Tu verdadera identidad

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Pedro, apóstol de Jesucristo: A los expatriados, de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, por la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Que la gracia y la paz os sean multiplicadas.

|1 Pedro 1:1-2|

Las palabras de este primer versículo nos habla de algo mucho más que un saludo, es el título que ni siquiera todas las entidades de este mundo pueden otorgarte.

¡Pedro, Apóstol de Jesucristo!

Cuando Pedro negó al Señor 3 veces, él no pensaba toparse luego con la majestuosa gracia de Jesús, pero así sucedió. Fue llamado "Apóstol" sin importar lo bajo que había caído.

Las escrituras nos enseñan que en Cristo Jesús tenemos una nueva identidad. Nuestros pecados los echa en lo profundo del mar y nunca más se acuerda de ellos. ¡Qué privilegio el ser llamados sus "escogidos" y servirle luego de tanto tiempo lejos de Él o de haberle fallado!

Pero eso no es todo, en el segundo versículo podemos encontrar una preciosa declaración que nos enseña a que lugar pertenecemos realmente, en quién somos santificados y nuestro propósito en esta tierra:

Según Su voluntad, el Padre nos escoge antes formarnos en el vientre de nuestra madre. 

Nuestra verdadera identidad existía antes de caminar en este mundo a pesar de que nuestro corazón estuviera vendado.

Su Espíritu es quién nos santifica cada día de nuestras vidas, ¡no nuestro propio esfuerzo!

Y el propósito de ser santificados es para obedecerle a Él y ser rociados con Su sangre.

No se trata del nombre o la identidad que los demás escojan para nosotros. No se trata de ganarnos a Dios con nuestras obras porque eso nunca va a funcionar. Siempre se ha tratado de la Sangre redentora de Jesús que nos purifica cada día para que por medio de Su Espíritu podamos obedecerle y estar enfocados en cuál es nuestra verdadera identidad.

Te invito a leer una vez más estos pequeños versículos que escoden una verdad poderosa. Oremos porque el Señor nos muestre quienes somos en Él y que nos permita vernos como Él nos ve, que anhelemos más de esa Sangre que nos purifica cada día y podamos obedecerle en todo tiempo recordando a que reino verdaderamente pertenecemos.

¡Adiós preciosuras!

"Que la Gracia y la paz les sean multiplicadas".

Mi tiempo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora