Capítulo 26

2.4K 316 41
                                    



Veinticuatro horas después, Hoseok estaba de vuelta en Seúl, pensando en cuánto había cambiado su vida en unas semanas.

Y cuando se miró al espejo, por primera vez no deseó que se apagaran las luces. Era imposible no sentirse guapo cuando veía el brillo de admiración en los ojos de Jungkook. Afortunadamente, porque esa noche tendría que recorrer la alfombra roja otra vez. Y habría cámaras.

Para poner a prueba esa seguridad, eligió un traje que ya se había puesto en una ocasión, unos zapatos que lo hacían sentirse cómodo y se dejó un poco revuelto.

En el cuello, un diamante en forma de corazón que Jungkook le había regalado el día de su boda.

Cuando estaba poniéndose los zapatos, él entró en la habitación.

Estaba espectacular con un esmoquin y se le encogió el corazón al pensar que todos lo mirarían. No había ningún otro hombre como él.

—¿Qué estás pensando?

—Estaba deseando que no fueras tan increíblemente guapo —suspiró Hoseok—. Así no te mirarían tanto y yo no me sentiría tan inseguro.

—Después de los últimos días no me queda energía para nada —le aseguró él—, así que no debes preocuparte. Estás precioso, Seokie. Más que eso.

—Me gusta que lo digas —intentó sonreír.

—Entonces lo diré otra vez —sonrió Jungkook, tomando su mano—. Estás precioso.

Y Hoseok no discutió porque lo veía en sus ojos.

-—No me he alisado el pelo.

—Mejor. Me gustan tus rizos.

—Y este traje me lo he puesto antes.

—Lo sé. Me acuerdo.

—¿No crees que me hace el trasero un poco grande?

Jungkook levantó los ojos al cielo.

—Nunca le hagas esa pregunta a un hombre. Además, hace que tu trasero sea la

fantasía de cualquiera y ahora me dan ganas...

—¡No te atrevas a arrugarme el traje! —rió Hoseok.

—Desgraciadamente para mí, soy el invitado de honor en la cena. De no ser así, me pasaría el resto de la noche examinado ese trasero tuyo. Pero venga, el chófer está esperando abajo.

—Muy bien. Ya estoy listo.

—No, espera, tengo algo para ti —Jungkook se acercó a la cómoda y sacó una cajita de terciopelo negro. Dentro había una pulsera de diamantes y Hoseok se tapó la boca con una mano.

—No puedes...

—Claro que puedo —dijo él, tomando su brazo para ponérselo—. Te queda muy bien.

—Hace juego con el collar. Pero podrían robarmela.

—No, eso nunca volverá a pasar. Ahora estás conmigo y conmigo te vas a quedar. Yo te protegeré. Una vez en el coche, Jungkook se volvió hacia él.

—Habrá cámaras de televisión —le advirtió—. Pero lo único que tienes que hacer es sonreír.

Y Hoseok lo hizo.

Sonrió mientras atravesaban la alfombra roja, sonrió a las cámaras, sonrió a los invitados y sonrió a Jungkook, que estaba más sexy que nunca en su papel de magnate. -—Lo estoy pasando bien.

PODEROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora