Pero el Señor le dijo a Samuel:—No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
1 Samuel 16:7
Todos, en algún momento, hemos hecho nuestra lista perfecta de cómo queremos que sea la persona que Dios ha destinado para nosotros.
Quizá en algún momento hicimos borrones porque no estábamos satisfechos con lo que habíamos escrito. Contábamos con lujo y detalles como queríamos que fuera: su altura, su apariencia, el color de sus ojos, su amor por el Señor, su deseo por servirle, su esfuerzo y valentía, su vida en oración, su transparencia y semejanza a Cristo, y así seguíamos escribiendo...
La lista se extendía mientras más recordábamos algo que se nos había olvidado, hasta que la terminábamos, orábamos y cerrábamos nuestro diario.
Ya al crecer y al madurar nos damos cuenta de que, antes de exigir nuestra lista perfecta, debemos tener la nuestra.
La lista de nosotros mismos.
1. Debemos orar sin cesar, debemos anhelar esa vida de oración y rendición total al Señor para que nuestra dependencia hacia él crezca más y más. No podemos exigirle a Dios un hombre de oración si nosotros no somos mujeres de oración, y viceversa. Sino llevamos una vida de oración durante la soltería, mucho menos oraremos estando casados.
2. Debemos ejercitarnos para la piedad. Debemos anhelar que nuestras ganas de conocer a Papá en lo secreto sea una realidad en nuestras vidas, tengamos la edad que tengamos, cumpliendo el propósito del Señor, nunca debemos de desenfocarnos cumpliendo nuestros propios objetivos, cuando el Señor nos llama a negarnos a nosotros mismo y a obedecer el plan que Él tiene para nosotros en donde nosotros estamos.
3. Disfrutar cada etapa de nuestras vidas. Muchas veces cuando somos jóvenes, anhelamos ese momento en el que nuestra mano se tome con la suya por primera vez. Sin embargo, cada etapa de nuestras vidas, desde que somos niños hasta que llegamos a ser ancianos, debe ser disfrutada grandemente. El mundo nos obliga a entronar en nuestras vidas el vivir soñando; pero debemos destronarlo por completo. Debemos llevar una vida orando, estando alerta, y escuchando lo que el Señor habla a su Iglesia en estos tiempos peligrosos.
Si eres adolescente, disfruta enormemente tu juventud siempre y cuando sea sanamente y como a Dios le agrada. Disfruta de amistades sanas que te edifiquen. Enamórate de Jesús, conoce de su palabra y de su persona. Él es el único que podrá saciar tu corazón y satisfacer tu alma, en él te sentirás completo. No voltees tu rostro a la presión social de "tener un novio/a" o intentar lo que otros hacen. Guárdate para el Señor, que esperar su tiempo siempre vale la pena y nunca nos decepciona. Y aún si es la voluntad de Dios que no nos casemos, debemos encontrar nuestro contentamiento, propósito y plenitud en Cristo solamente. Estudia y prepárate para la profesión que quieras ejercer en un futuro o la vocación que el Señor te ha dado.
Si eres un Joven Adulto, deposita tus ansiedades y preocupaciones a los pies de Jesús. Sabemos que en nuestra juventud tenemos muchas responsabilidades basados en nuestra carrera universitaria y trabajo. Pero no hagamos de eso el todo de nuestra vida, recuerda que son solo herramientas que el Señor usa para bendecirnos y poder bendecirle y glorificarle así que todo lo que hagamos sea para su Gloria. Solo él puede renovar nuestras fuerzas.
Cuando el Señor nos haya madurado espiritualmente, emocionalmente y en todo sentido. Cuando ya acabemos nuestra carrera universitaria y estemos trabajando, allí podemos pensar en un matrimonio. Obviamente, siempre dependiendo de la voluntad de Dios.
El Señor desea que seamos inteligentes y sabios en nuestra manera de vivir, no podemos dejarnos llevar por nuestras emociones ni mucho menos por un "amor romántico".
Recuerda que deseamos un amor conforme a la voluntad de Dios, no un amor de película.
4. Usar nuestros dones y talentos. Todos tenemos esos regalos dado por Dios que son para su Iglesia. Usemos lo que más nos gusta hacer para la extensión de su reino. Recuerda que no podemos descuidar el don que hay en nosotros, al contrario, debemos aprovecharlos y bendecir a otros por medio de ellos. Si te gusta cantar, escribir, dibujar, diseñar, cocinar, construir, enseñar, servir, tener misericordia, la multiforme gracia de Dios nos sorprenderá.
5. Dar. Dar nuestro tiempo, ayuda y afecto a otros debe ser nuestro estilo de vida. El pensar en los demás y no solo en nosotros mismos abre nuestros a lo que dice su palabra y dejamos nuestro egoísmo y orgullo atrás. Debemos ser las manos y pies de Jesús en este mundo.
6. Disfrutar cada bendición que el Señor nos da. La soltería no es un lugar en donde nos quedamos a esperar; es un regalo, una bendición. Disfrutemos cada cosa que el señor hace en nuestras vidas, desde la más pequeña hasta la más grande. Disfrutemos de nuestra familia, amigos, de los amaneceres y atardeceres, de nuestras actividades favoritas. Agradezcámosle a Dios por permitirnos vivir cada día y seamos agradecidos a cada momento.
7. Vivir su palabra. Caminar ella, disfrutar de ella, meditar en ella, memorizarla, amarla. Que la palabra de Dios santifique nuestros corazones en Jesús.
Somos pecadores favorecidos por su gracia. Amados por un Dios perfecto, Santo, Justo y Glorioso. Que nuestra lista sea más importante que desear tener a esa persona a nuestro lado. Preparémonos y disfrutemos de cada etapa, el Señor nos bendecirá con una persona que también esté cumpliendo su lista.
¡Dios te bendiga!
aa
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Mi tiempo contigo
SpiritualitéMe mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. |Salmos 16:11| Como humanos, cometemos el error de buscar joyas preciosas en falsos tesoros. Satisfacción en lugares vacíos y plenitud en tie...