Con el ceño arrugado, sacó el móvil del bolsillo. Hablaría con Hoseok para decirle que llegaría a casa en unas horas.
Suspirando, esperó que respondiera.
Y fue una larga espera.
Cuando por fin el ama de llaves contestó al teléfono y le dijo que tanto su esposo como el niño habían salido, la tensión se incrementó hasta límites imposibles. Cuando le dijo que se había ido sin el chófer y sin ningún miembro del equipo de seguridad, Jungkook pidió su coche de inmediato.
Se había ido.
Había vuelto a marcharse.
¿Qué había esperado?
«Una increíble habilidad para predecir y entender el comportamiento humano», había dicho el abogado. Era de risa. ¿Dónde estaba esa habilidad cuando se trataba de su propio esposo? Si lo hubiese estudiado con tanta atención como estudiaba los mercados, no se habría ido.
Hoseok lo sorprendía continuamente. No había esperado que apareciese en su casa y, desde luego, no había esperado que quisiera cuidar del hijo de su hermano. En cuanto a su relación, la humilde confesión de que se sentía «vulgar» había revelado una profunda inseguridad que él desconocía. Y el hecho de desconocerlo hacía que se diera cuenta de lo poco que sabía de él.
Pero pensaba rectificar.
Si no era demasiado tarde.
***
—¿Te gusta éste? Si lo sacudes se oye una canción y es muy suave, ¿ves? Pero este otro es más duro —sonrió Hoseok—. Y lo puedes morder. El libro dice que pronto empezarás a morderlo todo.
Mientras el niño balbuceaba, hoseok se inclinó un poco sobre el cochecito.
—Será mejor que volvamos a casa, tengo que descansar un rato. Te aseguro que tardó mucho tiempo en estar presentable y ni siquiera entonces estoy a la altura de Jungkook. Pero si voy a decirle que me quedo debo hacer el papel... y no me pongas esa cara. Intenta estar casado con alguien como él. No es fácil, Jimin, de verdad.
Después de guardar los juguetes en la cesta tomó un trajecito de bebé que había llamado su atención y se dirigió a la caja.
—¡Mira qué hombre tan guapo! —exclamó una chica que estaba delante de él—. ¿Tú crees que podría perder cinco kilos en los próximos diez segundos?
—Olvídalo y espera que le gusten las mujeres con curvas —replicó su amiga, riendo.
A esos hombres siempre les gustan las delgadas. —Y de pelo rubio.
—Pelo rubio y liso.
Es espectacular. Si lo tuviera en mi cama seguro que el sexo me parecería más interesante que dormir.
—Viene hacia aquí.
—Daría un millón de dolares por un beso suyo.
Interesado por saber quién era el hombre del que las chicas estaban hablando, Hoseok levantó la mirada... y se encontró con Jungkook abriéndose paso como un león entre un grupo de gacelas que lo miraban, transfiguradas.
¿Qué hacía allí? ¿No debía estar en Busan?
No había esperado que volviese a casa hasta la noche, como era su costumbre. ¿Y cómo había sabido dónde encontrarlo?
Nervioso, empujó el cochecito hacia la puerta. ¿Cómo iba a enfrentarse con él sin estar preparado? Incluso tardaba horas en conseguir el look «natural».
Furtivamente, miró por encima de su hombro. Había planeado pasar el resto de la tarde arreglándose. Desde luego, su apariencia no cambiaría nada, pero se sentiría más seguro si al menos tenía buen aspecto.
Jungkook estaba mirando alrededor y Hoseok salió por la puerta, a toda prisa, pensando que ser tan corriente y tan poco llamativo podría ser una bendición en según qué circunstancias. En aquella ocasión le había beneficiado, pero tampoco estaría mal ser tan guapo que todos los hombres se volvieran para mirarlo.
Pero él no quería que todos los hombres lo mirasen, ¿no?
Sólo Jungkook.
Entonces sintió que una mano se posaba sobre su hombro.
—Perdone, señor. No puede salir de la tienda sin pagar sus compras.
Hoseok se quedó helado. La gente que pasaba por la calle se volvió para mirar y sintió que le ardía la cara de vergüenza al recordar que no había pagado.
—Lo siento mucho... se me había olvidado por completo.
—No pierda el tiempo inventando excusas —dijo el guardia de seguridad—. Lo he visto intentando esconderse y salir de la tienda sin ser vista...
—Estaba intentando que no me vieran, pero no ustedes... —al darse cuenta de que no iba a entenderlo dejo la explicación a medias—. No quería robar nada, ha sido un malentendido.
—Venga conmigo, por favor. Puede explicármelo en la oficina. ¿O prefiere que llame a la policía?
—¡No!—al ver que un grupo de gente se había reunido a la entrada de la tienda, solo quería que se lo tragara la tierra—. Usted no me entiende. Es que he visto a una persona...
—Me ha visto a mí —oyeron entonces una voz masculina.
Genial, ahora la humillación era completa. No sólo estaba hecho un asco sino que se había comportado como un delincuente delante de Jeon.
—¿Conoce a este señor?—le preguntó el guardia de seguridad—. Pues pretendía marcharse sin pagar.
—Y me temo que la culpa es mía —dijo Jeon—. Ha estado despierto hasta las tantas con el niño... ¿tiene usted hijos?
—Dos chicos, sí.
Jungkook sonrió, con esa sonrisa tan carismática.
—Y seguro que le han dejado sin dormir más de una vez.
—Desde luego que sí —contestó el hombre, más relajado—. Pero sobre todo a mi esposo. Una vez estaba tan cansada que se dejó abierto el grifo de la bañera y casi se nos inundó la casa.
—Es increíble que algo tan pequeño e inocente como un niño pueda provocar tal caos. Es increíble lo que puede provocar la falta de sueño —sonrió Jungkook, inclinando la cabeza para besar a Hoseok en los labios—. Es culpa mía, agape mou. Esta noche yo me quedaré con el niño para que tú puedas dormir un poco. Y disculpe el despiste de las compras —añadió, dirigiéndose al guardia de seguridad—. Si me dice dónde podemos pagar lo que ha comprado mi esposo...
El hombre los acompañó a la caja y Hoseok intentó disimular lo mal que lo estaba pasando.
—No te preocupes —le dijo una mujer—. A mí me pasó lo mismo cuando nació mi primer hijo. No pude dormir en dos años. Estaba tan cansada que una vez encontré las llaves del coche en la lavadora. Pero por lo menos tú tienes un hombre guapísimo a tu lado. El mío no levantó un dedo durante los primeros siete años y ahora, si tengo un poco de suerte, se lo lleva a jugar al fútbol.
.........
¿Creen que JK esta mintiendo?
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PODEROSO
FanfictionLas vestimentas de diseño nunca habían podido esconder lo poco elegante y cosmopolita que Hoseok era. Ahora, sin embargo, el imponente Jeon Jungkook exige a su esposo que vuelva a casa... y aunque le avergüence reconocerlo, él está deseando hacerlo...