6. Lo odio.

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—Capítulo Editado—
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Sia

Esperé que mi padre me diera una señal para tranquilizarme, un nombre, un "es un viejo amigo" o inclusive aceptaría "es mi cómplice". Pero no esto, no el miedo que tengo en este mismo instante por su silencio y su rostro que refleja preocupación y confusión.

Es imposible que un instruso entre aquí. Las pesadillas, los demonios y nuestra ubicación bajo tierra deberían evitarlo ¿Quién pudo acabar con ellos si no es un conocido de mi padre?

Desde que estoy aquí nuevamente, nadie puede entrar. Nadie, nunca. Pero esta persona lo logró.

¿Cómo lo logró?

¿Quién es?

¿Por qué papá está preocupado y sin habla?

Me acerqué a la puerta para intentar oír algo, que estaba puesta en ella en un cien por ciento. Era como si esperase que una bomba nuclear explote y un ogro entre por el arco que dejaría la explosión, que el extraño derribe la puerta o un unicornio lo asesine.

Creo que es la segunda. Sí, es lo más probable.

Dejé mis pensamientos estúpidos de lado y concentré mi atención en los sonidos que provenían de abajo... Esperen, abajo, la sala.

—¡NIGHTMARE! —Chillé con todas mis fuerzas abriendo los ojos a más no poder.

Salí corriendo de la habitación, ignorando los gritos desesperados de mi padre y su manía por intentar alcanzarme o tomar mi mano. Pasé el pasillo en unos segundos, bajé la escalera en tres y me lancé hacia el intruso en uno. Logré tirarlo al suelo y sentarme sobre su espalda.

—¡No te atrevas a tocar a mi pesadilla, idiota! —Grité con todas mis fuerzas mientras golpeaba su espalda.

Él se levantó como si todo mi peso fuese el mismo que una simple pluma y mis golpes fueran roces contra su piel. Se puso de pie de forma brusca, estrellando mi cuerpo contra el piso. Mi padre gritaba mi nombre y quería acercarse pero una... luz no lo dejaba.

Y yo sabía bien qué era.

Una mano tomó mi brazo, levantando mi débil cuerpo de un tirón que dolió mucho más de lo que debería, todo por esa luz. Mis ojos se encontraban cerrados con fuerza, reflejando el dolor que corría por mi cuerpo; mi garganta soltaba de vez en cuanto gritos por la presión que él ejercía en mi brazo. Podía sentirlo, lo débil que me hallaba en ese instante, cuán vulnerable era. Un simple golpe de su parte, sólo eso, y podría desmayarme o peor. Sentí su aliento contra mi cara y no supe que estaba llorando hasta sentir el gusto salado de las lágrimas en mi boca.

—Así que tu eres Sia Black. —Dijo ese hombre, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo. —No vuelvas a golpearme, niña. —Gruñó en mi oído para luego reír secamente.

Pude notar que alejó su rostro del mío, lo cuál agradecía profundamente. Mis ojos continuaban cerrados, pues el dolor era intenso. Su agarre en mi brazo aumentó, logrando que un quejido lastimero escape de mis labios.

—Shhh. —Gruñó en voz baja. —Hola, Pitch. —Saludó.

—Hola, Marcus. —Escupió con odio y disgusto.

Oh, no. Joder, no.

—¿Marcus? —Pregunté abriendo los ojos poco a poco, tartamudeando aquel nombre.

Lo vi frente a mí, con esa sonrisa prepotente dibujada en su rostro. Esa expresión de que algo malo iba a pasar y él iba a estar plenamente feliz con ello; podía notarse en esa sonrisa afilada digna de un maníaco.

La hija de Pitch Black (Jack Frost) ×EN CORRECIÓN×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora