Capitulo 5

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Condujo en silencio, en pequeños momentos volteaba a verme, mas yo lo ignoraba olímpicamente mirando por la ventana.

—Vengo por ti a las tres— me dijo cuando se paró en la puerta del colegio.
— ¿Qué no quieres asegurarte de que entre al salón?— le dije de mala gana.
—No me retes— levantó una de sus cejas.

Rodé mis ojos y tome mi bolsa para bajar, trate de abrir la puerta pero al no poder hacerlo recordé que tenía el seguro para niños, así que solo abría por afuera.

—Ya te abro niña— soltó una carcajada y bajó para abrirme la puerta, Me tendió la mano sabiendo que ni de broma la aceptaría.
—No es necesario que vengas— le dije molesta.
— ¿Por qué no?— me pregunto a pesar de que conocía bien la respuesta —¿Te molesta que te vean conmigo?— comenzó a caminar hacia mi.
—No tu presencia es lo que me molesta— traté de retroceder pero el auto rojo de Sebastián me lo impidió.
—Entonces con más ganas aún vengo por ti a las tres— sonrió victorioso, me guiñó un ojo y se alejo de mí para rodear nuevamente el auto y subir a éste.
Retuve mis ganas de ahorcarlo y camine hacia el edificio.
— ¡¿Quién era él y qué fue eso?!— me preguntó Juana asombrada, seguramente había visto todo.
—¿A qué te refieres?— fingí no entender. 
— ¡Dios! ¿Es Él?— adivinó—O sea tienes a ¡ÉL! En tu casa y ¡lo quieres echar! ¡Oficialmente tú estás loca!— me dijo caminando detrás de mi.
— ¡Juana es detestable!— le dije desesperada — ¡Me quitó el auto!— abrí mi casillero para sacar mis libros. 
—Pero la forma en la que se te acerco— levantó una de sus delgadas y castañas cejas.
— ¡Solo lo hace para molestarme!— le contesté obvia.
— ¿Valla así que tan urgido esta el chico ese eh? — Se paro detrás de nosotras Caeli.
—Hay ¿por qué no te largas?— le dije fastidiada, suficiente tenía con el coraje que me había hecho pasar Sebastián como para ahora soportarla a ella. 
— ¡Ja!—rió falsamente — ¿Y cuánto le pagaste por que saliera contigo?— soltó una burlona carcajada.
—Yo no le pago nada y no salgo con él— le dije caminando hacia ella —A ver no sé ni por qué te estoy dando explicaciones— dije cuando pensé lo que le había dicho.
— ¿Y que crees que a mí me interesa tu vida?— me preguntó poniéndose su mano en la cintura.
—Pues eso parece, porque no me dejas en paz— me acerque a ella, con una mirada que si estas mataran, desde hace mucho tiempo que Caeli estaría cuatro metros bajo tierra.
—No te tengo miedo— me dijo ‘segura’ pero en sus ojos se notaba el terror que tenia por dentro.
— Por favor tu miedo se huele a ¡Kilómetros!— le dijo Juana soltando una carcajada.
—Ah— bufó molesta — ¡Las dos son unas estúpidas! ¿¡Por qué no dejan de molestarme!?— sus ojos comenzaron a cristalizarse.
— ¿Eh?— dije sin entender, ahora se hacia la víctima.
—Señorita Smitch— escuché la voz del director, giré sobre mis talones para poder verlo de frente.
— ¡Director! ¿Cómo ha estado?— le dije sonriendo nerviosamente.
— ¿Todo está en orden?— me miraba serio.
—Claro— le dije segura
— ¿En orden?— gritó Caeli — ¡Anda sigan amenazándome!— seguía haciéndose la víctima.
—Caeli realmente estas ¡enferma!— le dije sin importarme que me escuchara el director.
—¡Smitch a mi oficina ¡Ahora!— no se veía para nada contento — ¡Y ustedes dos a clases!— les indico a Juana y a la loca de Caeli.
—Pero...— intenté defenderme.
— ¡A mi oficina!— me interrumpió señalando la dirección.
—Es que…
— ¡Ahora!— gritó. 

Sin alguna otra opción caminé, no sin antes fingir que iba a lanzármele encima a Caeli, acción que la asustó e inmediatamente retrocedió.

— ¡Smitch!— volvió a gritarme al ver mi acción.
Solté una carcajada y camine hacia la oficina del director.
— ¡Segundo día de clases y ya estas peleando!— me dijo sentándose en el gran sillón giratorio.
—Sabe tengo mis razones— le dije sentándome 
—No las quiero saber— me interrumpió —No te expulso del colegio porque tus notas son buenas— me dijo mientras que de su escritorio sacaba una carpeta a punto de explotar, con mi nombre al frente. —Pero tu conducta ________(tn) — mire hacia el piso seria.
— ¡Pero no me estoy portando mal en clases!— me defendí.
— ¡Casi golpeas a esa chica!— me dijo.
—Mire si esa fuera mi intención hace un mes que ella estaría en el hospital— soltó una carcajada — ¡Ella es la que me provoca!— le dije, cosa que era totalmente cierta.
—Solo una cosa te voy a decir no quiero problemas— me dijo señalándome con su dedo índice, solo asentí con la cabeza —A la primera llamaré a tus padres.
— ¡No tendré problemas!— le dije sonriendo —A menos que ella…
— ¡Smitch!— me gritó. 
—Si, si, si— dije riendo mientras caminaba hacia la puerta.
— ¡Hey!— me llamo antes de salir. 
— ¿Qué pasa?— le pregunté regresando, levantó sus cejas— ¿Dígame director?— canté con ese fastidioso tono.
—Hoy estarás castigada— me dijo sonriente.
— ¡Qué! ¿Pero por qué?— pregunté sorprendida.
—Iras a detención sólo durante el descanso— me entregó una tabla donde puso mi nombre, para que la encargada de detención firmara que sí asistí.
— ¿¡Y porque solo yo!? ¡Caeli comenzó!— reclamé.
—No las puedo poner juntas, ella se quedara después de clases.— sonreí victoriosa.

Salí aliviada de la oficina, por un momento creí que me expulsaría, pero esas son las ventajas de llevarse bien con el director.
Después de pasar el descanso en detención, seguido de cuatro clases más. Finalmente toco el timbre de salida.

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