—Debió ser triste perder a tu familia y quedarte sola ¿cierto?
—Sí, fue duro perder todo lo que tenía en este país. A pesar de eso salí adelante cómo pude, vine a Seattle en busca de nuevas oportunidades, por eso es que estoy trabajando con Tony —observó a Allison cuando pronunció mi nombre, quien notablemente se enojó.
—¿Entonces viniste a Seattle huyendo? Pues tengo entendido que antes vivías en Minnesota.
—Es verdad que vivía en Minnesota antes, pero no huí de nada, nunca olvidé a mi familia, siempre la tengo presente, pero salí de ahí porque no vi ninguna oportunidad y nada me ataba a ese lugar —de un momento a otro el ambiente se puso tenso, nadie más se atrevía a interrumpir.
—¿Viniste a buscar oportunidades de trabajo u oportunidades para encontrar alguien que te mantenga? —dijo en tono inquisidor.
Estaba a punto de levantarme y sacar a Elizabeth de ahí, pero cuándo ella notó lo que iba a hacer colocó su mano sobre la mía para que me quedará en dónde estaba.
—No tengo que buscar a alguien que me mantenga, yo tengo la suficiente capacidad para hacerlo. Aunque, sin mentir, está ciudad está llena de hombres atractivos —Elizabeth empezó a acariciar mi mejilla para ascender a mi cabello.
Me sentía usado, pero no me desagradaba. Ella podía usarme para lo que quisiera, incluso darle celos a mi amiga. Pasé mi brazo por su cintura para acercarla mientras miraba fijamente sus ojos verdes. Había que hacer más real la escena ¿no?
—¿Entonces no estás buscando millonarios para seducirlos y quitarles dinero con joyas preciosas? —subió su tono mientras su mandíbula se tensaba.
-No, claro que no. Si yo quisiera un hombre en mi vida no tendrías que sacarle provecho de esa manera. Es más, si yo quisiera un hombre en mi vida me encargaría de hacérselo saber, ¿no crees? —Allison se quedó callada, Elizabeth me observó—. ¿Tú que creesTony?
-—Tienes razón —respondí sin prestar atención a la pregunta, o a la respuesta.
Elizabeth empezó a acercarse a mis labios y antes de poder besarla Allison salió del comedor, y al instante nos separamos. Elizabeth pidió disculpas por la peculiar escena y también se retiró del comedor, y ya que era mi acompañante la seguí. Todo aquello había sido muy extraño, tanto que nadie se atrevió a intervenir. Salí de la casa y allí estaba ella. Encendió un cigarrillo, le dio una fumada y al instante expulsó el humo de su boca. Me acerqué a ella, le quité el cigarrillo de la boca, lo tiré al piso y lo apagué.
—¿Por qué hizo eso? —preguntó algo enojada.
—Porque fumar es malo.
—Y acompañarlo a está cena también fue malo —empezó a caminar fuera de la casa sin importarle la lluvia. La seguí.
—No fue malo —me coloqué a su lado.
—Si lo fue —dijo más relajada, suspiró—. Acabo de pelear con su asistente —empezamos a caminar por la acera, totalmente fuera de la casa y con la lluvia sobre nosotros.
—Pero ella te provocó —se quitó los zapatos de tacón y continuó caminando descalza.
—Yo debí haberme controlado y quedarme callada.
—No, tenías que defenderte —se quedó en silencio un momento.
—Perdón por haberlo usado para esa vergonzosa escena —asentí.
Me gustaría que me usaran así más seguido.
Llegamos caminando hasta el departamento de Elizabeth. Subimos, entramos y me prestó una toalla, mientras yo estaba esperando en la sala con mi atuendo totalmente empapado.
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Corazón Antibalas ©
RomanceTony Steele es un empresario reconocido a nivel mundial, y conocido por ser un seductor empedernido, que busca protección debido a sus importantes negocios. Para esto contrata a los mejores ex-policías de Seattle pero nunca imaginó que entre ellos...