Capítulo 6

2.7K 400 7
                                    




Se miró al espejo y decidió que la luz había sido diseñada para destacar sus imperfecciones. Desde luego, no parecía el esposo de un multimillonario.

Cuando salió del baño sus ojos se encontraron con los de Jungkook.

—¿Ahora puedo ver al niño? Sólo quiero verlo, nada más.

Para saltar ese primer obstáculo porque una parte de él temía no poder hacerlo.

Era una prueba y no sabía si la iba a pasar o iba a fracasar estrepitosamente.

Jungkook tomó una toalla y empezó a secarle el pelo.

—Sigues teniendo el pelo mojado.

—Deberías invertir en un aparato que seque el pelo en cuanto entras en el baño.

Algo brillo en sus ojos y Hoseok supo que estaba recordando el día que lo llevó a su casa y se puso a jugar con todo como si fuera un niño.

—¿Qué has estado haciendo hasta ahora?

Pensando en él. En su vida.

Intentando encontrar fuerzas para hacer aquello.

—Estaba jugando al escondite con las luces. Son un poquito fuertes para mí —Hoseok hizo una mueca, intentando no pensar que Jungkook estaba enredando aún más su pelo.

¿Que más daba? Habían pasado del punto en el que las apariencias tenían importancia alguna.

—Bueno, ya está.

—Sí, no tiene sentido esforzarse por algo que nunca será perfecto —murmuró él.

—¿Qué quieres decir?

—Nada —Hoseok irguió los hombros—. Quiero ver al niño.

Al menos a él le daría igual que su pelo estuviera bien peinado o no.

Se sentía inadecuado y fuera de lugar en la vida de aquel hombre, pero estaba allí porque el niño lo necesitaba. Había sido abandonado, no lo querían. Como a él.

Durante un año se había escondido para protegerse del mundo exterior. Y de no haber sido por el niño no habría vuelto a ver a Jungkook porque él no había ido a buscarlo. Se había marchado, pero Jungkook no había ido tras él.

Jeon lo miró entonces, como si estuviera haciéndose una pregunta.

Y, sabiendo con absoluta certeza cuál era esa pregunta, Hoseok se dirigió hacia la puerta.

—Puedes ver al niño, pero no lo despiertes.

Ese comentario lo sorprendió. ¿Qué más le daba que lo despertase? él pensaba que estaría deseando librarse del niño para seguir adelante con su vida.

Hoseok miró los cuadros en las paredes, unos cuadros que la mayoría de la gente sólo podía admirar en galerías de arte y en los museos. Jungkook, sin embargo, podía admirarlos en su propia casa.

—Lo has puesto tan lejos de ti cómo era posible —le dijo cuando le indicó que subiera por la escalera.

—¿Crees que debería dormir en mi habitación?

—No, en absoluto. No se me ocurre peor sitio para un niño que tu dormitorio.

Hoseok tuvo que apoyarse en la pared, incapaz de olvidar el cuerpo de Jungkook enredado con el de la bella y delgada actriz.

Por supuesto que había tenido relaciones desde que rompieron. ¿Qué había esperado? Jungkook era un hombre muy viril, con un oscuro atractivo que todos encontraban irresistible.

Como le había pasado a él. Y a su hermano.

Hoseok dejó escapar un suspiro, preguntándose cómo había encontrado la arrogancia suficiente para pensar que su matrimonio con él podría durar. Qué ingenuo había sido al pensar que compartían algo especial. Cuando se conocieron él lo hacía sentir precioso... y durante un tiempo lo había creído de verdad.

Jungkook abrió una puerta y una niñera de uniforme se levantó enseguida.

—Ha estado muy inquieto, señor Jeon —le dijo en voz baja—. Ha llorado porque no quería tomar el biberón. Ahora está dormido, pero no sé cuánto va a durar.

Él le hizo un gesto con la mano y la chica salió prácticamente corriendo de la habitación. 

¿Siempre había sido tan aterrador?, se preguntó Hoseok. ¿Era tan frío e imponente cuando lo conoció? Seguramente sí, pero nunca con él. Con él siempre había sido amable y simpático. Ésa era una de las razones por las que se había sentido tan especial. El poder y la influencia de un hombre como Jungkook hacía que otros se echasen a temblar, pero cuando se conocieron él no sabía quién era. Y eso le había parecido muy divertido. 

Y había seguido divirtiéndolo durante un tiempo. Con él, el tigre guardaba las garras y jugaba tiernamente, pero nunca se había hecho ninguna ilusión. No había domesticado al tigre y dudaba que alguien pudiera hacerlo.

Cuando la puerta se cerró tras la niñera, se preguntó de dónde había sacado valor para hablar con aquel hombre.

—Tu sobrino —dijo señalando la cuna.

Y Hoseok se acercó, nervioso, porque había imaginado aquella escena muchas veces, pero ahora era una triste y retorcida parodia de sus sueños.

Sí, Jungkook y él estaban inclinados sobre una cuna, pero su sueño no incluía un niño que no fuera su hijo ni que Jungkook lo hubiera tenido con su hermano.

Hoseok tuvo que contener un gemido de agonía, pero afortunadamente el niño no despertó.

Estaba tan inmóvil que sintió una oleada de pánico e instintivamente intentó tocarlo...

Pero Jungkook sujetó su mano.

—Está bien —le dijo—. Siempre duerme así. Cuando duerme, que no es a menudo.

—Parece...

—Sí, parece que no respira, ya lo sé. Yo he cometido el mismo error muchas veces. Una vez lo desperté para comprobar si estaba vivo y créeme, no es aconsejable. Está perfectamente y si le tocas la mejilla él mismo te lo confirmará de la manera más ruidosa posible. Tiene unos pulmones que envidiaría cualquier tenor y cuando despierta es casi imposible que vuelva a dormirse. Una vez tuve qué pasear con él en brazos durante tres horas.

¿Jungkook se había preocupado personalmente por el niño?, se preguntó Hoseok. ¿Y lo había llevado en brazos durante tres horas? Eso no cuadraba con la imagen que tenía de él.

—¿Y qué hiciste con tu teléfono durante ese tiempo?

—¿Crees que sujetaba al niño mientras comprobaba los últimos informes económicos?

—No lo sé. Pensé que no querías saber nada de él.— En cierto modo, esa afirmación era un reto. ¿Le importaría un niño que no era hijo suyo?  


..................

PODEROSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora