Confusión. Embarazos. Besos. Despedidas. Amor.
Estoy totalmente contrariada. Tengo miedo de haber perdido la oportunidad de amar a alguien por mis estúpidas decisiones. Soy una estúpida.
Me encuentro a bordo de un autobús que se dirige directo a Manhattan. Estoy hundida en mis pensamientos, sin embargo, todavía sigo sintiendo el dolor que el vacío me provoca.
Cierro los ojos para tratar de olvidaré pero ocurre lo opuesto.
Llueve a cantaros y el paisaje es un tanto deprimente y nostálgico. Soy una completa masoquista. Abro la maleta para revisar que todo este en orden y saco el teléfono. Lo veo y pienso en mandarle un mensaje a mis padres pero desisto de la idea, no quiero que me pregunten por mi decisión de volver antes de tiempo porque no quiero dar explicaciones así que me decido por visitar el departamento de Holly. La llamo por teléfono y luego de quedar con mi buena amiga a las 5:00, me bajo en la estación y tomo un taxi para llegar al restaurante Mullen and Kirchner de la avenida principal.
Al entrar al bistro me sorprende ver la pinta tan Alemana de esta. Sonrió al recordar uno de los libros "prohibidos", era Pideme lo que quieras. La trama es un tanto erótica, problemática e indiferente. Zimmerman, era el apellido de Eric, el protagonista de la tan lustre obra, era un alemán con gustos tan peculiares como los del señor Christian Grey. El recuerdo me hace sonreír y sin problema alguno me anímo a entrar. Luego de sentarme en una de las mesas de las ventanas, pido una copa decidida a esperar a Holly. Veo por el cristal a cientos de personas pasar, muchos de ellos son empresarios y traen una cantidad de papeles en la mano que.. ¡Uff! Te mueres. Sin embargo, solamente hay una persona entre todas que llama mi atención, es una joven. Me acerco más al ventanal para tratar de observarla mejor. Al tratar de acercarme más, siento una mano posada en mi hombro derecho. Holly esta mirando también a través del cristal con el ceño fruncido.
-¿Qué mirabas? -pregunta incrédula.
-A las personas que conforman a la sociedad.. Nadie destaca. Todos son iguales, llevan trajes negros con blanco y un gran maletín.. Sin contar que todos tienen un teléfono en la mano.
Holly frunce más el ceño y se sienta frente a mi.
-¿De qué quieres hablar conmigo?
-De nada en especial-me encojo de hombros-solo ponernos al día.
Ella asiente y pide una copa cuando el mesero trae la mía. Yo bebo.
-Bien.. Pues.. Tengo novio.
-¡Genial! -exclamó de forma más burlona que efusiva.
-Hmm.. Supongo.
El mesero llega con la Copa de mi amiga y al entregársela, se retira mientras Holly bebe.
-¿Es esto champán?
-No. -digo cortante.
-¡Basta! ¡Esto es todo lo que puedo seguir soportando!
Se levanta y yo frunzo el ceño sin poder comprender.
Ella continúa:
-¿Para esto me querías aquí? ¡Eres una amargada! ¡Ni siquiera me miras y ni que hablar de sonreír! ¿¡Que demonios te pasa!?
Me encojo de hombros y antes de que pueda seguir despotricando me levanto, dejó dos dólares y musito:
-Gracias-mientras me voy del bistro.
Al salir tomo un taxi y digo que me lleve a la avenida 55. Al llegar a donde le he indicado, le pago y bajo del auto dirigiéndome al bar Citroën. Al entrar es de nuevo un local con pinta alemán pero paso de la observación y voy hasta la barra donde pido un Citroën especial. Luego de unos cuantos me siento mareada, desubicada y ebria. En mi estado me dirijo a la pista de baile donde están todos, si bien, es domingo a las 8:50 y a estas horas todo el mundo sale a bailar y a divertirse y yo no voy a ser la excepción. Bailo, Bailo y Bailo. Ya me duelen tanto los pies como la cabeza de lo mareada que estoy. Siento unas manos contornear mi cintura y mi trasero. Inmediatamente volteo y veo a un tío moreno y fuerte sonriendome. Yo también le sonrío y tras esto el susurra algo en mi oído que no entiendo muy bien debido a mi borrachera y luego de esto se acerca a mi a tal grado que me besa. Me siento sucia, de nuevo. Me estoy comportando como una mujersuela. Rápidamente me separo de el y el tío me vuelve a tomar por la cintura y trata de besarme a la fuerza, yo, la chica ebria pero karateka desde niña le dobló el brazo izquierdo y pateo su punto más débil dos veces. El pobre hombre se queda tirado en el suelo mientras todos nos miran con sosiego y sorpresa. Seguro no esperaban que la ebria del lugar supiera karate y mucho menos, que se atreviera a despreciar al tío más bueno del local.
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Recuerdos©
Random"Igual que las demas" Ese, era mi lema. Lo diferente es malo. La sociedad apesta y el amor.. No es un mito.