Capitulo 31

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Narra _______(tn)

El mismo tomó el saco y lo lanzó a un lado de la cama, colocó su mano en mi cuello ahora descubierto y comenzó a bajarla lentamente hasta mi clavícula.
Me dedicaba a admirarlo, esos hermosos ojos marrones, su cabello Café claro azabache desacomodado y sus labios rojos entreabiertos formando una sonrisa, dejando al descubierto una parte de su perfecta dentadura.
Con mis piernas a sus costados, poco a poco me recosté sobre su pecho hundiendo mi cuello en su rostro, di un pequeño beso y subí a su oído.

—Tú también me encantas— le susurré sensualmente mientras jugueteaba con el lóbulo de su oreja, posó sus manos en mis piernas, las subía y bajaba haciéndome estremecer por las caricias. Subió una por mi pierna, pasando por mis glúteos hasta mi espalda, dejo de subir cuando llego a su destino. El cierre de mi vestido.

Sin alejarse de mis labios, bajaba el zíper con una desesperante lentitud, obviamente ese era su objetivo: Hacerme sufrir, Pero ya llegaría mi turno de vengarme.
Finalmente el cierre estaba abajo completamente y yo me quemaba interiormente por sentir su piel en contacto con la mía.
Nuevamente me senté en su cadera para poder sacarme el vestido, sin previo aviso Sebastiám lo tomo del borde y comenzó a subirlo, así que solamente puse mis manos en el aire y en un dos por tres el vestido había desaparecido.
Me tomo de la cintura para apegarme nuevamente a su cuerpo, acción que claramente no rechazaría. De pronto me encontraba recostada mientras que Sebastián devoraba mis labios.
Lentamente lo separé de mis labios, su entrecejo se frunció levemente y su rostro tenia dibujado un enorme signo de interrogación.

— ¿Pasa algo?— me preguntó aun algo agitado por el beso anterior.
—No es justo— le dije seria
— ¿Qué no es justo?— me preguntó riendo.

Sin decir una sola palabra, puse mi mano sobre su pecho y comencé a deslizarla hacia abajo hasta llegar al borde de su pantalón.
Me dedicó una picara sonrisa seguida de una carcajada, rápidamente me enderece dejándolo nuevamente mirando hacia el techo, di un fugaz beso en sus labios y con mi dedo índice recorrí su pecho y abdomen hasta llegar al metálico botón que se aseguraba mantener los pantalones en su lugar.
Sacaba el botón de su lugar, pero luego en cuestión de segundos lo regresaba a su ojal, escuchaba las ligeras risas de Sebastián quien ya estaba altamente ‘desesperado’ finalmente lo abrí, y baje el zíper con la misma lentitud con la que el había bajado el de mi vestido.

— ¡Me estás haciendo sufrir! ¿Cierto?— estaba en lo correcto, pero además no había prisa, teníamos la noche por delante.
Bajaba su pantalón, hasta que algo me lo impidió, ambos reímos tontamente al darnos cuenta de que Sebas aun continuaba con zapatos.
— ¡Eres un ‘mata-pasión’ Pedro!— le dije ahogada en carcajadas mientras quitaba sus zapatos al igual que los calcetines, los cuales junto con el pantalón se esparcieron por algún lugar de su habitación.
— ¿Mata-pasión?— preguntó levantando una ceja —Eso está por verse— agregó amenazantemente tomándome de las piernas, me levantó y luego me soltó para así dejarme caer sobre la cama.
— ¡Sebastián!— alargué riendo.

Sin darme tiempo de reclamarle por esa llave de lucha que me había aplicado, atrapó mis labios. Este beso era diferente a los demás, tenía más energía, pasión, desenfreno. De abrupto introdujo su lengua en mi cavidad, la recorría sin pudor alguno tal y como sus manos paseaban por todo mi cuerpo.
La falta de oxigeno comenzaba a hacerse presente, mas Sebastián no se separaba de mis labios y para ser sincera yo tampoco quería hacerlo. Pero si quería seguir disfrutando de MI NOVIO, tenía que hacerlo.
Apenas me separé de sus labios traté de recuperar el aire vital perdido, Sebastián se entretenía en mi cuello mientras yo me reponía. Pero fue completamente inútil ya que el placer que Sebastián me brindaba con sus caricias en mi cuerpo, unidas a los besos y mordidas impartía en mi cuello, solo me aceleraban más.

—Sabes... No es justo— susurró con su melodiosa voz en mi oído mientras que jugaba con los tirantes de mi sostén.
—Pues hazlo… hazlo más justo— trate de hablar lo más claro posible pero me desconcentraba de sobremanera.

Rodeó mi cintura con un brazo y giró haciéndome quedar sobre él, se divertía con el broche de mi sujetador. Hasta que finalmente decidió desabrocharlo mientras yo saboreaba esos labios ahora de doble grosor e intensidad de color. Me aparté de mi ahora ‘vicio’ para eliminar de la escena la penúltima prenda que cubría mi cuerpo y así dejar mi torso completamente desnudo...

El NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora