9. Llorar es ser débil.

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—Capítulo Editado—

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Sia

—¿De verdad creíste que sería tan fácil? —Oí gritar detrás de mí.

Volteé atemorizada y vi a Marcus parado en el lomo de Killian ¿Cómo demonios había llegado allí? Mi mente estaba en blanco, luchando por procesar mi nueva situación. No podía moverme, ni siquiera podía temblar, estaba paralizada frente a él. Lo analicé de arriba abajo para asegurarme de que no estaba alucinando, y para mi desgracia era real. Alzó su mano y noté que traía un cuchillo.

—M-marcus... Por favor... —Fueron las únicas palabras que logré pronunciar. 

Killian aún sobrevolaba el bosque en rumbo al Polo, pero faltaban horas de viaje. Jamás lograría llegar... Marcus estaba aquí para asegurarse de ello. ¿Por qué me pasa esto a mí? 

—No me importa si vives o mueres, no me interesa si te mantengo encerrada o te escapas. —Me señalo con el cuchillo mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. —Ahora estarás libre por el bosque, ¿no es lo que querías? —Gruñó.

Al terminar aquella frase, apuñaló a Killian en el lomo. Sangre comenzó a brotar de su herida y oí como se quejaba del dolor; era el último sonido que haría. Ella se desvaneció, poco a poco. Marcus y yo caímos. Se acercó a mí en el aire y me hizo un corte en el brazo. Gemí del dolor y coloqué mi mano en la herida, intentando ver qué tan profunda era. Oí su risa, pero cuando volteé a verlo ya no estaba. ¿Qué...? No, no tengo tiempo para eso.

Observé hacia abajo, tragando en seco. Me acercaba más y más a los árboles, al suelo, al impacto. Una rama me hizo un tajo en la cara, otra en la pierna, en el brazo, en el estómago... todas eran heridas superficiales y ardían como el infierno. Entonces llegó el golpe. Grité del dolor. Me senté, cosa que me tomó numerosos intentos, e intenté calmar mi agitada respiración. Limpié la sangre del tajo que se había hecho en mi cara. El dolor era insoportable pero aún así debía seguir adelante, tenía que ir al Polo Norte. Con dificultad me arrastré hasta un árbol y volví a sentarme, apoyando mi espalda en este. Llevé mi vista a la herida que Marcus me había proporcionado, era profunda y, entre todo, era lo que más dolía. Intenté colocar mi mano una vez más sobre esta pero al acercarla un líquido negro comenzó a brotar del corte. Alejé mi mano e instantáneamente un humo negro salió de la herida, que sólo tardó unos minutos en disiparse. 

Fruncí el ceño confundida. Unos susurros invadieron mi mente, eran miles de voces hablando al mismo tiempo. No comprendía nada de lo que decían. Eran tantos... y tan molestos. Poco a poco sus oraciones comenzaron a cobrar sentido; desearía que no lo hubieran hecho.

Estás sola. Ellos no te quieren. ¿Por qué crees que debiste hacer todo por tu cuenta? No les importas en lo más mínimo, eres sólo una molestia más que debería ser borrada.

Eso no es verdad. Me están buscando, ¿por qué lo harían si no me quisieran?

Te hubieran encontrado para este momento. ¿Quién fue la que les pidió que se apuraran? No haces más que pensar en ti misma...

Bueno, discúlpame por reaccionar mal en una situación de vida o muerte. Además, sólo han pasado unas horas. Sé que me encontraran. Lo sé, confío en ellos. No me harían esto.

¿A quién quieres engañar? Sabes que no lo mereces... 

Manny dijo que los enviaría, ¡eso no puede ser una mentira! Él es bueno, él me ayudará.

Levanté la vista pero aún era de día. Manny... te necesito. ¿Qué son estas voces?... El humo negro, debe ser por eso. No les creas, Sia, no caigas en su trampa.

La hija de Pitch Black (Jack Frost) ×EN CORRECIÓN×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora