13. Blanco

895 60 22
                                    

6 de noviembre de 2020

Esa noche no había podido dormir. Mi mente no encontraba paz suficiente como para dejarme descansar lo necesario para la mañana que me esperaba. Sería quizá una de las mañanas más agitadas y llenas de emociones que haya presenciado desde hace ya mucho. Una de esas que nunca podrás olvidar aunque así lo quieras.

Sería, literalmente, una mañana inolvidable.

No vi la hora a la que me había quedado dormida, pero el cansancio que sentí al despertar me confirmaba que no dormí mucho. Al abrir los ojos sabía que ese era el día que nunca hubiera creído que llegaría.

Laura había insistido demasiado en que ella personalmente iría a recogerme al apartamento para acompañarme a la ceremonia, más que nada porque yo no quería llegar sola. Por alguna razón me sentía nerviosa. Lo sé porque mi corazón latía con rapidez, movía mi pierna intentando canalizar mi energía en su movimiento y mis manos comenzaban a sudar.

¿Por qué estoy nerviosa siquiera?

Nunca lo supe con exactitud. En realidad, a mi nerviosismo no le veía sentido.

Ese día me quedé mirando el techo sobre mi cama más de lo usual, pensando. Me demoré varios minutos antes de poder levantarme para comenzar mi día.

Habíamos decidido que la ceremonia sería en la mañana, cuando el sol de la ciudad no era tan potente y aún se sentía la brisa matinal. Creo que nunca antes había estado de acuerdo con una idea tan rápido. Al menos no recuerdo haberlo estado. Creímos que sería un clima perfecto, comparándolo con el clima que solía formarse en la tarde: uno más caluroso y difícil de sobrellevar.

Después de comer algo y luego de atender unos minutos a Ramón, me dirigí a mi cuarto para sacar el atuendo escogido. Era algo sencillo para la ocasión: un vestido blanco que llegaba más abajo de las rodillas, aproximadamente cuatro o cinco dedos más arriba del tobillo.

La parte superior del vestido estaba más elaborada en comparación a la parte inferior. Se trataba de un diseño cruzado con poco escote en forma de "V" que dejaba expuestos mis hombros por la falta de mangas, pero cubría toda mi espalda y el resto de mi torso. La falda del mismo era suelta y caía libremente en anchos pliegues flexibles que se movían de forma casi exagerada al caminar.

Calle fue quien me dijo que lo comprara.

Calle.

Una sutil sonrisa apareció en mi rostro al traer a mi mente esos ojos color avellana que tanto amaba. Que tanto amo.

Volví a divagar, esta vez pensando en ella. Su sonrisa era una de las primeras imágenes que venían a mi mente, y su risa contagiosa la primera que imaginaban mis oídos.

Calle me hacía feliz. Calle estaba esperando.

Consideré no perder más tiempo. Esta es una de esas ceremonias a las que por nada del mundo puedo llegar tarde. Debería llegar a la hora indicada y hasta con varios minutos de anticipación. Sentía esa necesidad de hablar con Calle antes de que todo iniciara. Antes de que la ceremonia diera inicio y antes de tener que hablar frente a todos con ella a mi lado.

Fui por mis zapatos y acomodé mi cabello que permanecería suelto. Finalmente, me acerqué al tocador junto a la puerta de mi recámara y me dispuse a ponerme un poco de maquillaje.

Antes de salir del cuarto, me miré una última vez al espejo a ver el resultado final para luego ver la hora. Aún estaba a tiempo. Laura llegaría aún dentro de quince minutos, los cuales utilicé para relajarme un poco.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora