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Estaba congelada en mi lugar, mirando a un hombre con el que no había estado cara a cara en dos años. ¿Siempre ha sido así de alto? ¿ha crecido? Sabía que era alto antes, pero estar justo frente a él me mostró lo mucho que estaba por encima de mí. Su rostro es relativamente igual pero más desarrollado musculosamente, pecas más notorias y oscuras, mandíbula más afilada, rostro más varonil que cuando tenía diecinueve años, pero el mismo olor. Su piercing en la ceja había desaparecido, ahora tenía una muesca. Una fina barra blanca descansaba entre sus labios, pero no un cigarrillo.

¿Eso era una piruleta?

Inmediatamente solté sus brazos mientras él soltaba los míos, por el sobresalto di un paso hacia atrás para que hubiera un buen espacio entre nosotros. Mi corazón latía con fuerza contra mi cavidad torácica, provocando que me doliera todo el cuerpo.

"Tú." Habló con severidad con el palo entre los dientes, sentí el olor a cereza cuando habló. Definitivamente tenía una piruleta en la boca.

Dando un paso atrás, veo que está en una camiseta gris oscuro casi negra con una sudadera con capucha gris desabrochada sobre ella, la capucha en realidad sobre su cabeza por lo que solo algunos pocos mechones muy finos de su cabello solo se salía por el frente.

Crucé los brazos sobre el estómago porque no estaba preparada para responder. No pensé que me encontraría con él uno a uno cuando tuviera la guardia bajada, pensé que habría sido al menos con el resto de la banda. Pero no, tuve que estrellarme contra él al doblar una esquina.

"Soy vuestra nueva fotógrafa. " Fueron las únicas palabras que me vinieron a la mente mientras las escupía rápido.

Dios mío, soy idiota.

Sus cejas permanecieron fruncidas, mirándome con gran intimidación. Quería ahogarme de los nervios y huir como si esta situación no hubiera sucedido, mi estómago estaba hecho un nudo.

"¿Crees que no lo sé?" Dice, en cambio de lo que pensaba.

Pensé que se iba a sorprender.

"Bueno, yo..."

"Esta es mi maldita gira: votamos si te permitimos o no está puta cosa, sabes". Habló como si todo eso fuera nuevo para mí.

"Tú... ¿votaste?"

"Sí. Todos votamos." Repite con cierta severidad en su voz como si estuviera en problemas. Se inclinó y recogió una tarjeta de acceso en el suelo, lo que me hizo darme cuenta de que ya no tenía una en la mano.

Se puso de pie, alto y erguido, dando un paso adelante y extendiendo la tarjeta.

"Me lo denegaron". Murmuró en voz baja mientras me ofrecía la tarjeta para que la recuperara, sus ojos ardían directamente en los míos con dureza como si estuviera extremadamente cabreado.

Congelé mi respiración ante sus palabras, mirando fijamente sus ojos fríos que enviaron un escalofrío a través de mí. Su mandíbula estaba afilada en un apretón, cada parte de su cara cincelada de una manera dura.

No votó por mí, pero sería estúpida si actuara sorprendida por ello.

Saqué la tarjeta de plástico de sus uñas negras astilladas, terminando la conversación caminando alrededor de él y en la dirección en la que venía al final del pasillo. No quería entretenerlo durante más tiempo si va a ser un completo gilipollas.

Me apresuré sin decir una palabra más, la tarjeta cogida en mi mano sudorosa y mi corazón acelerado por la confrontación. No estaba preparada para verlo en este momento, para encontrarme con él de esa manera. Odio lo temblorosa que estoy por eso, él es el mismo idiota que era cuando fui a su concierto hace dos años. No debería permitir que gente así me haga sentir conmocionada.

PERFIDY, payton moormeier.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora