la mecedora e intentó darle el biberón que habían preparado las niñeras.

—¿Te lo pongo así? Nunca le he dado el biberón a un niño, así que vas a tener que gritar un poco más si no lo hago bien.

Pero Jimin se agarró a la tetina y chupó furiosamente.

Hoseok soltó una carcajada.

—Pobrecito, estabas muerto de hambre. Pues no te pareces a tu madre, Jin no comía nada —mientras el niño tomaba el biberón, él examinó sus facciones con el corazón encogido.

Tenía el pelo y los ojos oscuros, como Jungkook.

—¿Es tu papá? —murmuró—. Y si lo es, ¿qué voy a hacer yo? ¿Debería confiar en él, Jimin, o en mi hermano? ¿Cómo voy a olvidar lo que pasó? ¿Eso es lo que ha querido decir con lo de ser el esposo de un hombre millonario? ¿Qué debo hacer, quedarme en la cocina mientras él lo pasa bien con sus amantes? —el niño seguía tomando el biberón, mirándolo a la cara—. No podemos retomar nuestro matrimonio, aunque yo quisiera. Todo ha cambiado. Me han ocurrido cosas... cosas de las que Jungkook no sabe nada. Él cree que todo sigue igual que antes de marcharme, pero no es verdad.

Hoseok sonrió mientras Jimin seguía comiendo tranquilamente.

—No me estas ayudando mucho, ¿eh? No sé qué hacer. Si antes no era lo bastante atractivo como para retenerlo, ahora será peor. Claro que no pienso dejarte aquí con él, te corrompería en menos de un mes.

Una de las niñeras entró entonces en la habitación.

—¡Lo has convencido para que tomase el biberón! No me lo puedo creer. Estaba agotada cuando llegó la hora de irme —la joven intentó disimular un bostezo—. Incluso desperté a Erica porque ella lleva veinte años haciendo este trabajo y conoce todos los trucos, pero no sirvió de nada. Ese pobre niño está fatal. Seguramente porque sabe que hay un problema con su paternidad. Por lo visto, su madre ha muerto y se supone que Jeon Jungkook es su padre. Un escándalo —sonrió luego, acercándose—. Por supuesto, él no aclara si es hijo suyo o no, pero yo creo que está encariñado con él y eso dice mucho.

—Lo que dice, que Jungkook es una persona responsable —murmuró Hoseok, enfadado—. ¿Se lo estoy dando demasiado rápido?

—No, lo haces muy bien. El niño no llora, así que... pero yo prefiero a los niños un poco mayores porque al menos puedes ponerlos delante del televisor cuando te cansas de aguantarlos —la niñera arrugó el ceño—. Menos mal que a ti se te da bien. Yo esperaba que me despidiesen esta misma mañana.

—¿Despedirte?

—Bueno, Jeon Jungkook no es precisamente alguien que acepte el fracaso. Erica y yo pensábamos que si no habíamos conseguido darle el biberón esta noche, nos despediría a las dos. Y sería una pena porque el sueldo es estupendo y el jefe guapísimo. Siempre estamos intentando encontrar excusas para bajar al segundo piso por si algún día lo pillamos desnudo... —la joven miró a Hoseok entonces con cara de sorpresa—. ¿Quién eres tú, por cierto? No sabía que hubiera contratado a nadie más.

—Soy su esposo.

La niñera tragó saliva, avergonzada. Y después, seguramente temiendo la reprimenda, se aclaró la garganta antes de decir:

—No tenía ni idea... lo siento mucho, de verdad. No sabíamos que el señor Jeon siguiera casado.

—Hemos estado separados durante un tiempo.

—Ya veo —la expresión de la chica decía «es lógico» y Hoseok deseó que no le importase tanto. Él sabía que no era lo que los demás esperaban. ¿Por qué seguía doliéndole tanto ver un gesto de sorpresa en la cara de la gente? ¿Por qué tenía que ser tan sensible?

Ojalá fuese como Jungkook, siempre tan indiferente a las opiniones de los demás. O como Jin, que había nacido creyendo que el mundo entero lo adoraba.

¿Habría sido más seguro de no haber tenido un hermano como Jin? ¿O si hubiera sido tan guapa como él? Jin había aparecido en las portadas de muchas revistas, sus famosos ojos azules y su expresión pícara garantizando que se vendieran a miles.

—Entonces, ¿el señor Jeon y usted están juntos otra vez?

¿Lo estaban?

Hoseok llevaba horas haciéndose esa misma pregunta. En lugar de dormir se había encerrado en una habitación, preguntándose una y otra vez si tendría valor para enfrentarse a lo que pudiera esperarlo.

Pero Jungkook lo rechazaría de nuevo. Una vez que supiera...

Si antes lo había decepcionado, ahora lo estaría mucho más.

Pero si se negaba, no podría ver al hijo de su hermano. Su sobrino.

Más desconcertado que nunca, Hoseok apartó la tetina de la boca de Jimin.

Con el estómago lleno, el niño concentró en él su mirada... y sonrió. Una sonrisa torcida y no muy confiada, pero una sonrisa en cualquier caso. Y la niñera soltó una carcajada.

—Nunca lo había hecho. Jamás había sonreído antes. ¿Puedo tomarlo en brazos? —la joven intentó hacerlo pero al ver que Jimin arrugaba la cara desistió—. No, no, mejor dejarlo. Pero no va a poder moverse en toda la noche.

—No tengo que moverme, me gusta estar aquí.

—¿Va a tenerlo en brazos todo el tiempo? Es una mala costumbre.

—¿Desde cuándo abrazar a un niño es una mala costumbre?

—Debería meterlo en la cuna y dejar que llore —dijo la niñera—. Un niño tiene que saber quién es el jefe y son las cinco de la madrugada. ¿Es que no quiere irse a la cama?

¿Para qué? ¿Para estar despierto hasta el amanecer dándole vueltas a la cabeza? Podía hacer eso mismo abrazando la causa de su dilema.

—No, estoy bien aquí. 

....

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