Antes de subir al avión privado, West le dio ciertas indicaciones a Elizabeth, pues él no viajaría con nosotros. Durante el vuelo, no podía dejar de verla ya que estaba en frente, y aunque estaba leyendo ella notaba que la observaba, pero simplemente sonreía.
Siempre era así. Siempre estaba allí babeando por ella.
Cuándo llegamos a Nueva York nos recibió nuestro socio, lo reconocí por sus particular melena rubia y sus ojos azules, lo había visto antes en fotografías. Él era Tony Steele de Nueva York, y no sólo por lo apuesto. Era lógico que con esas cualidades físicas, y el dinero, atrapara a varias féminas.
Aunque no superaba a su jefe, el verdadero Tony Steele.
—Tony —me saludó él.
—James, ¿cómo te va? —le dí la mano.
—Bien, pero parece que a ti te va mejor —dijo señalando a mi escolta.
Allison, James y yo subimos en una de las tres camionetas mientras que Elizabeth subió en otra. Lástima, yo quería ir con ella, pero asumo que tiene que ver algo con la seguridad. Varios minutos después llegamos a una extensa hacienda que pertenecía a mi socio. Todos bajamos del auto, Elizabeth también, y James ofreció darnos un recorrido por el lugar.
Primero nos mostró su casa. Era amplía, con un ambiente rústico y elegante. No me sorprendía que tuviera algo así, le pagaba lo suficiente como para que se diera esos lujos. Después nos llevó a un gran jardín, en el cual se encontraban varias mesas y sillas, también había un escenario. James nos explicó que se realizaría una pequeña reunión para celebrar los cinco años que cumplía la sede de "Steele Industries" en Nueva York, de la que él estaba a cargo. Es por esa razón que estábamos allí.
Llegamos a las caballerizas, en dónde había una gran variedad de caballos, obvio, que según su dueño todos eran de raza pura y muchos ganadores de múltiples competencias. Me sorprendió ver a Elizabeth acercarse a uno sin temor alguno, y empezó a acariciarlo delicadamente.
—¿Te gustan los caballos? —le preguntó James a su lado.
—Sí, son animales muy fuertes —le respondió sonriendo.
—¿Sabes cabalgar? —acarició al mismo caballo.
—Sí.
—¿Qué te parece si te invito a cabalgar conmigo? —le dijo sonriendo.
—Discúlpeme, pero no creo que mi jefe esté de acuerdo con eso, además no puedo abandonar mi puesto de trabajo.
Que pena James te vas a quedar con las ganas. De cabalgar, claro... O sea, en los caballos.
—No te preocupe, ellos vendrán con nosotros —mostró una seductora sonrisa.
Al instante dio la orden de preparar cuatro caballos, y en un par de minutos ya estaban listos. Todos estábamos arriba de aquellos animales, listos para emprender la cabalgata.
—¿Sabe cómo hacerlo? —preguntó Elizabeth a mi izquierda.
—Algo así, no es difícil.
No era un jinete experto, pero me defendía.
—Es más fácil de lo que parece. Sólo debe estar relajado, los caballos son animales sensibles, si se pone nervioso el caballo también se pondrá nervioso... Y no tiene de que preocuparse, yo lo protejo —sonrió.
Que bonito se escuchó eso.
Después de darme esa breve explicación, empezó a cabalgar a mi lado, ambos a paso lento mientras Allison y James iban adelante.
—¿Y cómo es que sabe tanto de caballos? ¿Otra herencia de su padre? —rió.
—No, uno de mis ex novios era jinete, ganó varias competencias de equitación y él fue quién me enseñó.
Varias imágenes lascivas sobre como le "enseñaron" a cabalgar asomaron por mi retorcida imaginación. Si ese era el caso, a mí también me encantaría enseñarle.
—Y dime ¿Elizabeth? —James se colocó a lado de mi escolta, ella asintió—, ¿piensa asistir a la fiesta de ésta noche?
—Pues la fiesta es para empresarios, no creo que sea correcto que esté allí —le dijo ella.
—Pero usted podría ir como mi invitada —le guiño un ojo.
Oh, no.
—La señorita Collins —intervine y recalqué su apellido— vendrá conmigo como mi escolta.
Porque ni loco la dejo contigo.
Al terminar nuestro paseo a caballo, continuamos el recorrido caminando. Llegamos a unas cabañas que estaban apartadas de la enorme casa, todas con el mismo estilo rústico. James nos llevó al interior de una, a la derecha se encontraba una pequeña cocina y una barra con tres taburetes, a la izquierda se encontraba un gran mueble en forma de L que en frente tenía una chimenea. En un pequeño pasillo había dos puertas a los lados, que pertenecían a las habitaciones, ambas tenían una gran cama de madera con sábanas blancas en ellas y un pequeño sillón, también de madera. La última puerta estaba al final del pasillo y era el baño. No tenía nada en particular, sólo que era el único de la cabaña.
—Tony, tú puedes quedarte aquí —me indicó James— y Allison podría quedarse en la de a lado.
—No, yo regresaré a la ciudad, tengo algunos asuntos que resolver —habló mi asistente.
—En cuánto a Elizabeth —la observó, al igual que ella a él—, podría darle una habitación en la casa, quizás junto a la mía.
—No te preocupes James —la observé—, Elizabeth se quedará conmigo.
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Corazón Antibalas ©
RomanceTony Steele es un empresario reconocido a nivel mundial, y conocido por ser un seductor empedernido, que busca protección debido a sus importantes negocios. Para esto contrata a los mejores ex-policías de Seattle pero nunca imaginó que entre ellos...