16. Querida C

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2/2 - Mini Maratón

30 de diciembre de 2016

Había estado encerrada en mi cuarto toda la tarde. Desde que desperté sentía un impulso de querer soltar lo que tenía dentro y expresarlo en palabras. Sentía un impulso casi imposible de controlar donde solo quería tomar mi teléfono y llamar a Calle.

Estuve a punto de hacerlo más de una vez, pero mi mente siempre lograba que me detuviera antes de que hiciera alguna locura.

Intenté ocupar mi mente en otra cosa, lo que sea: mi arte, música, mis amigos... Nada funcionaba.

Decidí que debía sacarlo de mi sistema, pero no podía arriesgarme a perderla.

Tome un lápiz y un papel para ponerme a escribir.

Lápiz en mano, comencé a redactar con la idea de sentirme mejor. Con la idea de no tener ese impulso en mi cabeza pidiéndome que me comunicara con ella. Con la idea de que solo arruinaría todo para nosotras.

No supe cuánto tiempo tiempo ocupé en esa carta. Estaba llena de tachones y borrones, pero por fin había terminado. El sol parecía estar más anaranjado cuando chocó con la hoja de papel blanca.

Se había hecho tarde.

Contemplé las palabras escritas frente a mí, pensando en la posibilidad de entregársela...

—No...—, me dije a mi misma entre risas. —Es una locura.

No la planeaba enviar, pero allí estaba: frente a mí, posada en mi escritorio. Allí yacía una hoja de papel rayado con todos mis sentimientos expresados en palabras y tachones.

Sostuve el papel entre mis dos manos, observando lo que había estado escribiendo. Suspiré antes de volver a leer lo plasmado en grafito.

"Querida C,

A veces recuerdo el día que nos conocimos: como un encuentro tan casual y aparentemente insignificante podría juntarme con la mejor persona que conozco. Haz movido mi mundo de muchas formas y no tienes idea de lo importante que te has vuelto para mí. Tu amistad es de mis posesiones más preciadas y no querría perderla por ningún motivo en el mundo.

Somos amigas, y me alegra decir que de las mejores. No solemos ocultarnos nada. Somos inseparables a pesar de nuestras peleas y desacuerdos. Lo más importante es que no permitimos que eso se interponga entre nosotras.

Suelo contarte todo, pero no he sido completamente honesta contigo. Desde hace un tiempo han estado rondando algunas cosas por mi mente... creo que es hora de sacarlo de mi sistema.

Sé que te han lastimado en el pasado. Alguna vez me contaste sobre aquella chica que tuvo tu corazón en sus manos, a quien le entregaste todo y quien decidió que eso no era suficiente cuando prefirió romperlo. Recuerdo cómo me dijiste que te odiabas por permitirlo y por no ser capaz de odiarla a pesar de todo el daño que sufriste por su causa. Me contaste lo difícil que se te había hecho salir del hoyo en el que habías quedado. Pienso en todo eso y no puedo siquiera imaginar lo que sentiste... y no quiero que lo vuelvas a sentir nunca más.

No te merecía. Ella no te merecía en lo absoluto.

Un ser tan especial como tú merece nada más que felicidad en su vida, y me enoja saber que ella te dio cualquier cosa menos eso. La distancia se creó entre ustedes. Ella se alejó y tú no querías dejar que se fuera, pero eventualmente lo permitiste. Ya no era sano para ti el seguir aferrándote a ese pilar espinoso. Esa distancia y dolor fueron como un abismo que maquillaste con sonrisas y supuesto bienestar a pesar de lo mucho que te dolía. Esas fueron tus palabras.

Lamento no haber podido esta ahí para ti cuando más necesitabas de alguien que te tomara de la mano. Me hubiera encantado poder ser quien te ayudara en todo porque por ti haría lo que fuera necesario.

Hace poco leí un libro, una hermosa historia de romance. Una donde no pude evitar vernos a nosotras como las protagonistas de ese relato tan hermoso, deseando que tuviéramos algo remotamente parecido o que, aunque sea, experimentáramos esa misma felicidad que reflejaban esas páginas. No podía evitar sonreír. Qué hermoso sería que nos entregáramos el corazón la una a la otra...

Conozco los impedimentos, pero me permití soñar. Conozco el riesgo, pero me permití soñar. Conozco cuán imposible puede ser, pero me permití soñar.

Lastimosamente, me vi en la obligación de romper mi burbuja. Me regresé a la realidad, me alejé de esos cuentos de hadas. Apagué esa luz de ilusión sabiendo que no pasará. Lo sé: no tengo oportunidad. No me hago ilusiones, no alzo mis esperanzas. Ya no duele, no me duele saber que solo podremos ser en mi mente. Sí, aún me permito soñar, pero sé que es solo eso: un sueño inalcanzable. Decidí amarte en silencio. Mi prioridad es mantener nuestra amistad, no perjudicarla.

Lo admito: tengo miedo, estoy aterrada.

A fin de cuentas no existe un nosotras más allá de nuestra amistad. Créeme cuando te digo que prefiero tener tu amistad a arriesgarme a lastimarte. Tengo tanto miedo de hacernos daño a causa de mis inseguridades y dudas. Te considero fuerte, tan fuerte que me da miedo dañarte de otra forma que no sea romperte. Una que quizá sea peor. Y si eso ocurriera yo nunca me lo perdonaría.

Se me acelera el corazón cuando sé de ti y sonrío al imaginarme un futuro imposible. Solo quería hacértelo saber. No solo considero que eres bellísima y hermosamente adorable, sino que adoro tu forma de pensar y expresarte. Amo tu mente.  Amo lo creativa que puedes ser y las historias que puedes contar. Amo tu esencia, tus ideologías, tu mente y creo que es la forma más bonita de amar.

He aceptado que tengo quizá hasta menos del 0,01% de probabilidades de estar contigo. He aceptado que lo nuestro es algo prácticamente imposible. Me gusta imaginar una vida juntas de vez en cuando, pero ya he aceptado que sólo ocurrirá ahí: en mi imaginación.

Discúlpame por poner en peligro nuestra amistad con esta estúpida carta. Discúlpame por imaginarme cosas que nada que ver. Discúlpame por imaginarme un final en donde estemos juntas.

Te quiero como nunca he querido a alguien. Espero que nunca olvides eso. Siempre que me lo permitas, estaré allí para ti. No me iré a ningún lado.

Atentamente, P."

Vi una gota de agua caer en el grafito mojando la hoja. Limpié la lágrima antes de suspirar.

—Qué estupidez—, me reí de mi misma.

Me quedé contemplando la hoja otros pocos segundos antes de arrugarla en una bola de papel. La tiré con fuerza al otro lado de la habitación sin querer verla.

¿En qué estaba pensando?

Suspiré antes de levantarme de mi escritorio y buscar la carta.

Me recosté en mi cama mirando el techo, abrazando esa bola de papel cerca de mi pecho como si fuera mi peluche favorito.

Me quedé allí unos minutos. Volví a suspirar.

Abrí el cajón de mi mesa de noche y deposité la bola de papel ahí.

—Aún no estoy lista—, cerré la gaveta. —Quizá otro día.

***

Perdón por lo corto. Espero hayan disfrutado el Mini Maratón.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora