Mi cabeza chocó contra el pecho de alguien: Robert.
Su mirada estaba infectada de dolor viéndome derramar cada lágrima que salía de mis ojos terriblemente azules. No quería seguir sufriendo. Escuche la voz de Dylan gritando mi nombre pero era muy tarde, Robert me había encontrado y solo el sería capaz de calmarme en una situación como ésta.
No podía dejar de llorar. Me sentía destruida, ¿Porqué se casaría? ¿Porqué me dejaría sola? Eramos aun muy jóvenes, el matrimonio era una decisión muy estúpida de su parte. No podía hacerlo, simplemente, no podía casarse con otra que no fuese yo.
Mi mente me recordaba a cada instante, que debíamos regresar a Manhattan e impedir la boda, pero no podía hacerme esto a mi, ni a mi familia ni a Robert. Nadie lo merecía.
Gale tendría pronto una familia con Wendy y yo no lo podría evitar, iba a ser algo imposible de lograr teniendo en cuenta que ya estaba todo decidido y que aún peor, esperaban la llegada de un bebé. Sú bebé.
Todavía seguía recargada en el pecho de Robert con la diferencia de que ahora ya no estaba llorando, me había quedado seca. Sentí mi corazón estrujarse al recordar aquel día en el que le dije de mi terrible aborto a Gale, su cara, su voz. Esa fue la última vez que lo vi, luego mi madre me dijo que lo había visto estacionado frente a mi casa, justo el día en el que saldría el vuelo para venir, justamente aquí.
Un sollozo salio de mi interior, lo cual hizo que me separara de Robert pero volví a abrazarlo. No sabía cuanto tiempo había estado consolandome con Robert pero su fraternidad se sentía bien en momentos como éste.
Me separé de el cuando sentí haberme calmado. No podía evitar sentirme mal, pero no me podía quedar aquí un día más. Sabía que debía regresar e impedir que la boda se realizara. Me limpié la nariz y los ojos con las manos y miré a Robert, que estaba frente a mi mirándome con.. Lástima. Le traté de sonreír, pero solo salió un gesto torcido en el intento. Me giré para ver a Dylan quien tenía el semblante serio. Le pedí la invitación. Seguro el la había juntado del suelo antes de que yo saliera corriendo.
—¿Estás segura?—me preguntó dudando de mi.
Asentí enérgicamente. Dylan estiró la mano y me dio la invitación. De nuevo, abri el papel, todo era en colores oliva, las letras, el listón. Con tranquilidad, leí todas y cada una de las letras que tenía escritas la hoja e inmediatamente la guardé en la bolsa de mi pantalón. La invitación no era muy grande, por lo tanto cupo a la perfección con solo un doblés.
Sonreí a mi hermano y el me devolvió la sonrisa. Una débil y desganada sonrisa.
Por segunda vez, corrí hasta la habitación y saqué toda mi ropa del armario y coloqué la maleta sobre mi cama. Era hora de empacar.
Tan sólo llevaba la mitad de mi ropa doblada y acomodada dentro de mi maleta cuando vi que la puerta se abrió dandome como vista a Robert. Tenía las cejas alzadas y las manos en las bolsas de los Jeans. Sabía que le tomaría por sorpresa mi decisión de irme de aquí antes de la fecha, pero seguro entendería mis razones.
—¿Te vas a ir? ¿Así sin más? —pregunto buscándome el rostro que mis cabellos cubrían.
—.. Eso supongo. —torci la boca y seguí empacando.
—No lo hagas, Keyla.. Por favor—sentí su mano sobre la mía, inmediatamente un escalofrío recorrió mi cuerpo obligándome a mirar a Robert a los ojos. Estaba muy cerca de mi, para mi gusto. —Quédate.
Negué con la cabeza y bajé la mirada. Sin embargo, Robert acunó mi barbilla y me hizo mirarlo. Podía sentir su respiración en mi rostro. Mi mirada viajó desde sus ojos hasta sus carnosos labios. Por un momento me olvidé de todo mirando sus labios, pero luego, el rozó mi mejilla con la yema de sus dedos. Me ponía alerta su contacto, pero quería más de él. Sus ojos pasaron de los míos hasta mis labios. Lentamente, vi como se acercaba cada vez más a mi. Finalmente sus labios se unieron con los míos en un beso,pero todo se fue transformando conforme a la intensidad del momento. Robert me tomó por la cintura y me dejó caer en el lado libre de la cama, es decir, donde no estaba la maleta.

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Recuerdos©
Random"Igual que las demas" Ese, era mi lema. Lo diferente es malo. La sociedad apesta y el amor.. No es un mito.