Capítulo 15

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 «Nada ha cambiado», pensaba Hoseok. Jeon aún podía hacer que se le doblasen las rodillas con un simple beso. Pero esta vez era aún peor y sus inseguridades aún más profundas.

Después de pagar, Jeon la tomó del brazo y juntos salieron de la tienda. Desesperado por escapar de tantos pares de ojos curiosos,Hoseok miraba hacia delante.

—¿Quiere que guarde el cochecito en el capó, señor Jeon? —preguntó un hombre alto que esperaba frente a un Mercedes negro.

—Sí, gracias. Sube al coche, Hoseok.

—¿Tienes que darle órdenes a todo el mundo? —murmuró, soltando su brazo antes de dejarse caer sobre el mullido asiento de cuero. Un segundo después, Jungkook colocaba al niño en la sillita de seguridad—. No esperaba que volvieras tan pronto.

—¿Es una queja?

—No, una observación. ¿Desde cuándo trabajas sólo la mitad del día?

Jeon levantó una ceja.

—Desde que tú pones las reglas.

—Dije que estaría bien que llegases a casa antes de medianoche —murmuró Hoseok.

—¿Ésta va a ser una de esas conversaciones en las que nunca puedo ganar? 

Él volvió a ponerse colorado al darse cuenta de que estaba siendo poco razonable.

-No deberías haberme besado delante de todo el mundo. ¿Por qué lo has hecho?

—Para evitar que dijeras algo que te incriminase aún más. Cada vez que abrías la boca acababas metiéndote en un agujero más profundo. ¿Qué creías que estaba haciendo?

—No lo sé... y disculpa que te haya hecho pasar ese mal rato. Es que se me olvidó pagar.

—No estoy pensando en eso. Lo que me preocupa es que estuvieras en el centro sin escolta.

—Había salido a comprar unas cosas para el niño.

—Te fuiste de casa sin decirle nada a nadie.

—No sabía que tuviera que decírselo a nadie.

—Deberías haber llamado al chófer.

—¿Tengo un chófer?

—Pues claro. Y lo sabes perfectamente.

—Pero es que no quería ir en coche, pensaba dar un paseo. En todos los libros dice que los niños necesitan aire fresco y yo también lo necesitaba. Quería pensar un rato.

—No parecías estar pensando mucho cuando saliste de la tienda sin pagar —le recordó él, sarcástico.

—Salí de la tienda por tu culpa. Me puso nervioso verte allí.

—¿Yo te pongo nervioso?

—Tú pones nervioso a todo el mundo —replicó Hoseok.

Jeon se aflojó el nudo de la corbata y se arrellanó en el asiento con una sonrisa en los labios. 

—Veo que tengo una opinión demasiado buena sobre mí mismo. Por el momento, y con esta nueva sinceridad entre los dos, he descubierto que doy miedo y que te pongo nervioso. Creo que empiezo a entender por qué te fuiste. ¿Quién seguiría casado con un ogro como yo?

Recordando las circunstancias de su partida, Hoseok lo miró de soslayo... y lo encontró mirándolo a su vez.

—Nuestros problemas empezaron ese día —dijo Jungkook.

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