2. Una canción

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11 de mayo de 2015

Aquella mañana, después de que Daniela me recogiera en casa para irnos juntas a la universidad, conversamos y nos pusimos de acuerdo respecto a la hora a la que nos reuniríamos. Como era costumbre, Calle y yo quedamos de reunimos en la biblioteca que tenía la universidad después de nuestras respectivas clases. Solíamos terminar casi a las mismas horas la mayoría de los días, así que esto de encontrarnos para cada una hacer sus respectivos deberes se había convertido en una costumbre con rapidez.

Podría decir que es casi una tradición.

Yo estaba tan concentrada en el diseño en el que estaba trabajando en mi computador que por poco no noté cuando Dani llegó a mi lado y se desplomó en el asiento con cansancio. Le dirigí una mirada acompañada de una sonrisa en forma de saludo, pero la que ella me dio de vuelta no parecía estar con muchos ánimos.

Inmediatamente, y como era costumbre cada vez que visualizaba sus expresiones faciales, mi mente comenzó a repasar posibles escenarios que pudieran ser el motivo por el cual, en este caso, estuviera tan estresada.

Quizá alguno de sus compañeros de clase había comentado algo extremadamente estúpido y su profesor decidió castigarles por ello a todo el grupo o se metió en problemas con algún profesor por, otra vez, tener la cabeza en las nubes cuando le solicitaban su atención. Tal vez le habían dejado alguna asignación complicada referente a un tema que no se le daba muy bien o no comprendía del todo. Puede que haya recibido una calificación que no esperaba, de la cual estaba confiada, y ahora deba reponerla al esforzarse el doble en el siguiente examen o proyecto para recuperarse. Probablemente se encontró con algún problema en los pasillos cuando venía de camino a la biblioteca y se vio involucrada de alguna forma. En fin, las posibilidades eran infinitas.

En ese momento decidí dirigir mi mirada al espacio en la mesa frente a ella y observé lo que era su cuaderno de composición.

Por supuesto, debe componer algo y tiene la mente en blanco.

-¿Está todo en orden?- Susurré para asegurarme.

-¿Por qué algo que amo tanto debe ser tan complicado?- Resopló de mal humor. -Es decir; me encanta componer, pero siempre que debo hacerlo para la asignatura demoro mil años.

Desplomó su cabeza en la mesa, sobre su cuaderno, haciéndome reír. Amaba cuando exageraba sus reacciones y, en lugar de demostrar lo que quería, termina siendo lo más tierna del mundo. Sus expresiones siempre me han parecido extremadamente adorables, al punto de hacerme reír con ellas. Mi risa hizo que volteara a verme desde su posición en el escritorio con un puchero.

-Te ríes de mis desgracias.

-Es gracioso verte así-, sonreí mientras ella se incorporaba. -¿Sobre qué es esta vez?

Suspiró.

-Por primera vez no nos dio tema. Dio algunos ejemplos, pero no los anoté todos-, leyó para sí lo que tenía anotado en el cuaderno. -Solo especificó que debemos usar metáforas y ese tipo de cosas.

Aunque Daniela fuera un chica muy talentosa y tuviera una voz absolutamente hermosa, solía bloquearse mucho a la hora de componer, cualquiera fuera el tema o género. Podía ser muy creativa en ocasiones, pero esas ocasiones solían ser muy escasas. Era peor cuando tenía presión para ser creativa: se le dificultaba aún más trabajar bajo presión. No fluía.

-¿Qué te parece si salimos de aquí en busca de inspiración?- Comencé a recoger mis pertenencias, que no eran demasiadas.

-Creí que debías terminar tu diseño-, frunció el ceño.

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora