Capítulo 14-Un estúpido más

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En un momento dado dormía

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En un momento dado dormía. Al siguiente estaba despierta. 

La cabeza le daba vueltas y era incapaz de enfocar la mirada en un punto fijo. 

«No toques a mi gente —hubiera querido gritar—. No mates a mis hombres, déjalos en paz. Déjanos en paz —suplicaba en su interior—, regresa a tu sucia cueva, monstruo.»

Ella no bebía alcohol, detestaba esa clase de bebidas que nublaban la mente. Pero estaba convencida de que su estado se asemejaba al de una borrachera. ¡Por Misericordia divina! ¿Seguía viva? A veces lo dudaba, a veces creía que había entrado en trance hacia el otro mundo. Después, el dolor de sus muñecas y de su cuello le recordaba que seguía viva. Y aunque resultara extraño, jamás se había alegrado tanto de padecer. Pues el dolor era lo que la hacía aferrarse con fuerza a la conciencia. Necesitaba recuperar su juicio, observar su alrededor, pensar... Una Románova jamás se rendía. 

Aprovechó su momento de lucidez y tiró de los grilletes que atrapaban sus muñecas. Hizo un esfuerzo descomunal para moverse, y aún así le dio la sensación de no haberse movido ni un solo ápice. 

—Veo que está poniéndose cómoda, zarina Anastasia —oyó el siseo irónico de Nicolás von Wittelsbach en la lejanía, a cientos de quilómetros. Acababa de entrar en donde fuera que estuviera ella. Trató de levantar la cabeza y de mirarlo para odiarlo con toda su alma, pero no pudo—. Mientras mi padre y mi hermano se entrenaban a diario en el arte de la guerra, yo crecí entre pócimas y venenos. Aprendí del curandero del Palacio de Königsberg. Algunos lo llamaban injustamente hechicero, yo lo llamaba maestro —Anastasia agudizó el sentido del oído con la cabeza gacha. Los grilletes se entrelazaban de tal modo que no podía ponerse de pie ni tenderse. 

»Supongo que no somos tan diferentes. ¿Me equivoco? Ambos somos dos marginados, dos seres especiales apartados de sus familias por intereses egoístas y narcisistas. Dos personas a las que ningunearon y que, por sí solas, han logrado llegar a la cima del poder. No hemos necesitado que papá nos entregara la corona, ¿verdad? —le susurró cerca de la oreja. Notó su aliento en el hueco que se esconde entre la mandíbula y el cuello. Le hubiera encantado decirle que ella no tenía nada que ver con él, pero tenía demasiado sueño como para hablar—. Oh, no puede responderme y no podrá hacerlo hasta que le dé el antídoto. Debo reconocer que es un poco aburrido este monólogo sin sus astutas apreciaciones y sus mordaces respuestas. Pero no estoy de buen humor. De hecho, estoy de muy mal humor —siseó con fuerza, sonriendo maliciosamente—. Le advertí que me matara, y no lo hizo. ¿Ahora qué espera de mí? ¿Espera que me convierta en un héroe y le perdone la vida para luego jurarle amor eterno? —Los dedos del Rey le acariciaron el mentón lentamente y murieron en sus labios. —Sé que me ama —confirmó, orgulloso. Anastasia se estremeció en una mezcla horrorosa de placer, miedo y grima—. Me ama de la única manera en que una mujer puede amar al hombre que teme. No puede conocerme, no puede llegar a mí como lo hace con los demás, y eso la fascina aunque no quiera reconocerlo. Aunque se flagele día y noche por desearme. —La besó lentamente en los labios, justo sobre ese mismo punto en el que sus dedos se habían quedado varados instantes antes. —Y no la juzgo por ello —Le levantó la cabeza y le sostuvo el semblante entre sus manos largas, obligándola a mirarlo. —Somos dos seres únicos en este mundo repleto de comunes y vulgares mortales. Un zorro nacido de los Románov y una serpiente nacida de las entrañas del infierno. Qué gran equipo haríamos juntos si no fuera por su estúpido sentido del honor. Demasiada sangre caliente en su cuerpo de mamífero, mientras que en el mío solo hay hielo y hiel —Se apartó y la dejó sola en mitad de la frialdad y el desconcierto—.  Tomó una decisión, zarina Anastasia: salvar a su hermana a costa de nuestra cordial relación y las decisiones tienen consecuencias. 

El corazón de la emperatriz. Dinastía Románov II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora