7. Kalopsia

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12 de junio de 2016

En mi mente repetía sus palabras una y otra vez, como una grabación repetitiva.

"Eso no es algo natural. La ley lo prohíbe, y con razón. Solo funciona hombre y mujer; esas relaciones de hombre y hombre o mujer y mujer no llegan a ningún lado. Es solo un capricho, un experimento, una pérdida de tiempo. Es asqueroso."

Nunca le había dicho a Johann ese detalle sobre mí, no creía necesario informárselo. Nunca sentí que le debía una explicación al respecto. Tampoco era algo que ocultara, tenía la sensación de que todo el mundo lo sabía o, al menos, lo suponía; pero a veces se me olvida el detalle que esto de "salir del closet" no es algo de una sola vez. Es algo constante, un dato que les das a las personas que conoces y, a menos que se lo digas tu mismo, no lo sabrán hasta descubrirlo por su cuenta, y eso no es algo instantáneo.

"La verdad no lo entiendo, Pochas. Ese desorden mental debe ser horrible. Es decir, ¿qué les pasa por la cabeza cuando deciden una cosa así?"

¿"Qué les pasa por la cabeza"? ¿Qué le pasaba a él? ¿Cómo se atrevía a expresarse de esa forma? ¿Cómo pude convivir tanto tiempo con él y nunca darme cuenta? ¿En serio había llegado a gustarme? ¿Él? No lo podía creer. Aún no termino de asimilar lo que pasó en ese restaurante y el escalofrío que me recorrió cuando pronunciaba cada sílaba.

Mi ceño fruncido no se había suavizado desde que salí de ese lugar con una excusa estúpida. Todo iba tan bien. El lugar, la cena, las risas, los chistes... Todo iba genial hasta que hizo esa mueca al ver algo en la pantalla de su celular.

"¿Pasa algo, Johann?"

Negó.

"Una estupidez. Al parecer están considerando legalizar la unión de enfermos mentales."

Mi ceño se frunció con curiosidad y mi corazón se estrujó al ver la noticia a la que se refería y la que, horas atrás, había hecho a mi corazón latir de alegría. Mas bien, se estrujó al ver su reacción respecto al artículo en la pantalla de su celular.

Salí del restaurante cuanto antes usando de excusa rápida que no podía dejar a Ramón solo mucho más tiempo, que mi hijo me estaba esperando en casa. Sugirió que me acompañaría, pero no quería ver su rostro nunca mas. Al menos no por ahora. No mientras sentía esa sensación en mi pecho y escuchara a mi mente repetir sus palabras.

Al llegar a casa, por alguna razón, no tenía ganas de llorar. Parecía estar en un limbo de sentimientos, donde no sabes como reaccionar y parece ser una extraña paz perturbada. No me sentía triste o molesta... estaba decepcionada. Decepcionada porque debí haberlo visto venir y también porque, a la vez, esperaba más de él. Parecía el hombre perfecto. Es atento, cariñoso, inteligente, amable, respetuoso, gracioso, guapo y un gran amigo; pero tiene una mente horriblemente cerrada y una constante negación a cambiar su punto de vista inicial. Con su temperamento impredecible no sabría que podría pasar al enterarse que yo era una de esos "enfermos mentales".

En el fondo me dio miedo. Miedo a que se saliera de control.

Mi celular sonó interrumpiendo mis pensamientos. Era una notificación de un mensaje de texto. Era un mensaje Calle.

"Hey, ¿qué tal estuvo
la cita con Johann?"

Sonreí instantáneamente, sintiendo un alivio momentáneo.

"Digamos que no tan
bien."

"¿Pasó algo? ¿Estás bien?"

"¿Tengo que ir a
golpearlo?"

Someday | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora