— ¡Pero si yo no le he dicho nada!— me defendí.
—Lo sé— me dijo —pero la madre de Caeli me pidió que hablara con tus padres, pero como no están hablaré con tu tutor— me explicó —Por eso llame ayer en la tarde
— ¡Pero de qué va a hablar con él si ni siquiera hice nada!— volví a reclamar
—Solo le explicaré la situación para que él hable contigo y que no causes problemas— me dijo sonriente.En eso sonó el teléfono, así que respondió con el típico ‘Diga’ solo asentía seriamente, para finalizar con ‘Dile que pase’.
A los cinco segundos entro la secretaria seguida por Sebastián, la secretaria me fulminó con la mirada antes de salir. Solté una pequeña risita y el director negó con la cabeza tratando de no reír.—Bueno yo me voy— dije poniéndome de pie sin siquiera mirar a Sebastián.
—Hey no tan rápido señorita— me llamó el director.
— ¿Y Ahora?— Pregunté con fastidio volviéndome a sentar en la silla.
—Correr por los pasillos— dijo mientras sacaba una de las tablas para detención, y llenaba la hoja —Ignorar indicaciones de autoridades— reí al escuchar eso ya que no sabía que la secretaria tenía tanta ‘autoridad’ —Y entrar a la oficina del director sin autorización—
— ¡Hey yo creí que nos llevábamos mejor!— le dije riendo.
—Detención el sábado a las nueve de la mañana— me dijo mientras terminaba de firmar la hoja blanca —Aquí tienes— me entregó la tabla.
—Pero ¿en sábado? ¿A las nueve?— le dije con tono mi cara de tristeza mas convincente.
—Lo siento son tres amonestaciones— me dijo serio —No podrás desvelarte— soltó una carcajada —Ahora sal por favor— me pidió señalando la puerta.
—No es justo— susurré a regañadientes mientras salía de la oficina.Me quede detrás de la gran puerta de madera, volteé a ambos lados para asegurarme de que nadie me observara, ya que parecía desierto, debido a que todos estaban en clases, apegue mi oído para tratar de escuchar por la puerta. Pero era totalmente inútil. Ya que solo escuchaba murmuros del director y luego unos de Sebastián, después nuevamente del director, pero no lograba descifrar lo que hablaban, tapaba mi otro oído con mi mano, o cambiaba de posición en la puerta, pero era imposible.
Me agaché para tratar de escuchar por la pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el piso, se escuchaban más claras las voces pero aun así era difícil, trataba de concentrarme cuando vi un par de zapatos negros, obviamente con dueño... o más bien, dueña. Volteé y me tope con la secretaria, me miraba molesta mientras que sus manos estaban en su cintura. Le sonreí torpemente mientras me levantaba.—Eh… yo… solo— tartamudeé —Yo… ¡perdí un arete!— le dije mientras me volvía a agachar y fingía estar buscando un arete.
— ¿Solo uno?— me preguntó incrédula.
—Eh…— lleve mis manos a mis orejas y sentí que no traía aretes — ¡Hay no! ¡Perdí ambos!— mentí y me volví a poner de pie —Creo que será mejor que me vaya a clases— le dije pero justo en ese momento se abrió la puerta.El director y Sebastián me miraban extrañados mientras que la secretaria sonreía victoriosamente.
—Yo… si… ya me iba…— dije nerviosa.
mientras tomaba mi bolsa que estaba en el piso y salí disparada de ahí. Me dirigí a mi casillero ya que me faltaban los libros de la clase.
—Sabes yo creo que necesitas clases de control de ira— me asustó por completo ya que yo estaba segura de que el pasillo estaba vacío.
—No te metas en lo que no te importa Sebastián— le dije cerrando de un golpe mi casillero.
—Si me meto porque eres mi responsabilidad así que tu terapia será esta— sonrió victorioso —No te regresaré el auto, no sales este fin de semana y dame tus tarjetas de crédito— me dijo mirándome fijamente.
— ¡Ja! ¡Ja! No, no tengo tarjetas de crédito— mentí. Si las tenia, pero lo que no tenía era la menor idea de cómo se entero.
—Oh, claro que si las tienes, o más bien tenías— tendió su mano esperando.
—No te las daré Sebastián— le dije y comencé a caminar al salón
—Dámelas— me tomo del brazo evitando mi huida.
— ¡¿Por qué?!—alargué —Además tu dijiste que no me ibas a quitar el auto— le recordé nuestro ‘trato’.
—Y tú dijiste que no pelearías mas conmigo y casi me dejas sin descendencia— me dijo aun con su mano tendida.
—Eres un idiota— le dije ahora más que molesta.
—Pues mira como este idiota te quito tu auto, dinero y permisos— me dijo mirándome con la misma furia con la que yo lo miraba a él.Abrí mi bolsa y saqué cuatro tarjetas y se las lance, pero increíblemente este atrapo las cuatro en el aire.
Me di media vuelta y camine hacia el salón, las clases pasaron rápido, quería hablar con Juana pero tenía que esperar hasta el descanso, ya que tenía suficiente castigo por ahora.— ¿Qué pasó?— me preguntó ya cuando llegue a la mesa en la cafetería.
—Que la estúpida de Caeli dice que yo la sigo molestando— le dije aún enojada.
— ¡Pero!— dijo sorprendida —Esa chica se está ganando que de verdad la ‘molestemos’— solté una carcajada, por el apoyo de mi amiga.
—Lo sé— le dije —Pero eso no es lo peor— el enojo volvía a apoderarse de mi cuerpo —Después viene Sebastián y me quita mi auto, mis tarjetas de crédito y me dijo que este fin de semana no saldré— Juana soltó una carcajada, la miraba extrañada ya que yo no le encontraba nada de gracia a esa situación.
— ¿Y qué, lo obedecerás?— me preguntó con un dejo de maldad en su rostro.
— ¡Pues no me queda de otra! ¡Me dejo sin auto y sin dinero!— le dije resignada —¿Qué más puedo hacer?— suspiré.
—Wow— dijo sorprendida —Hasta que ______(tn) Smitch se topó con la horma de su zapato— volvió a reír mientras que yo la fulminaba con la mirada.
—Sabes que— dije pensativa —Saca tu celular— le dije mientras yo igual sacaba el mío.
— ¿Para qué?— me preguntó extrañada.
—Tenemos muchos mensajes que enviar— le dije sonriendo malvadamente.
— ¿Y qué le escribo y a quién?— me preguntó sin entender.
—‘Fiesta en casa de _______(tn) Smitch— le dije —Y envíalo a todos tus contactos.