Capítulo 15

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Estaba durmiendo una tranquila siesta en mi cama. Después de todo, el viaje de regreso me había causado un cansancio terrible. Continuo, mientras dormía de manera pacífica en mi particular y cómoda cama, escuché un estruendoso ruido informándome que el vecino de al lado ya se iba. Odiaba que entendiera el coche a las siete de la mañana por los sábados, debió haber respetado mis preciadas horas de sueño, pero nada de eso pasó. Malhumorada me levanté, yo era de la clase de personas que una vez despierta le sería imposible retomar el sueño. Entré al sanitario a hacer mis necesidades, me duché, cepillé mis dientes y bajé a la cocina. Mi madre estaba preparando tortitas. Sabía que por los sábados me levantaba de mal humor a causa del ruido tan espantoso que la basura de carro manejaba el vecino. Un poco contenta por las tortitas continue mi rutina sabatina. En unos cuantos minutos, comenzaría uno de esos programas chatarra que pasan por la televisión en el que un estúpido hombre se humilla dentro de una esfera,-no es literal-tratando de atrapar la mayor cantidad de dinero posible. Lose, una chatarra visual.

Transcurrió la mañana de la manera más ordinaria posible. A medio día, asistí a mi cita con la estilista que arreglaría a mi madre, hermana y por supuesto, a mi. La señora Kirchner era una mujer tan alta como un pino, y tan delgada como un lápiz. En su rostro, destacaban sus hermosos ojos azules, azules como.. El agua. Si. Eran preciosos.

De nuevo, pasaron algunas cuantas horas y finalmente estábamos listas. Mi hermana Zoey, vestía un elegante vestido azul cielo un poco ceñido al cuerpo que terminaba en un detallado corte de sirena. Se veía magnífica. Mi madre, al igual que ella, llevaba un vestido muy similar pero de un tono oliva precioso.. Oliva, como las invitaciones de la boda de Gale. No pude evitar sentir un pozo en mi interior, uno del que no recordé hasta este momento.

Yo, por otra parte, tenía puesto un vestido rojo de terciopelo ceñido al cuerpo, debo admitir que con este vestido me sentía sensual y femenina. Me hacía sentir segura de mi, algo que no sentía desde haber conocido a Gale, poco antes de robarse todo de mi.. Hasta mi seguridad.

Mi cara debió de haberse torcido un poco cuando recordé al ladrón de Gale. Mi madre se acercó a preguntarme como se veía, yo, solo pude decir la verdad.. Preciosa.

***

Eran nada mas y nada menos que las ocho de la noche cuando llegamos al salón del Palace. Robert, por supuesto, había cumplido la promesa de llevarme. Se veía espectacular con el traje completamente negro. Sus ojos azulados y su cabello también negro, resaltaban su piel tan blanca.

En el lugar, las decoraciones tan finas y doradas, hacían que el salón luciera con mucha clase.

Luego de instalarnos en una mesa para disfrutar de los actos típicos de una graduación, notamos que tenía una etiqueta de reservado. Yo, al ser la primera en descubrirlo, la leí. Ojalá la tierra me hubiese tragado.

Mis apellidos aparecían en un costado de la etiqueta, pero en el otro, aparecían los apellidos de.. Gale.

Reservado para:

Familia Hamlin-Danforth

Familia Ross-Farnell

Mi cara debió haber sido un poema, pues, justo al terminar de leer aquello, Robert me miró con el semblante serio y luego me indico con una discreta seña que nuestros compañeros de mesa, habían llegado.

Lamentándome en lo más profundo de mi, decidí ignorar su presencia. Era la graduación de mi hermana, no podía permitir que el la arruinara.

Con una sonrisa pintada en mi rostro, levante la mirada. Mis ojos se encontraron con el precioso rostro de Wendy. Indiscretamente miré hacia su vientre.

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