— ¡Hey no hemos terminado!— decía mientras caminaba detrás de mi.
—Sabes... no estoy de humor.— le dije con fastidio.
—Es algo que a mí no me interesa— me dijo —Sabes que el castigo que te estoy dando no es nada a lo que realmente te mereces— me dijo poniéndose enfrente de mí, evitando que siguiera caminando.
—Hay Sebastián ya no hay nada que me puedas quitar ¡no tengo auto, dinero, celular y ni siquiera escuela!— le dije sacándole la vuelta.
—Tampoco televisión— me dijo siguiéndome.
—Está bien— tomé la perilla de la puerta.
—Y de aquí a que me valla, no quiero a ese idiota aquí— se refería a Juan.
— ¿Qué?— le dije mientras volteaba a verlo.
—Como escuchaste…
—Ni siquiera mis padres me prohíben verlo cuando me castigan— le dije molesta, Juan para mí era como un hermano y después de lo sucedido necesitaba hablar con él.
—Pero ahora yo estoy a cargo y él no me agrada— dijo despectivamente.
—Alguien esta celoso Sebastián tiene celos, celos— comencé a cantar con una tonta tonada, el solo reía fastidiado.
—Si, claro— dijo sarcástico.
—Tiene celos y se molesta porque tiene celos— no podía parar de reír por mi improvisada canción.
—¡Basta!— me dijo mientras caminaba hacia las escaleras nuevamente.
—Muy molesto, alguien me quiere pero no puede, porque tiene celos, celos, celos— seguía cantando y riendo.
— ¡Ya!— me gritó desesperado mientras que fugazmente me acorralaba contra la pared.
—Alguien está asustada— comenzó a cantar, mientras seguía acercando su anatomía a la mía.
—No tanto como los celos que sientes— seguía cantando mientras que el ponía sus brazos a mis costados, apoyándolos contra la pared.
— ¿Celos?— preguntó levantando una de sus cejas.
—Si… acéptalo te deshaces por dentro.— solté una burlona carcajada.
—Te equivocas— su respiración se mezclaba con la mía —Yo tengo una hermosa novia, cero problemática— podía sentir como su aliento acariciaba mis labios.
Subí mis manos por su cuello, delicadamente para formar un abrazo, su mirada iba de mis ojos a mis labios. Su respiración comenzaba a acelerarse, mas yo mantenía una tranquilidad increíble. Ladeé mi cabeza para acoplar nuestros labios. Cerró los ojos, esperando a que mis labios aprisionaran los suyos.
—Entonces por qué no te vas con ella…— susurré en sus labios para después ágilmente escaparme.
Me encerré en mi habitación, no sin antes ponerle candado a la puerta. Me acosté en mi cama mirando al techo.
—Ya me aburrí— dije después de unos minutos. Eran las dos de la tarde, no tenia música, ni televisión y no podía hablar por teléfono.
Me puse de pie y salí hacia la sala, tomé el control de la televisión y la encendí, para después acostarme en un sillón. Cambiaba rápidamente los canales hasta que por fin encontré una película que logró captar mi atención.
—______(tn) abre la puerta— me indicó Sebastián desde la cocina cuando se escuchó el timbre.
—Yo no espero a nadie—Le dije.