9 de octubre de 2019
El día de hoy había sido pacífico. No pasaron muchas cosas fuera de lo ordinario y el clima fresco creaba la sensación de querer estar dentro toda la tarde. Estaba oscuro y lluvioso. Decidí aprovechar el clima para una maratón de películas. Estaba en el sofá con Ramón cuando escuché la puerta de mi apartamento sonar, lo que hizo que me pusiera de pie para recibir a quien estuviera del otro lado. Al abrir la puerta, mi corazón se detuvo.
–Espero no molestar–, dijo con la voz entrecortada.
Lo primero que vi fueron los ojos rojos de una Daniela completamente destrozada. Estaba temblando de frío mientras lloraba en silencio frente a mí. Tenía el cabello y la ropa empapados por la lluvia, rastros de lágrimas que aún caían por sus mejillas coloradas, sus brazos al rededor de su torso para conservar calor y sus labios temblando, no sé si por el frío o por su tristeza.
–Dios mío, Calle. ¿Qué pasó?
Poco me importó empapar mi propiedad cuando la adentré al departamento y la dirigí cerca de la chimenea aún apagada. Busqué una toalla y una cobija para que se secara un poco y pudiera empezar a entrar en calor. Su tembloroso cuerpo reclamaba calidez.
–Quédate aquí–, fui a la cocina por algo para prender el fuego.
Cuando regresé, Ramón estaba sentado a los pies de Dani, como esperando algo de ella. Noté que tenía la mirada perdida en el suelo, como si tuviera la mente en otro mundo. Sin demoras, prendí el fuego frente a ella y me acerqué a la silla en donde se encontraba, asustando un poco a mi hijo en el proceso. Se apartó dejándonos solo a Calle y a mí frente al calor de las llamas.
Me senté en el suelo frente a ella y sostuve sus manos entre las mías, llevándolas a mis labios para intentar calentarlas. Estaba helada y no paraba de llorar. Las lágrimas no cesaban, parecían no tener fin. Me dolía verla en ese estado.
Pasaron varios minutos donde solo se escuchaba el crujir del fuego a mis espaldas y los silenciosos sollozos que salían de sus labios... hasta que se detuvieron. Los sollozos se convirtieron en lágrimas silenciosas y llenas de dolor que parecía querer ocultar. Su cuerpo dejó de temblar aunque su ropa siguiera mojada.
–Ven–, me levanté sin soltar su mano, –puedes usar mi ropa para cambiarte. Así no pescas un resfrío.
Le sonreí esperando una respuesta de su parte. Respuesta que llegó con un movimiento de cabeza.
Una vez me aseguré que estuviera más cómoda, nos volvimos a sentar frente al calor del fuego. Ramón se subió a mi regazo y Calle, sentada frente a mí, se distrajo a ella misma siguiendo los patrones en el pelaje de mi pug. Una sonrisa triste casi invisible se posó en sus labios cuando Ramón le regresó el cariño.
No quise presionar a que me dijera qué había pasado. Fuera lo que fuese, ella me diría a su tiempo. En este momento solo quería que supiera que estoy aquí para ella. Nos mantuvimos en esa misma posición hasta que noté como la tormenta afuera comenzaba a cesar.
–Mamá se enteró–, habló por primera vez desde que la dejé entrar.
Fruncí el ceño confundida.
–Se enteró... ¿de qué?– Pregunté con cautela y curiosidad.
–Que soy bisexual... Que me gustan las mujeres–, su voz volvió a cortarse. –No lo tomó muy bien...
Mis ojos se abrieron casi al instante.
Calle me había contado algunas cosas sobre su relación con sus padres. Hasta donde tenía entendido, eran una pareja de fanáticos religiosos, muy devotos a la iglesia católica. Daniela llegó a mencionar que tenían tendencias sexistas y sobreprotectoras con ella y con su hermana Juliana, pero, afortunadamente, ninguna de las dos había crecido con la misma mentalidad cerrada. Las peleas en casa parecían ser seguidas, a tal punto que ella prefería estar en cualquier lado, excepto su propio hogar.
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Someday | Caché
FanfictionCalle y Poché | Fanfic • Historia desde el punto de vista de Poché • ×××× -Te amo, Calle, y no sólo como se aman las mejores amigas. -No podemos estar juntas. No ahora. El corazón de Poché se detuvo. -Algún día-, prometió. Algún día. Y sin importarl...