Estaba sentada, no tenía ni la menor idea de que hora era, pero seguro ya había amanecido. Con cautela y esfuerzo me levanté de la cama, todo daba vueltas a mi alrededor.
Con ganas de aire fresco, salí al balcón que daba una vista preciosa a la bahía. El clima era muy agradable, todo indicaba un buen día. Inhalé profundo tratando de absorber la sal marina. No quería irme de aquel paraíso.
Unos pasos y el ruido que hacía el ventanal del balcón me alejaron de mis pensamientos haciendo que me volviera hacia atrás. Ahí estaba. Era Robert, me sonreía. Yo hice lo mismo, después de todo, se había portado muy bien conmigo.
—Buen día, Key.
La voz de Robert era ronca. Tenía puestos unos pantalones de pijama y una camiseta blanca que marcaba perfectamente su abdomen bien definido, lo cual llamó mi atención y desvíe la vista a su playera. Robert alzó una ceja y se miro la camiseta haciéndome dar un respingo al trabar su mirada con la mía. Me había pillado mirándole. Al instante, mis mejillas se tiñeron de rojo y aparte la vista de Robert para volverme a ver la bahía. Ver a las olas estrellarse en las rocas era algo que podria ver toda la vida. Una maravilla natural, esa era la palabra para describir la inmensidad del mar.
Robert se colocó a mi lado, el también parecía estar perdido en sus pensamientos admirando el paisaje. Mirándole bien, Robert era muy atractivo, tal vez lo había mencionado antes pero siempre me preguntaba por que no estaba con nadie. Era más que obvio que muchas chicas hermosas seguro estaban vueltas locas por él. Como la joven de la recepción. Puse mis ojos en blanco al recordar la escena de un día anterior, mientras el doctor me atendía, Robert se encontraba al lado de Ciara, quien no dejaba de coquetear con el de una manera descarada. Un aire reconfortante me cubrió al recordar como estuvo al pendiente solamente de mi.
Sonreí bobaliconamente, ¿Que demonios me pasaba? Estaba de acuerdo en que Robert y yo ya no eramos tan.. Amigos,pero no podía despertar mis sentimientos el haber compartido algunos besos. De igual manera, yo sabía lo que pasaría cuando toda esta fantasía acabara y Robert también. Yo, seguiría enamorada de Gale y Robert se haría a un lado. Torcí la boca. Eso no debía pasar.
—¿Guerra contigo misma?
Una voz masculina me distrajo de mis pensamientos, pero no entendí lo que Robert me había dicho. Estaba en otro planeta y no había prestado atención.
—¿Perdón?.. —Pregunté dudosa— Lo siento, no te escuche.
—Olvídalo. Debes comer algo, ven entra a la habitación, no creo que estar viendo la bahía calme tu apetito que hasta acá alcance a oír, ni tampoco a resolver tus problemas contigo misma.
Volteé, ¿Que debía contestar?. Temerosa de causar más problemas me límite a acompañarlo seguido por un: —Vale.
De mi parte.
Robert me guiño un ojo y al entrar, volví a sentarme en la cama mientras el ordenaba el desayuno por teléfono. Creo que había llamado a un tal “Servicio a la Habitación” el cual se encargaría de subir la comida hasta nuestro piso.
Al colgar, Robert me miró seguido de un pequeño suspiro.
Estaba segura de que algo le pasaba. Estos últimos días se había estado comportando extraño conmigo, era muy detallista y atento, cosa nada común en el. Me estiró una mano.
Yo fruncí el ceño con confusión, pero de igual manera la tome encantada por sus hermosos ojos azulados.
—Keyla, mírame. —me indicó Robert mientras acunaba mi barbilla en su mano haciéndome mirarle. Su mirada era intensa y tenia un brillo que jamás había notado.
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Recuerdos©
Random"Igual que las demas" Ese, era mi lema. Lo diferente es malo. La sociedad apesta y el amor.. No es un mito.