11. ¡Vete!

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12 de julio de 2018

Laura estaba frente a mí, mirándome llena de preocupación, con el ceño fruncido y un signo de interrogación gigante sobre su cabeza.

—¿Poché? ¿Qué te pasó?

No respondí. Solo me acerqué a ella en busca de un abrazo que uniera todos los pedazos que sentía rotos. 

No sé cómo, pero había llegado a la puerta del apartamento de las Villa. Quizá ella había escaneado mi pobre aspecto: mi cabello despeinado, mis ojos rojos, mi frente sudorosa, mi respiración acelerada, mi maquillaje corrido y mis mejillas empapadas. Desde su punto de vista, pudo haberme ocurrido cualquier tragedia.

En realidad, lo que me pasaba no era tan grave como sonaba. No, no me habían asaltado o atacado. No había estado llorando por la desesperación de tener mi vida en peligro ni estaba sudada por haber intentado escapar de un abusador. Sabía que todo eso estaba pasando por su mente, pero el nudo en mi garganta no me permitía decirle que no me pasaba nada tan grave.

Recordaba haber salido de ese apartamento después de una acalorada pelea sintiéndome miserable por lo que escuché y aún peor por lo que dije, aunque en este momento no recordara las palabras con exactitud. Al salir, todo lo que estaba siendo opacado por mi enojo estalló en mi pecho y mis ojos se llenaron de lágrimas .

Lo único que quería era alejarme de ahí lo más rápido posible, así que corrí. Corrí fuera del edificio y por las calles de la ciudad. Dejé que mis piernas me llevaran a un lugar seguro. Podría simplemente haber regresado a mi apartamento, pero la idea de estar sola con mis pensamientos no parecía ser una buena idea. Cuando me di cuenta, Laura ya había abierto la puerta.

Alcé la vista y me topé con mi reflejo.

¿En qué momento me adentré al departamento?

Me observé en el espejo. Me veía demacrada, agotada, triste. Parecía que hubiera pasado por el peor momento de mi vida. No era tan grave, solo fue una discusión.

Entonces, ¿por qué me siento tan mal? ¿Por qué me siento tan lastimada?

Lavé mi rostro y acomodé mi cabello antes de salir del baño, donde no recordaba haber entrado o cuánto tiempo había estado viendo el agua salir del grifo. Mi cerebro era un lío de recuerdos tan intenso que parecía no estar registrando lo que ocurría en el presente por estar atrapado en el pasado.

Me encontré con Laura en la sala y me senté a su lado en el sillón. Me miró suplicante y angustiada, esperando por una respuesta al porqué estaba como estaba, al qué había pasado. Respondí con una sonrisa débil restándole importancia.

—No, no es nada—, negué con mi cabeza. —De verdad. Sólo me peleé con Daniela, es todo.

Ella pareció entender, lo vi en sus ojos.

Lau era de las que más comprendían mi situación con Calle. Era complicado en muchos aspectos, pero nos queríamos demasiado. Nos queríamos con tanta intensidad que cada palabra que nos gritamos hace un par de horas fue como una flecha atravesando cada célula del cuerpo. Quizá por eso dolía tanto.

Nunca la había visto tan molesta.

—Sé lo que piensas—, le dije al notar como había cambiado su expresión facial. Podía ver cómo su lado sobreprotector comenzaba a salir a flote. —Ambas tenemos la culpa, nos dijimos cosas horribles—. Se quebró un poco mi voz.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora