Una promesa, una simple e inocente promesa que hicieron cuando niños los llevó a volver a encontrarse. Una promesa que los haría volver a hacerse amigos... Y quién sabe, quizás algo más que amigos, pero... ¿Esa promesa los interpondrá en algo?
Tamak...
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Al final Tamaki y yo nos habíamos quedado completamente a solas, puesto que ni Nejire ni Mirio contestaban las llamadas. Al principio Tamaki quería ir a buscarlos así que sin poder negarme estuvimos unos 15 minutos aproximadamente buscándolos por todos lados.
Tiempo después me cansé de buscarlos tanto y como suponía que ellos se habían escondido por algún lugar, quería intentar pasar tiempo con Tamaki para arreglar las cosas, aunque él insistía en seguir buscando, hubo un momento en el que desistió.
—No entiendo, ¿por qué se fueron tan repentinamente? No tiene sentido— suspiró Tamaki sentandose en la banca mientras le pasaba una botella de agua—. Gracias.
—No hay de qué— respondí sentandome igualmente a su lado—. Quizás querían estar solos, no lo sé, dudo mucho que no haya sido intencional.
—Sí, pero... ¿Y si les pasó algo verdaderamente? No entendería el porqué se irían sin decir nada.
—No creo que les pase nada, ellos son integrantes de los 3 grandes de la UA, ¿no? Son consientes de lo que hacen— eso creo—. Deberían estar bien.
—Supongo pero...
—¡No! ¡Nada de peros! Mejor vamos a hacer algo más divertido, ¿okey? Aparte... Estoy segura que sabes realmente porque se fueron sin decir nada...— susurré incómoda, quizás Tamaki a veces no entienda las cosas, pero no era tan tonto como para no darse cuenta de esto.
Lo vi tragar saliva nervioso sin decir nada. Lo sabía, simplemente quería perder tiempo... ¿Realmente qué es lo que pasa entre los dos ahora? Ni siquiera yo lo entiendo bien, lo único que sé es que no me gusta estar así.
—¡Bien, bien!— exclamé levantándome de la banca—. Mejor vayamos a un juego, que te parece...— miré a mi al rededor viendo que podíamos hacer hasta ver algo que podría ser divertido—. ¡A ese!
Tamaki movió la cabeza para ver detrás de mí el juego y me miró.
—¿Los autos chocadores?— cuestionó inseguro.
—¡Sí, sí! Me encantaba ir a ese juego de pequeña, solía jugar mucho en esto con mi papá, era divertido.
Al estar ya en frente nos acercamos y pedimos al chico que atendía el juego dos boletos. No era una pista tan grande y solo estábamos nosotros dos, habían 4 autos, uno amarillo, uno rojo, uno verde agua y otro azul. Ambos elegimos un color y nos dispusimos a meternos para jugar.
—¿Listo para ser chocado de manera épica? Que sepas que soy experta en esto de chocar autos y no me voy a contener.
—¡Veremos quién choca más a quien! ¡Te ganaré!— exclamó Tamaki gritando haciendo que me sobresalte al no esperarlo.
Oh por... ¡Tamaki gritando! Eso me dejó tan impactada que me quedé sumida en mis pensamientos unos segundos. Sin darme cuenta el juego había empezado y Tamaki venía directo a mí para chocarme.
