4. Me sorprendes

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La luz que se filtraba por la ventana me obligó a abrir los ojos. Me levanté y tomé un baño, cómo todas las mañanas. Cuando regresé a mi habitación noté que era la primera vez que mi cama estaba vacía, no había ninguna rubia, pelirroja o castaña ahí. Hacía mucho tiempo que no pasaba una noche sólo. No lo disfrutaba.

Bajé a tomar mi desayuno y Allison ya se encontraba allí con su agenda y su celular. Me senté a su lado, en frente de mi desayuno, y me observó un momento para después saludarme.

—Buenos días Tony —me dijo mientras escribía en su celular.

—Hola Allison.

—¿Cómo te fue con tu guardaespaldas? —no pude evitar sonreír al escuchar el tono irónico en que lo decía.

—Está bien —dejé mi tenedor a un lado—, ahora sí me puedes decir que piensas de ella.

—Esa mujer no es policía, West la tuvo que haber sacado de otro lado, quizás de algún burdel.

—El hecho de que sea atractiva no quiere decir que no está capacitada para el trabajo —tomé de nuevo mi cubierto—. Y no creo que la haya sacado de allí, West no va a esos lugares.

Continuó trabajando en su celular mientras yo desayunaba. Pude notar que Allison estaba molesta. ¿Celosa? No, ella nunca había dado muestras de afecto hacía mí, además llevábamos años trabajando juntos, la conocía bien, estaba seguro que si ella sintiera algo por mí lo hubiera notado.

Caminé hasta la sala en busca de los libros que había comprado el día anterior. No estaban. Seguí más adelante, en donde se encontraba un gran piano de cola blanco junto a la gran ventana que permitía ver la hermosa playa que se encontraba a los pies de mi domicilio. Se podía escuchar claramente el mar, era increíble pasar el rato ahí, admirando el paisaje. ¿Y por qué tenía un piano? La verdad no lo sabía, todos los empresarios famosos tienen uno aunque no saben tocarlo, como yo. Es decoración. Encontré los libros allí sobre el piano, los tomé y salí de la casa.

Allí estaba Elizabeth esperándome, como siempre, a lado del auto. Allison estaba más adelante también junto a su auto. Me acerqué a la pelinegra, que me recibió con una sonrisa.

—Buenos días Señor Steele.

—¿Cómo le va, Señorita Collins? —me sonrió nuevamente.

—Tony —escuché a Allison detrás de mí—, no encontré a ninguna chica arriba. ¿Pasaste solo la noche? Eso es increíble —Elizabeth desvió la mirada.

—Ayer no salí —le respondí mientras observaba a mi escolta.

—Entonces me voy, nos vemos en la oficina —le dio una última mirada a Elizabeth y subió a su auto.

—¿Nos vamos? —le dije.

—Claro —antes de entrar al auto, ella le dedicó la misma mirada a mi asistente.

¿Acaso le enojó lo que dijo Allison? No, seguramente se sentía avergonzada por aquella indiscreta conversación.

No hablamos en el camino, creo que eso era habitual, sin embargo la seguía mirando por el retrovisor. También era una costumbre observarla a través del espejo. Por alguna razón no podía evitar ver esos maravillosos ojos verdes, y no sólo eso, me encantaba su blanca sonrisa de todas las mañanas, su perfecta figura recostada en mi auto y sobre todo la forma en la que pronunciaba mi apellido con su sensual voz. Sinceramente, no recordaba haberle prestado tanta atención como a ella.

Cuando llegamos, bajé del auto con los libros. Entré a mi oficina, me senté en mi escritorio y, ya que Allison no había llegado con el trabajo, abrí los libros que había traído. Busqué varios significados de palabras que me interesaban, todo referente a la próxima reunión. Para qué mentir, no entendía nada. De repente, se abrió la puerta y entró West.

—Hola Tony —se sentó en un sillón.

—Hola, ¿qué haces por aquí?

—¿No puedo venir a visitar a mi amigo? —reí al escucharlo.

—La última vez que viniste a esta oficina me contrataste a un mujer como guardaespaldas.

—Espero que esté haciendo bien su trabajo —tomó uno de los libros que estaban en el escritorio—. ¿Qué es esto?

—Voy a aprender Español.

—No es para impresionar a Elizabeth ¿verdad? —me preguntó alzando una ceja.

—No, vendrán unos empresarios españoles así que debo aprende aunque sea un poco.

—¿Y cómo te va con ella? Ojalá no haya caído en tus enredos —sonreí—, no quisiera verla marchar de su trabajo.

—No, todavía no —recalqué—. Ella es diferente a las otras mujeres con las que he estado, no habla mucho de su vida personal. Siempre me deja con esas ganas de saber más de ella, es algo misteriosa y hay algo que me atrae, no sé que es pero me incita a conocerla más —West me observó un momento sin decir nada, perplejo.

—Nunca habías hablado así de una mujer —comenzó a reír—, me sorprendes Tony Steele.

Es verdad, nunca había hablado así de nadie ¿Por qué de ella?

—Es que nunca había estado tanto tiempo cerca de una mujer que no haya probado —me recosté en mi sillón-.

—¿Y Allison?

—Ella es la excepción, es mi amiga.

—Como digas —el celular de West sonó de repente—. Debo irme, ¿no quieres tomar algo más tarde? Yo invito, en compensación por ponerte a una mujer de guardaespaldas —reí.

—Hoy no, estaré ocupado.

Salió de la oficina mientras hablaba por teléfono. Justo cuando iba a regresar a mi lectura entró mi asistente cargando varias carpetas. Empezó diciendome que la reunión sería el sábado por la mañana. Después revisamos toda la informacion que había en las carpetas. Cuando al fin terminamos, Allison me informó acerca de un premio que sería entregado a mí por ser uno de los empresarios más exitosos de la ciudad, no me ilusionaba mucho, pues ya había ganado premios en ocasiones anteriores pero siempre se quedaban olvidados en la After Party.

Salí del edificio para encontrarme con Elizabeth. Me saludó y subimos al auto. Por alguna razón, aquellas clases de idioma generaban un tipo de ilusión.

Corazón Antibalas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora