Capitulo 6

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— ¿Y qué te dijo?— me preguntó Juana refiriéndose al Director
—Dijo que si volvía a tener problemas llamaría a mis padres— reí —Aunque no creo que los encuentre— la risa de Juana se unió a la mía. 
—Pero alguien más puede venir— me dijo mientras que con sus cejas me indicaba que volteara para atrás.

Sin que se viera obvio volteé, y me encontré a Sebastián recargado sensualmente en el cofre del auto, tenía sus brazos cruzados, y unos obscuros lentes cubrían sus ojos, pero al ver la malvada sonrisa que formo en su rostro, podría jurar que me miraba.
A pesar de eso no pude evitar mirarlo, portaba una playera color rojo, que le quedaba magnífico con su color de piel, pero lo que mejor le lucía, eran esos jeans negros ajustados perfectamente a sus bien torneadas piernas.
Después de analizarlo por completo, regrese a mi conversación con Juana.

—Lo siento Juana— reí —Ahora iremos caminando.— le dije y ella me miro sin entender —Ni loca me voy con él— le expliqué y soltó una carcajada recordando lo que le había platicado, sobre mi lucha en la mañana.
—_______(tn) creo que deberías doblar un poco tu orgullo— rió —Después de todo, pasaras mucho tiempo con él— levanto sus cejas.
— ¡Ja! Eso está por verse— le dije mientras comenzábamos a caminar de nuevo —No Juana ¡vayámonos por allá!— le dije ya que no quería pasar por donde estaba Sebastán.
— ¡Pero caminaremos el doble!— se quejó. 
— ¡Juana!— alargué en tono de suplica.
— ¿Tienes miedo de que te cargue?— soltó una carcajada.
—Juana— la fulminé con la mirada —Claro que no le tengo miedo y no es eso— me defendí.
— ¿Entonces?— me conocía bien, me estaba retando, sabía que si lo hacía por mi orgullo no podría evitar hacerlo.
—Hay olvídalo— le dije mientras comenzaba a caminar hacia donde estaba Sebastián.

Pase con Juana a lado mío, y solo escuche un chiflido. -Idiota- pensé, aunque las ganas de gritárselo en la cara eran infinitas.

—Hey hey hey… ¿a dónde vas?— escuché su voz.
—A la casa— le dije cuando volteé a verlo.
—Sube al auto— me indico haciendo un movimiento con su cabeza.
—No— le dije fría y volví a caminar.
—Entonces no quieres tu auto de vuelta— escuche como agitaba las llaves, Juana solo me miraba divertida tratando de no reírse. Sebastián rodeo el auto y abrió la puerta del copiloto y seguía agitando las llaves.
La oferta del auto era demasiado tentadora —Ven Juana— le dije caminando hacia él.

Sonrió victoriosamente cuando llegué a su lado, tendí mi mano para que me entregara mis llaves, las puso en mi mano, pero cuando estaba por tomarlas, las quito.

—No tan rápido— rió —Sube al auto
—Juana— le dije para que también subiera.
—No yo me iré caminando— me dijo sonriente.
—Sube no es problema nosotros te llevamos— le dijo Sebastián, esta sonrió pero se volvió a negar
—Juana sube— le dije mirándola con suplica

Finalmente aceptó y subió en la parte trasera del auto.

— ¿Y tú eres?— le preguntó Juana– *¡Cómo te adoro!* pensé feliz al escuchar a mi amiga preguntarle eso.
— ¿________(tn) no te ha hablado de mí?— le preguntó mirándome. Yo solo solté una carcajada.
—Ni que fueras quien para que yo hable de ti— le dije sin voltear a verlo.
—Soy Sebastián y soy el niñero— rió —De esta malcriada niña— la risa de Juana se unió a la de él.
—Da vuelta aquí— le indique para que entrara a la calle donde vivía Juana.
— ¡Gracias!— dijo Juana mientras bajaba del auto.
—No es nada— le contestó Sebastián.
—Nos vemos mañana— me despedí, entró a su casa y el auto se puso de nuevo en movimiento. — ¿A dónde vamos?— le pregunté cuando vi que no conducía hacia la casa.
—Te invitaré a comer— me dijo mirándome.
— ¿Y quién te dijo que quiero ir?— le pregunté fría.
—De hecho no lo pregunte, y la verdad no me interesa— sonrió y regreso la mirada al camino —Llegamos— me dijo mientras aparcaba el auto en un restauran de comida rápida.
—Wow pero que espléndido— le dije sarcásticamente.
—Lo siento—rió mientras bajaba del auto —Pero no te has ganado algo mejor— me dijo cuando llegue a su lado —Además de todas formas te hubieras quejado como lo haces con todo— me dijo mientras caminábamos.
—Ya te dije que nada me molesta, solo tu existencia en mi vida— entre al establecimiento, escuche su risa detrás de mí.
— ¿Quieres algo?— me preguntó mientras caminaba al mostrador para ordenar.
—No tengo hambre— le dije y caminé a una mesa, me deje caer en el acolchado sillón.

Observaba con detenimiento la silueta de Sebastian alejarse. *Si lo hubiera conocido en otro lugar, nunca lo habría tratado mal* pensé divertida, ya que si fueran otras las circunstancias, habría hecho hasta lo imposible para conquistarlo.

— ¿Qué tanto me ves?— Salí de mis pensamientos al escuchar eso.
— ¡Ja! ¡Ja! ¿Yo? ¿A ti?— reí sarcásticamente —Ni en tus sueños Villalobos— le dije.
—Acéptalo te vuelvo loca— me guiñó un ojo, y dejo el pequeño cartel con el numero de su orden, se recargo en el sillón y cruzo sus brazos.
— ¡Quisieras!— le dije riendo.
—Entonces dime que tanto me veías— se recargo en la mesa — ¿O en qué pensabas?— levanto pícaramente una de sus cejas.
—Pensaba en cómo es posible que en tan poco tiempo, se puede llegar a detestar TANTO a una persona— mentí, claramente no pensaba en eso.
—Sabes— me dijo pensativo

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