Capítulo 11: Quien madruga Dios le encarga un caso

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—¿La víctima es mucho más que una simple pista del caso?—repito las palabras que acaba de pronunciar mi modelo a seguir, respecto a su opinión de las personas que son asesinadas.

—Así es. Una víctima en realidad es...

—Hanako, despierta por favor...

La silenciosa y delicada voz de un joven me despierta de mi sueño, un reflejo del recuerdo de una de las tantas conversaciones que atesoro en mi interior.


30 de Junio, 8:34 AM. Edificio Tablas - Súper Oficina.


Me esfuerzo al máximo en abrir mis somnolientos ojos, dando como resultado una vista nublosa.

Al parecer estaba profundamente dormida. Incluso siento un hilo de baba caer por mi boca. Siempre he sido alguien de sueño pesado y que tarda un buen rato en levantarse.

—No entiendo como puedes dormir hasta tan tarde si se supone que tu oficina abre a las ocho de la mañana—me reprocha el muchacho.

Solo pude escuchar algunas palabras que dijo. Para poder dedicarle toda mi atención, necesito despertar la parte de mi cerebro que sigue dormida. Ahora mismo me encuentro en el limbo que separa el sueño de la realidad.

Uso todas mis fuerzas para levantar mi torso del sofá en el que estaba durmiendo, y tardo unos segundos en balancear mis piernas al otro lado. Paso de estar en una posición recostada a una sentada, manteniendo la cabeza gacha y comienzo a analizar mi cuerpo.

Llevo mi pijama de todas las noches, una blusa de color rosa con la frase "FUCK YOU" impresa en el centro. Un diseño perfecto para los vírgenes que cuando te hablan te ven las tetas en lugar de a los ojos.

Me tomo mi tiempo en discernir que uno de los tirantes de la prenda está caído, y se puede apreciar un costado de mi pecho derecho. Aún así, me da mucha paja arreglarlo.

Bajando más la mirada, mis globos oculares no pueden evitar posarse sobre mis delgadas piernas. No llevo ningún tipo de pantalón, así que mi ropa interior está expuesta: Bragas oscuras.

Sin darle mucha importancia, procedo limpiando la mugre de mis ojos con mis manos. Al terminar, observo a mi alrededor para ser capaz de adaptarme en el lugar en el que me encuentro.

Se trata de mi Súper Oficina, el lugar en el que trabajo y a la vez en el que vivo. Está ubicada en un edificio de oficinas individuales de distintos oficios, específicamente en el tercer piso. Tiene el tamaño de la típica sala de estar de una casa común, aunque se ve opacado por la gran cantidad de cosas que entorpecen el poder caminar por el lugar.

El sofá rojo en el que estoy sentada se encuentra pegado a una pared, teniendo a su lado un reloj colgado en la pared. Intento comprobar la hora con él, pero mi vista todavía se ve borrosa por el sueño.

Decido escanear cada cosa de mi oficina para que mi mente se encienda.

Hay un escritorio cuya superficie tiene amontonados diversos informes, documentos y notas. La única zona que no posee ningún papel encima está ocupada por un teléfono de mesa. Solo lo utilizo porque es obligatorio tener un número público para que me puedan contactar. Aunque a veces les doy mi número privado a los clientes que se ganan mi confianza.

Detrás de la silla del escritorio, diviso unos rayos de luz que atraviesan la ventana con sus persianas subidas. A la derecha de la zona de trabajo que ya analicé se ubica una bella y pero apagada lámpara de pie.

Súper Detective HanakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora