20. Música

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5 de mayo de 2020

Aún con los ojos cerrados, sentí unos labios cálidos inundar mi rostro con sus besos. Me sentí despertar, pero no quería abrir los ojos todavía.

–Buenos días...– Susurró una voz ronca a mi oído antes de seguir repartiendo besos en mi cara y, ahora, cuello.

Sonreí.

Llené mis pulmones de oxígeno mientras giraba sobre mi misma para enfrentar a la dueña de aquella voz. Por fin abrí los ojos, encontrándome con unos color avellana regresándome la mirada.

–Buenos días–, dije en un hilo de voz.

Me acerqué un poco más para besar sus labios a mi gusto. Beso que fue interrumpido por su sonrisa.

–¿Qué hora es?– Me quejé escondiéndome en su pecho, deseando poder volver a dormir.

Sentí como extendió su cabeza para ver el reloj digital en el mueble frente a la cama.

–Seis de la mañana–, leyó. Sentí sus uñas acariciar mi espalda descubierta. –Es hora de levantarse–, quiso convencerme.

–Cinco minutos más–, demandé queriendo quedarme allí todo el día.

–Vamos...– Insistió intentando convencerme a besos. –Tú debes trabajar y yo también–, habló serena.

Gruñí sabiendo que tenía razón.

–Odio ser adulta–, me quejé para sentarme en la cama, quedando frente a Calle, quien rio con mi comentario.

Me tomé un momento para admirarla, siendo la sábana lo único que disfrazaba su desnudez. Escanee su rostro y torso sin esconder la lujuria con la que lo hacía, deteniéndome en su cuello al notar una marca que no estaba allí el día anterior. No pude evitar sonreír divertida.

–Quizá quieras cubrir esto–, mencioné acercando mi mano a ella para acariciar el chupete a una pulgada de su pulso.

–¿Qué?– Preguntó sin entender, mi ceja levantada y el calor de su piel respondiendo su pregunta.

Me miró con falsa indignación antes de tomar mi rostro entre sus manos.

–Me las vas a pagar.

Selló su promesa con un corto beso y, antes de que pudiera responderle, agregó.

–Ahora sí tienes que levantarte porque se te hará tarde.

Antes de que pudiera protestar, se despojó de la sábana que la cubría parcialmente y se alejó de nuestra cama hacia el armario sin preocuparse por ponerse algo encima antes. No pude hacer más que quedarme observándola. Eso hasta que me atrapó haciéndolo.

–¿Qué haces?– Me miró.

Sonreí maliciosa.

–Admiro la vista.

Ella rio poniéndose una camiseta ancha y lanzándome otra en el rostro, obstruyendo mi visión.

–Arriba–, me regañó antes de salir de la habitación y dejarme sin opción más que comenzar a arreglarme para el trabajo.

Varios minutos después, me encontraba acomodando mi saco y mi cabello mientras me acercaba a la cocina y comedor, donde encontré a mi novia sirviéndonos el desayuno. Le di un beso antes de sentarme a la mesa, escuchándola hablar mientras ella hacía lo mismo.

–Me encanta cómo te ves con traje.

No importa cuantas veces lo dijera, una ola de calor siempre inundaba mi rostro.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora