Una promesa, una simple e inocente promesa que hicieron cuando niños los llevó a volver a encontrarse. Una promesa que los haría volver a hacerse amigos... Y quién sabe, quizás algo más que amigos, pero... ¿Esa promesa los interpondrá en algo?
Tamak...
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Al fin había llegado el día, el día de su boda. Ambos enamorados estaban más que felices, aunque también nerviosos porque todo saliera bien. Ese gran día después de tantos meses de espera, llegó con tanta emoción para los dos y sus conocidos. Todo era un caos, pero uno lindo.
Tamaki temblaba más que de costumbre mientras se ponía a pensar los mil escenarios posibles en su boda. Se hacía preguntas que lo desilusionaban, pero intentaba evitarlas a toda costa, pues se suponía que ese día no debería dudar del amor de su chica hacia él. De por sí era muy inseguro, y con eventos importantes aún más, pero quería no pensar en eso. Aunque sabía que el amor de su prometida era incondicional, el pobre chico de cabello azabache no podía evitar por completo aquellos pensamientos. Eso sí, de su parte sabía que él la amaba más que a nada ni nadie, él la amaba con todo su amor y cariño, al igual que ella a él.
La chica ayudó al chico a superar varios problemas en cuanto a las multitudes y su autoestima, pues cuando ambos empezaron a salir aquel vínculo de apoyo mutuo creció, y eso era algo que siempre atesoraban uno del otro. Por todo eso y más, en definitiva ambos jóvenes en su etapa de oro solo podían pensar una cosa:
"Estoy con la mejor persona que pude haber conocido, y no la dejaré ir por nada del mundo".
Ese sentimiento fue tan fuerte que llegó a esa gran etapa de sus vidas, su boda.
La ceremonia ya estaba por comenzar y Tamaki estaba temblando más que un flan, entrelazando su brazo con el de su madre para intentar tranquilizarse. Ciertamente esos meses de preparación fueron una total batalla para ambos, puesto que una boda no es algo que se prepara de la noche a la mañana, y mucho peor considerando que ambos tenían trabajos ocupados. Cuando se había anunciado la boda, las redes explotaron totalmente, incluso los denominaron como: "La pareja más tierna de todo Japón".
Era increíble como esa pequeña pero emocionante noticia había hecho tanto revuelo por las redes. Todos estaban expectante sobre qué pasaba con la pareja, hacían un montón de teorías lindas tanto como... Fuera de lugar. Pero a fin de cuentas, era Internet, y ellos solo la evitaban.
Quitando eso de lado, aquel lugar que los enamorados eligieron fue tan bello como ese día. Un sitio en donde la naturaleza abundaba por todos los lados, con miles de árboles, plantas y flores por la zona. Era un lugar al aire libre con un pequeño arco blanco de flores del mismo color, decorándolo y dándole ese detalle tranquilo y natural que ambos amaban. Asientos a los costados y un pequeño camino lleno de pétalos de rosas tirados recientemente por Nejire. Era un lugar pequeño, sencillo pero bonito, algo perfecto para los dos jóvenes enamorados que no querían algo grande y llamativo.
—Tranquilo, sabes que ella jamás te dejaría. Este es el día más feliz de tu vida, cálmate, ¿sí?— consolaba la madre del chico mientras le acariciaba suavemente el brazo.
