—Hija— era la voz de mi madre que provenía de la sala —Ven que te quiero presentar a alguien…— me dijo caminando al living. Me tomo de la mano y me guió hasta la sala.
—Él es Sebastián— me presentó a un chico que mirándolo bien, no estaba nada mal. Así que yo misma me autorice examinarlo por completo: su cabello era de un color castaño claro, un poco largo y naturalmente despeinado, su piel era blanca, con un muy ligero toque dorado, sus ojos eran de color marrón sumamente hermosos, pero lo que más me sorprendió fue la hermosa y deslumbrante sonrisa que tenía. Vestía unos jeans negros ajustados, que no le quedaban absolutamente mal, una playera roja y sobre esta traía una chaqueta negra de piel, arremangada hasta los codos. Simplemente perfecto para el crimen.—El es hijo de Mauro Villalobos, el socio de tu padre, y él es el que se encargará de ti el tiempo que estemos fuera...
-Bien… olvidemos el crimen- mi mirada de admiración se transformo a una de desprecio, que claramente parecía no afectarle ya que seguía con esa sonrisa.Mi padre interrumpió el incómodo momento, mientras bajaba por las escaleras con las maletas.
—Le ayudo— se ofreció mi ‘niñero’.
—Idiota- pensé.El auto del aeropuerto llego a la casa, el chófer bajo y les ayudo a subir las maletas.
—Por favor ______(tn) no quiero problemas, sigue las indicaciones de Sebastián— me dijo mi padre.
—Está bien cero problemas— tal vez no era del todo cierto.
—Bien— me dio un beso en la frente y subió al auto donde mi madre y Ludmila ya le esperaban.Vi como el auto cada vez se alejaba más y más hasta que no pude verlo. Gire sobre mis talones para entrar a la casa pero ahí estaba ‘Sebastián’. Miraba perdidamente hacia la calle, con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, me miro y me sonrió.
—Hola— me dijo con su melodiosa voz.
Sin contestarle nada camine y le saque la vuelta para poder entrar a la casa.
— ¿Y esas maletas?— pregunté cuando vi dos maletas grandes al pie de las escaleras
—Son mías— me contestó caminando detrás de mi.—Viviré aquí así que será mejor que nos llevemos bien— Lo fulminé con la mirada, y volví a subir las escaleras.Me desperté cuando escuche tres fuertes golpes en la puerta, pero simplemente los ignore, y volví a dormir.
—Levántate ya o llegarás tarde— tome el cobertor y me tape hasta la cabeza, ya que había encendido la luz
—No pasa nada si llego tarde— mentí.
—Si pues asegurémonos de que no pasara nada levántate— sentí que tomaba el cobertor, por lo que me aferre más a este para que no pudiera quitármelo, pero obviamente su fuerza fue mayor que la mía y logro quitármela.
—Ahh— bufe molesta poniéndome de pie.
—De nada te sirven los berrinches así que cámbiate— lanzo el cobertor a la cama y salió cerrando la puerta.
- ¡Y este quién demonios se cree!- grite en mi foro interno.Aún ahogada en rabia, me dirige a la regadera, y le di paso a la lluvia artificial, espere a que esta se templara para ahora si comenzar a deshacerme de mis prendas, entre dejando que las gotas tibias de agua cayeran sobre mi piel llevándose todo el enojo. Nada pero absolutamente nada era tan relajante para mí como un baño con agua caliente.
Salí de la ducha después de envolverme en una de las toallas blancas que las encargadas de limpieza dejaban ahí todos los días.
Me dirige al closet y tome una camisa junto con un entubado rasgado. Tomé mi bolso y las llaves del auto, para después salir de la habitación.—No tienes un pantalón más viejo— soltó una carcajada.
—No está viejo—lo mire despectivamente, sabía claramente que no era viejo si no que así era, solo lo hacía para hacerme enojar.
—Aquí a las tres de la tarde— me dijo antes de que abriera la puerta
—Idiota— susurré.
— ¡Te escuche!— me gritó desde la cocina.
— ¡No me importa!— cerré la puerta de un golpe para
luego caminar a mi auto y partir hacia el colegio.— ¿Y qué tal te fue?— me preguntó Juana sentándose enfrente de mí en la cafetería del colegio.
— ¡Horrible!— le dije mientras tapaba mi rostro con ambas manos
— ¿Cómo es él? ¡Cuéntame!— me dijo emocionada — ¿Viejo? ¿Nerd? ¿Enojón?— me preguntó desesperada.
—No, no y aun no lo sé— respondí sus preguntas en orden.
— ¿Entonces?— me dijo impaciente.
—Para empezar el tipo esta como quiere— le dije — ¡Juana si lo vieras por detrás!— dije mordiendo mi labio inferior.
— ¿Y entonces cuál es el problema?— abrió sus ojos como platos.
—Es un idiota— le dije mientras le daba un trago a mi botella de agua.
— ¿Por qué? ¿Qué te hizo? ¿O qué? ¡________(tn) ! ¡Cuéntame bien!— reí por su desesperación.
—Nada no me hizo nada solo que no me agrada, es un engreído—
— ¿Y entonces que harás?— me pregunto riendo malvadamente.
—Pues se tendrá que ir— reí junto con ella.