Una promesa, una simple e inocente promesa que hicieron cuando niños los llevó a volver a encontrarse. Una promesa que los haría volver a hacerse amigos... Y quién sabe, quizás algo más que amigos, pero... ¿Esa promesa los interpondrá en algo?
Tamak...
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Una semana después de todo lo sucedido, la vez que visité a la madre de Tamaki fue la última vez que lo vi; aunque no fue porque algo malo hubiese pasado, sino por el simple hecho de que ellos estuvieron ocupados toda la semana con su academia mientras que yo debía escribir una canción para este mes. La verdad era que aunque estuviese ocupada no podía dejar de pensar en Tamaki por toda la semana, sin siquiera querer hacerlo, él aparecía en mis pensamientos como un intruso al que le encantaba invadir mi mente. Sentía que habían pasado tantas cosas y tantos días de la última vez que nos vimos que de alguna forma sentía que aquello quitaba mi concentración e inspiración para poder componer algo.
Pensé y pensé ideas para alguna canción pero mi mente estaba en blanco, mis pensamientos solo iban dirigidos a una persona, Tamaki; se adueñaba de mi mente y eso me molestaba hasta cierto punto, porque sabía que esos pensamientos no desaparecerían hasta decirle lo que sentía.
Mientras pensaba sobre esto, una notificación repentina sonó de mi celular. Era Nejire que me había escrito para juntarnos en la cafetería todos juntos como siempre, disque para despejar la mente. Yo tenía que seguir componiendo la letra porque debía entregarla en menos de una semana, así que debía rechazar la tentadora oferta. Sin embargo, Nejire no se rendiría fácil así que después de muchos intentos de convencerme, lo terminó logrando. Sin más remedio y con la condición de que no hablaría mucho, acepté.
Al estar en frente del lugar, abrí la puerta para ver a las mismas chicas de siempre dándome la bienvenida. Las saludé y busqué a los chicos con la mirada, pronto encontré a Nejire llamándome con la mano.
—¡____, hola! ¡Por fin nos vemos mi nena!— exclamó Nejire dándome lugar para sentarme a lado suyo.
—¡Hey! Cuánto tiempo sin vernos— saludó Mirio entusiasmado.
—Buenas tardes.
—¡Buenas, buenas!— exclamé dejando mi bolso a un lado mientras me sentaba con Nejire—. Mucho tiempo sin vernos, ¿cómo va todo en la UA?
—Todo bien, tranquilo. Solo que últimamente los profesores nos están dejando demasiadas cosas por hacer... Trabajos, tareas, investigaciones y mucha práctica física, supongo.
—¡Eso! ¡Soy muy crueles! No tienen compasión...— asintió Nejire dándole la razón a Mirio.
—Vaya... Eso suena pesado, me compadeció por ustedes y todo lo que tienen que hacer.
—Yo también quisiera tener vacaciones como tú...— murmuró Nejire mirándome de reojo.
—Tampoco es como si no tuviese nada que hacer, aún tengo que terminar cosas de la universidad.
—¿Es complicado?
—Un poco, pero me gusta lo que estudio, así que no lo siento tan pesado, lo disfruto.
