3. Johann

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4 de noviembre de 2016

Inicié mi día con una mañana como cualquier otra. Hoy era un día relajado en la universidad y aún estaba a tiempo. Durante el desayuno le recordé a papá que esta noche Calle se quedaría a dormir con nosotros y, casi como si la hubiera invocado, me llegó un mensaje de ella avisándome que estaba afuera esperándome para irnos a clases. Me despedí de mi hermana y mi padre antes de salir de casa y subirme al automóvil de Daniela.

En el camino hablamos sobre lo que haríamos esa noche: decidimos qué película veríamos, el sabor de palomitas y gaseosa... Ambas estábamos igual de emocionadas. Parecíamos dos adolescentes emocionadas por una noche de chismes. El resto del camino estuve mirando mi celular mientras Calle conducía y cantaba al ritmo de la radio.

Nos detuvimos en la entrada de mi facultad y me despedí de ella con un abrazo rápido antes de bajarme y entrar a la universidad. Muy rara vez nos veíamos en el campus durante el día a pesar que nuestras facultades estuvieran una junto a la otra, pero siempre nos veíamos al final de las clases y hoy, sin dudar, no sería la excepción.

Las clases se me hicieron eternas y extrañamente aburridas. Para cuando ya era hora de volver a casa, estaba agotada; pero ver a mi mejor amiga me restauró todos los ánimos que los profesores habían drenado. Como siempre pasaba.

Pasamos toda la tarde en la sala de mi casa platicando, consintiendo a Ramón (el mismo pug que Daniela me había presentado el día que nos conocimos) y comiendo botanas. Mi hermanita se nos unió a mitad de la charla con una sonrisa de oreja a oreja. Era la primera vez que ella y Dani convivían y yo moría de amor con su interacción. Parecían amigas de toda la vida o hasta familia.

Pude darme cuenta cómo Vale la amó desde el primer instante.

Hablaron más entre ellas que conmigo, pero no me importó "estar excluida": amo que mi hermana ame a mis amigas, y que sea Calle la amiga en cuestión lo hace aún más especial. Sonreí al verlas ignorarme, inmersas en su propio mundo.

Cuando cayó la noche Calle y yo nos dispusimos a ver películas en mi habitación, dejando a mi hermanita en la sala en compañía de su celular. Ya cuando ambas estábamos con nuestra ropa de dormir puesta, dos bowls llenos de palomitas y una película que salió hace un par de meses en el televisor, nos recostamos con la frazada sobre nosotras.

Inmediatamente se volvió una de mis escenas favoritas junto con los atardeceres en el parque: películas, aire acondicionado, botanas, una noche estrellada, Calle y yo.

–¿Y bien?– Habló Dani cuando acabó la película. –¿Ya vas a dejar de evadir el tema y contarme más de él o debo insistir toda la noche?– Insistió emocionada con una sonrisa en su hermoso rostro.

Hace un par de semanas le había contado a Calle que me gustaba alguien: un chico que conocí en mi primer año de universidad y con quien, al sol de hoy, hablo a diario. No le había comentado nada sobre él además de que me trae loca. Ni siquiera su nombre. Calle aún no sabe nada, y sé que está dispuesta a averiguarlo esta noche. Su curiosidad puede llegar a ser abismal.

Entre antes, mejor.

Suspiré lanzándome hacia atrás en mi cama para quedarme mirando el techo de mi habitación.

–Ay, Calle. ¿Por dónde empiezo?– Dije con la sonrisa de boba enamorada que sabía tenía encima. La que él siempre me provocaba.

–Su nombre es un buen inicio–, sonrió entre risas alentándome a hablar. Sentí como fijó su mirada en mí.

–En realidad, creo que quizá lo conoces–, se engrandó mi sonrisa. –Va a nuestra universidad y también estudia música–, me senté para mirarla; –pero es un grado mayor que nosotras, así que no creo que compartan clases.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora