Recuerdos.

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Sophia frunció el ceño y se removió en su silla; miro, un poco molesta, un poco sorprendida, a Cameron.

–¿Cómo que no puedes decirme qué soy? –Preguntó en un susurro mezclado con un grito.

Cameron solo se encogió de hombros.

–Son las reglas del juego.

–¿El juego de quién? ¿Quién le dijo que yo quería jugar? –Pregunto un poco más alto.

Escuchó un Shh que venía de otra mesa.

–No te puedo decir, tienes que descubrirlo ti misma. –Volvió a repetir.

–¡Ya dijiste eso! –Esta vez Sophia hablo casi gritando, volvió a escuchar el Shh– Si, si, shh, ya me callo.

40 minutos antes, Cameron le había preguntado en dónde podrían hablar. Sophia escogió la biblioteca esperando que no fuera algo parecido a una cita, estaba empezando a arrepentirse.

–Habla más bajo...–Regaño Cameron– Escucha, que tu descubras qué eres, es más fácil de lo que crees. En eso sí puedo ayudarte.

–Pero si dices que somos "lo mismo" –Hizo las comillas con sus manos-, no entiendo por qué hacerte el misterioso y no decirme.

Cameron suspiro y se masajeo las sienes.

Sophia recordó que su tía hacía lo mismo cuando ella no dejaba de hacer preguntas y molestarla.

–¿Acaso no estas escuchando? No puedo decirte. No puedo.

Sophia se rindió.

–Bien, como sea. ¿Cuándo vamos a empezar?

–Lo más pronto posible.

–Espera, ¿Por qué estás ayudándome?

Cameron levantó la mirada de la revista que estaba ojeando, clavo sus ojos en los de ella.

–Tengo que hacerlo.

Sophia no dijo nada, no entendió esa respuesta.

–Esta bien... ¿Cómo vamos a hacer que yo sepa qué soy?

Cameron miro al rededor, las mesas a su lado estaban vacías.

–Podemos hacerlo acá, ya mismo.

Sophia trago saliva, cerró y abrió las manos. El gesto no paso desapercibido por él. Puso su mano en el antebrazo de ella.

–Oye, calmate, no vas a resultar herida... Por lo menos no físicamente.

–Gracias por ayudar a tranquilizarme. –Dijo sarcasticamente Sophia.

–Calla y relajate. Acomodate como más cómodo te resulte.

Sophia movió los hombros, puso sus brazos en la mesa y acomodo su cabeza en ellos, dándole la cara a Cameron.

–Ahora –Cameron habló en voz baja y ronca–, cierra los ojos...

Sophia sintió un vacío en el estómago, y con pocas ganas, cerró los ojos.

–Trata de despejar la mente, relajate –Puso sus manos en los hombros de Sophia, sintió como éstos se tensionaron más pero cuando empezó a masajearlos, se relajaron–, piensa en solo una cosa, en un color, en lo que sea.

Sophia respiro hondo y escucho atentamente a Cameron, solo pensó en el tono grave de su voz y en sus grandes y calientes manos, que le daban un masaje.

Empezó a sentirse lejana, como si estuviera quedándose dormida, siguió pensando en lo relajados que estaban sus hombros.

En el último momento, antes de irse totalmente, le pareció sentir unos labios en su mejilla.

Cierra los ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora