Capitulo 21

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—Está bien dime— me dijo Sebastián serio.

—No tu primero— le contesté.

—Ya, tu dime— insistió.

—No tu primero, luego dices que soy egocéntrica…

*¡RAYOS! vengo con la intención de arreglar las cosas y a la primera que abro la boca es para atacar.*

—Es que lo eres…— me dijo despectivamente.
—Hay… ¿sabes que? ¡olvídalo!— le dije molesta.

—No será difícil…— dijo mientras volvía a caminar hacia la sala y yo comenzaba a subir las escaleras.

*¡Eres una idiota!* me reclamé a mi misma *¡Vas a regresar y arreglaras las cosas!* una voz en mi interior me llamó la atención. Tenía toda la razón, no podíamos seguir así. Me di la media vuelta y caminé hacia donde él estaba.

—Sebastián lo… lo siento— dije mirando hacia el piso, pero pude notar como volteaba a verme —Siento haber actuado de esa manera y no haberte explicado las cosas— seguía hablando y cada vez aumentaba la velocidad con la que decía las cosas —Normalmente suelo actuar antes de pensar, se que está mal, pero así soy yo— seguía mirando al piso al mismo tiempo que jugaba con mis dedos —No creo ser egocéntrica y mucho menos engreída, eso es muy diferente al orgullo, el cual decidí tirar a la basura por un momento… eres a la primer persona a la que le pido disculpas…— respiré profundamente ya que mis pulmones se habían vaciado debido a mi rapidez para hablar —Así que lo siento y ya es todo…— levanté mi mirada y me encontré con un Sebastián totalmente anonadado. Hice un intento de sonrisa y me di media vuelta para dirigirme hacia las escaleras.

—Hey…— escuché que me llamó y deje de caminar para darme la media vuelta y ver para que me llamaba. Me miraba igual de sorprendido, después de unos segundos camino hacia mí, por alguna razón me sentí intimidada y baje mi mirada, pero este me tomó de la barbilla y levantó mi rostro, con cuidado lo giró hacia un lado y luego hacia el otro, semejando que buscaba algo.

—Tú no eres ________(tn)— dijo serio tratando de no reírse.

—Anda búrlate…— le dije ofendida mientras volvía a retomar mi camino hacia mi habitación.

—Hey no me estoy burlando…— me dijo tiernamente cuando volvió a llegar a mi lado —Gracias por las disculpas…— me dijo sonriente tomándome del brazo —Yo también debí de haberte explicado antes de intentar algo— le sonreí.
—Entonces— alargué divertida — ¿Amigos? — le dije tendiendo mi mano hacia él.

— ¿Amigos?— preguntó ¿inconforme? — ¿Doblas tu orgullo y me pides disculpas solo para que seamos…Amigos?— me miraba sin entender.

—Pues si— contesté fingiendo nervios, ya que claramente entendía a lo que se refería, o más bien logré entender lo que esperaba. 

—Ah— dijo desilusionado —Entonces amigos— dijo tratando de sonar alegre mientras tomaba mi mano. Le sonreí nuevamente, estaba por soltar mi mano, pero yo al contrario, tomé la suya con más fuerza y lo atraje hacia mí. Ahora yo tenía la iniciativa.

Me miro divertido cuando se dio cuenta de lo que estaba por hacer, pasé su mano por mi cintura para después dejarla en mi espalda formando un abrazo, subí mis manos a sus mejillas y así capturar sus carnosos labios en un apasionado beso. Inmediatamente me siguió.
Mordía mis labios con delicadeza para después acariciar con la punta de su lengua mis labios. Me torturaba. Necesitaba probar su lengua pero él no me compartía, solo me la presumía pasándola por mis labios entre besos. Ya desesperada pase mis brazos por su cuello, dejándolos reposar en su nuca. Comencé a besarlo con más intensidad y así lograr que Pedro imitara mi actuar. Me autorizó el acceso a su cavidad donde su lengua y la mía desataron una pelea en la cual ninguna pensaba darse por vencida. Jugaba con el cabello de su nuca, mientras que el acariciaba mi cintura por encima de mi blusa. El continuo roce de sus labios con los míos era lo mejor que existía, era tan deleitante que podía pasar el día completo haciéndolo. Pero mi deseo fue interrumpido por una falsa tos.

—Siento interrumpirlos— dijo apenada una de las de mantenimiento, provocando que Sebastián y yo nos separáramos bruscamente —Pero es que su padre está en la línea— dijo tratando de no reírse.

—Si gracias… contestaré en mi habitación— dije apenada tapando mis labios que seguramente habían adoptado un intenso color rojo, tal y como los de Sebastián.

—Si…si… y yo iré a… abajo— dijo igualmente de apenado mientras comenzábamos a caminar contrariamente.

Entré a mi habitación con una sonrisa de oreja a oreja, después de un profundo suspiro, levanté la bocina del teléfono.

— ¡Papa!— contesté emocionada.

— ¡Hija! ¿Como estas?

—Bien… ¿y ustedes? ¿Cómo les va? ¿Cuándo regresan?— no me había dado cuenta de cuánto los extrañaba, por estar peleando con Sebastián.

—Muy bien, mucho trabajo y aun no lo sabemos— contestó en orden cada una de mis preguntas — ¿Y tú? ¿Cómo te llevas con Sebastián?— me preguntó seriamente.

—No lo soporto… solo quiero que regresen lo más pronto posible para que se valla.....

El NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora