Capitulo 15

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Lo ignoré olímpicamente, fingiendo que no lo había escuchado. Salí, pero volvió a llamarme.

—_______(tn)— me di media vuelta para verlo —Quiero hablar contigo.— me dijo. 
—Sabes tengo detención, y ya voy tarde— le dije fríamente mientras salía.
—Entonces te llevo— me dijo caminando hacia donde yo estaba.
—No, no es necesario— le dije pero ahora él fue el que me ignoro.

Subí al auto, en realidad si era necesario ya que ni de broma llegaría en veinte minutos si me iba caminando, y no estaba como para soportar doble castigo, ya que aun sentía que mi cabeza estaba por explotar. 
El ambiente en el auto era demasiado denso, gracias al incomodo silencio que había, normalmente íbamos peleando, pero ahora ninguno reclamaba absolutamente nada.
Giré un poco mi cabeza, para poder verlo ya que gracias a mis lentes no se daría cuenta de que lo miraba. Su mirada no se despegaba del camino, y su rostro era totalmente neutro. Miré su cuello y tenia igual unas marcas en el, Solo que se notaban un poco más.

*Dime que no las hice yo, dime que no las hice yo, dime que no las hice yo* Rogué en mi interior mientras regresaba mi mirada hacia el frente.

Se paró en la puerta del colegio y volteó a verme.

—De verdad necesito hablar— me dijo.
—Me iré caminando a la casa— le interrumpí y bajé del auto.

Sinceramente no quería hablar con él, se había aprovechado del estado en el que estaba, y peor aun, teniendo novia. Así que no hablaría con él para nada. Solo fingiría que nada había pasado. O más bien que no recordaba nada.
Mientras entraba, escuche el rechinar de las llantas del auto de Sebastián, se había molestado.
Entré para dirigirme al aula de detención, en el camino me topaba con personas que me sonreían, me saludaban de lejos o me decían "Buena Fiesta" Sin ponerles mucha atención seguía caminando, hasta que me topé con alguien que me miraba con cara de pocos amigos. 

*Rayos* pensé mientras le dedicaba mi mejor sonrisa.

—Juan— alargó imitando mi voz, ya que así lo había hecho cuando me dijo que no me quería ebria. 
—Lo siento Se me escapó de las manos.— le dije con cara de cachorro abandonado.
—No ¡Ese fue el problema!— me dijo serio —el problema fue que la botella no se te escapó de las manos— alzó la voz.
—Hey, hey tampoco me grites— le dije riendo.
—Y luego el idiota ese nos culpó a mí y a Juana— me dijo algo molesto.
— ¿Por qué?— le pregunté sin entender.
—Nos dijo "no pudieron evitar que bebiera"— me contó.

*¿Se preocupó por mi?*

— ¿Y qué le dijiste?— le pregunté.
— ¿Hey que es esto?— me dijo mientras tocaba las marcas de mi cuello. 
—No son nada— le dije tratando de ocultar mis nervios.
—¿Como que no son nada? — me dijo mirándome —Estas no son marcas cualquiera.— descubrió de que se trataba. 
—Es alergia— mentí.
—Tengo tres años de conocerte y nunca te había dado una alergia— me dijo bastante seguro — ¿Estuviste con Sebastián?— me dijo ahora evidentemente molesto tomándome del brazo 
— ¡Claro que no Juan!— mentí nuevamente, ya que no le podía decir.
—Dime la verdad, que ahora mismo voy y lo busco— me conocía muy bien, no podía ponerme más nerviosa o se daría cuenta.
— ¡Que no Juan!— le grité. 
— ¡______(tn) estabas muy mal! ¡Ese idiota pudo haberse aprovechado!— me dijo tratando de controlar su enojo.
— ¡Pero no lo hizo! ¡Ya te lo dije!— hice un movimiento para que dejara en libertad mi brazo —Tengo que irme— le dije mientras comenzaba a caminar.

Entre a la aula de detención, todos voltearon para ver quien había entrado.

—Alguien tendrá doble castigo— reconocí esa chillante voz. Volteé hacia donde estaba Caeli y la fulminé con la mirada.
—Tu tabla— me pidió el profesor que nos cuidaba.
—Aquí esta— le dije cuando llegué al escritorio.
—Siéntate allá— me dijo indicando el lugar entre un sujeto desconocido para mí y Caeli.
—Sabe preferiría sentarme aquí — le indiqué un lugar de los de adelante.
—No recuerdo haberte preguntado donde…— me contestó sin siquiera despegar los ojos del periódico.

Caeli soltó una estúpida y sonora carcajada. 
*Tranquila* una voz en mi interior trataba de tranquilizarme. Caminé hacia el asiento, puse mi bolsa en mis piernas y me crucé de brazos mirando hacia el frente.

— ¿Si?— escuché un susurro de Caeli, lo suficientemente audible para mí — Mmm.. ¿Una bailarina?— rió. —Pues no lo sé… conozco a una, que seguro si le das algo de dinero hasta la ropa se quita— soltó una risa burlona, sabía que se estaba refiriendo a mí. —Si… y tiene una amiga rubia, que seguro también lo hace— Bien, ahora si me quedaba claro que se refería a mí. Y ya me había sacado de mis casillas, tomé mi bolsa y la puse en la mesa, para ponerme de pie.
—Si tienes algo que decir, dímelo directamente— le dije parándome frente a ella, provocando que todos voltearan a ver. 
—Yo nunca mencione tu nombre… pero si el saco te queda— se puso de pie. 
—No sé si te das cuenta de lo hueca y estúpida que eres— le dije dándome la vuelta para sentarme, ya que no valía la pena partirle la cara ahora.
— ¡Siéntense ya!— nos gritó el profesor. 
— ¡Pero tan siquiera no soy una zorra como tú!— dijo en un susurro, pero por desgracia para ella, Lo escuché.
—Mira... ya me estas hartando…— le dije poniéndome de nuevo frente a ella.
— ¡Siéntense!— volvió a interrumpir el profesor.
—No te tengo miedo— me dijo empujándome. 
—Nunca, pero nunca debiste haber hecho eso... 

Narra Sebastián

— ¿Si?— respondí el teléfono de la casa.
— ¿Sebastián Villalobos?— preguntó la mujer del otro lado de la línea.
—Si— contesté.
—Hablo del colegio de ______(tn) Smitch. Hubo un problema y necesitamos que venga.— me informó seriamente.
— ¿Ella esta bien?— pregunté algo nervioso.
—Si… pero necesitamos que venga — finalizó la llamada.

*¿Ahora qué?* pensé mientras tomaba mis llaves y chaqueta para ir al colegio, subí al auto y en un par de minutos ya lo estaba estacionando en el frente del instituto.
Entré al campus, había mucha gente, algunos entrenaban y otros simplemente platicaban, antes de entrar al edificio, me encontré al tal ‘Juan’. Ambos nos aniquilamos con la mirada, para luego cada uno seguir a su destino.
*Imbécil* le dije en mi mente, aunque las ganas de gritárselo en la cara no me faltaban.

—Soy Sebastián Villalobos-le informé a la secretaria. 
—Pase. El director lo está esperando— me dijo mientras me permitía pasar a la oficina, caminé detrás de ella hasta que llegamos a la puerta, dio dos golpes y abrió la puerta.

Reconocí a ______ que estaba sentada, pero solo la veía de espaldas.

—Pase…— me indicó el director.

Entré y me senté en el sillón que estaba a un lado de ______(tn) volteé a verla y traía un rasguño en su mejilla izquierda.

— ¿Pero que pasó?— pregunté cuando la vi, ella ni siquiera volteo a verme.

El NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora