Capítulo 10

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Hoseok se pasó las manos por los vaqueros, mirando unas uñas que se había mordido durante el último año.

—Yo no era capaz de hacer el papel. No sé por qué te casaste conmigo, pero cometiste un error.

—Sí, tienes razón, tal vez cometí un error. Pero vamos a solucionarlo de una vez por todas.

Sus palabras fueron como un golpe. Y, sin embargo, el deseo de llorar cesó de repente.

—Quieres el divorcio.—le dijo, sin mirarlo. Cualquier cosa antes que dejar que viese la verdad en sus ojos: que prefería seguir casado con él aunque no estuvieran juntos antes que cortar los lazos para siempre.—Claro, es lógico. Deja que me lleve al niño y te daré el divorcio sin problemas.

—Por dios! ¿Es que no me has oído?.—replicó Jungkook, enfadado .— Yo no quiero el divorcio.

—Pero has dicho que cometiste un error.

—Parece que cada vez que uno de los dice algo, el otro lo interpreta mal.—suspiró él.— El error que cometí fue dejarte ir, Hoseok. Debería haber ido a buscarte para explicar lo que pasó, pero estaba furioso porque habías dudado de mí, furioso porque no habías luchado por nuestro matrimonio.

—Si algo no va bien, a veces lo mejor es cortar por lo sano. 

Jungkook lo fulminó con la mirada antes de alejarse hacia el otro lado de la cocina, sus hombros en tensión.

Y Hoseok miró a aquel hombre del que estaba enamorado, preguntándose qué estaría pensando. Como si lo hubiera intuido, él se volvió. La eterna química que había entre ellos resucitando una conexión que nunca había muerto.

—Cuando he dicho que voy a solucionarlo de una vez por todas quería decir que vamos a terminar con esta ridícula separación. Quiero que vuelvas a casa, a tu sitio. Y si tenemos algún problema, quiero que luches en lugar de salir corriendo. Esas son las cualidades que espero de la persona que he elegido como esposo y madre de mis hijos.

Hoseok se llevó una mano al corazón.

—¿Estás diciendo que yo no sería bueno para ser madre?

—Digamos que, por el momento, no estoy convencido del todo.

Atónito de que pudiera pensar eso, Hoseok tuvo que disimular su desazón.

—No me conoces en absoluto.

—No—. asintió él.— No te conozco, pero pienso rectificar esa situación también. Veamos lo poderoso que es este compromiso nuestro. Si quieres ser la madre de ese niño, lo harás a mi lado, como mi esposo. Es un sí o un no, Seok.

Él se levantó, tan agitado que no podía seguir en la silla. Que quisiera quedarse con el niño dejaba bien claro que Jeon era el padre. ¿Esperaba que se olvidara de ese detalle?

¿Por qué quería seguir con él? ¿Era una cuestión de orgullo?

—¿Por qué quieres que sigamos juntos, Jungkook? No te entiendo.

—Lo sé, pero tendrás toda la vida para entenderme y yo para entenderte a ti—.cuando se acercó Hoseok dio un paso atrás, pero Jungkook lo acorraló contra la pared.—Tú y yo, Hoseok—.su voz era peligrosamente ronca y tuvo que contener el aliento porque estaba hechizándolo como lo había hecho la primera vez.

—Jungkook, no...

Él tomó su cara entre las manos.

—Quiero que cumplas las promesas que me hiciste ese día, en la iglesia sus ojos se habían oscurecido tanto que parecían negros.

Hoseok cerró los ojos. Le gustaría preguntar por qué estaba tan decidido a quedarse con el niño. ¿No se daba cuenta de que eso lo hacía parecer culpable?

Pero sus pensamientos estaban en desorden y no podía llegar a ninguna conclusión.

—No puedes resucitar nuestro matrimonio. Era un desastre.

—Nuestra comunicación era un desastre, estoy de acuerdo —dijo él—. Pero rara vez cometo un error más de una vez, así que puedes relajarte.

Hoseok no se había sentido menos relajado en toda su vida.

—Yo no puedo ser lo que tú quieres que sea.

—Nuestra comunicación ha sido tan mala hasta este momento, agape mou, que dudo mucho que sepas lo que espero de ti. Pero esta vez no me darás la espalda. Y no te marcharás en cuanto nos encontremos con un problema.

Hoseok se preguntó qué tendría que ofrecerle. Incluso menos que la última vez.

—Quieres que vuelva a ser tu esposo como si no hubiera pasado nada, pero tú no sabes... han ocurrido cosas durante este año.

—No quiero saberlo.

—Pero hay cosas que debo contarte.

—No me las cuentes ahora.—sonrió Jungkook—. Estoy intentando ser un hombre moderno, pero aún me queda mucho para serlo —añadió, inclinando un poco la cabeza.

Por un momento pareció que iba a besarlo, pero después se apartó, como si se lo hubiera pensado mejor.

—No, esta vez no vamos a dejar que el sexo hable por nosotros. Pareces agotado y lo mejor será que te vayas a la cama. Esta noche puedes dormir en la habitación de invitados, pero a partir de mañana dormirás donde debe dormir mi esposo: a mi lado. 

—No llores, no llores —llorando él mismo, Hoseok apretaba al niño contra su corazón, meciéndolo suavemente entre sus brazos.

Estaba despierto y vestido encima de la cama cuando oyó al niño llorar y de inmediato se levantó, empujado por un profundo instinto que no había sentido nunca.

Para empezar se quedó discretamente atrás, dejando que las niñeras se encargaran de Jimin, pero unos minutos después se dio cuenta de que no estaban consiguiendo nada y decidió pedirles que lo dejaran a solas con él.

—¿Tienes hambre? ¿Eso es lo qué te pasa? —Hoseok sacó al niño de la cuna intentando sujetar su cabecita—. Nunca he hecho esto antes, así que vas a tener que decirme si lo hago bien. ¿Echas de menos a tu mamá?


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