Capítulo 20

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Estaba dormida cuando escuché que mi teléfono sonaba. Un número desconocido.

Con extrañamiento colgué, no tenía nada de ánimos de contestar ninguna llamada. Francamente, había estado toda la noche estudiando para los exámenes finales. Faltaba poco para salir de la escuela, al fin entraría al último año de preparatoria.

Nuevamente, me recosté en la cama, de manera que quedé muy cómoda. Otra vez, el teléfono comenzó a sonar. ¿Que parte de:"Te cuelgo por que no quiero hablar". No entiende?

Con fastidio tomé mi teléfono, era el mismo número que había marcado un minuto antes; con resignación, contesté.

—¿Hola?

—¿Key, te puedo invitar a tomar algo?

La voz de Elliot me desconcertó en una manera gigante. Hacia tanto que no hablaba con él.. Inmediatamente acepté la invitación, no era común que me hablara a las 12:39 am,solo por que si.

Rápidamente me vestí de manera decente, pasaría por mi en diez minutos y no quería verme del asco.

Finalmente, escuche el teléfono vibrar alumbrando un mensaje de Elliot.

«Key, ya estoy fuera de tu casa, sal.»

Sin contestar, me asomé a través de las cortinas que cubrían la ventana y sonreí, efectivamente mi primo había llegado. Corriendo pero sin hacer ruido, tomé las llaves de la casa, mi móvil y salí a toda prisa.

Los faroles de la calle, alumbraban el exterior, por lo tanto, pude ver la expresión de preocupación y seriedad de Elliot.

Al verme, una sonrisa débil salió de su boca. Me preguntaba..¿Qué era lo que le pasaba?

Ambos nos metimos en el coche y nos dirigimos a una estación de comida rápida. Al entrar, notamos que éramos los únicos, eso era bueno pues así podríamod hablar mas tranquilos.

Cuando la mesera llegó a pedirnos la orden, Elliot pidió aros de cebolla y yo un muffin.

Cuando al fin la mesera se retiró, mis ojos invadieron los de mi primo.

Sabía que con mi mirada le cuestionaría todo.

Elliot se limitó a encogerse de hombros y sonreír tristemente, me sentía muy mal por él. Probablemente había terminado con Jane.

—Key, solo te invité a venir aquí porque tengo que decirte algo que pro...

—Se lo que te pasa Elliot. Terminaste con Jane, ¿Cierto? —interrumpí.

Elliot negó con la cabeza poniendo mis sentidos alerta. No entendía porque me había llamado en la madrugada para solamente pasar el rato en una estación de comida rápida.. Que de rápida no tiene nada, estoy que me muero de hambre.

—Jane y yo vamos magnífico.—sonrió ilusionado antes de soltar un tremendo y largo suspiro. Sus ojos se clavaron en mi, pasaba un poco de angustia en su mirada—.. Te cité aquí para decirte que hoy me enteré, que.. Ésta novia de Gale..

—Wendy. —completé.

—Si ella. —se aclaró la garganta — bueno, la tía de Jane es su ginecóloga,  ¿Lo sabias, no?

—Pues, no.. —conteste confundida.

—Pues.. Ayer, Jane me avisó que su tía le había contado de Wendy y su caso con el embarazo. Y.. ¿A que no adivinas qué?

—¿Qué? —dije abriendo mis oídos para escuchar y mis ojos de la impresión.

—Ayer, Wendy llegó sangrando y con dolores en el vientre y eso se debía a que el feto, bebé.. Como séa. Se murió dentro de ella.

Mis ojos se abrieron más de lo posible. La impresión no me abandonaba, seguro mi cara era un poema. Tenía la boca abierta, casualmente, ese bebé eran todos sus planes y ahora.. Lo había perdido.

—¿Estás completamente seguro de lo que dices? —pregunté nerviosa.

Elliot asintió mirándome extraño. Probablemente el pensaba que me iba a dar muchísimo gusto, pero en realidad, ni un aire a ese sentimiento pasó por mi mente al enterarme de la catástrofe de Wendy. Inconscientemente sentía la necesidad de darle mis condolencias, después de todo, era la muerte de su hijo o hija.

Luego de saber aquella noticia, Elliot y yo nos quedamos una hora charlando y comiendo. Me contaba lo bien que se sentía estando en una relación con Jane, eso era muy bueno, lo que a el lo hiciera feliz, supongo que a mi también. A la 1:20 am, Elliot me devolvió a casa y se despidió de mi, prometiendo que un día volvería para repetir la quedada en el restaurante.

Al entrar a casa, seguía en shock. Wendy ya no estaba embarazada. ¡Wow! Eso era una bomba para sus planes, era una lástima que yo no pudiera mantener ese secreto de una manera privada. Yo ya sabía que no estaba embarazada y estaba sedienta de venganza.

***

La noche fue eterna, no podía dormir, tanto, que hasta se me hizo tarde para ir a la escuela. Afortunadamente, me dejaron hacer el examen por el que tanto había estudiado.

Feliz de la vida y del mundo, mi tiempo de escuela al fin había terminado.

Las vacaciones apenas iban a empezar, por cierto, la graduación de Gale sería en una semana y aunque no fuera correcto, asistiría para poner en evidencia a Wendy. Al fin sacaría mi arma secreta: Evan.

Mi buen amigo Evan, junto con la tía doctora de Jane y mi primo,Elliot; desemascarararíamos a la mentirosa e infiel de Wendy Llaillay.

Al fin pagaría por todas las que me había hecho, la haría olvidarse de todos sus planes con tan solo mencionar que su bebé estaba muerto. Seguro Gale volvería conmigo y todo podría regresar a la normalidad.

Esos eran mis planes, no afectaba  a nadie y beneficiaban sobretodo a mi, a Gale y a su familia. Haría que de una vez por todas, esa Wendy pagara.

Tenia algunas otras cosas más que contar de la señorita Llaillay, como por ejemplo su mejor amistad con Kelly ledger la cual es una perra, su relación con un multimillonario, el cual.. Era el verdadero padre del bebé que esperaba, Wen.

Siendo sincera, nadie podría..

—¡Cuidado!

Un grito me desconcertó al grado de voltear a hacia mi izquierda para darme cuenta de que un auto iba directo a estamparse conmigo.

¡Pedazo de idiota!

Había caído al duro pavimento y me estaba recuperando apenas del golpe. Al instante, vi que el jóven que lo conducía se bajó del auto para atenderme, era muy apuesto.

Tenía el cabello un poco largo y totalmente rubio, lo llevaba despeinado. Tenía unos bellos ojos color grises y unos carnosos y rosados labios. Adoraba su voz, era grave y ronca. Todo en él era perfecto.. Menos su cerebro.

—¡Lo siento mucho!

El conductor del auto que me había arrollado no paraba de disculparse, yo solo, rodaba los ojos cuando escuchaba: Lo siento mucho. No paraba de hablar . Se sentía cumpable. El quería llamar a una ambulancia, quería arrestarse a si mismo por haberme atropellado. Era un chico muy dramático.

—No te preocupes pero, sería genial que te fijaras en que hay personas que cruzan la calle y que la luz del semáforo cuando indica rojo, es ALTO.

La situación me estresaba, el chico no paraba de hablar. Sus nervios se habían convertido en palabras y eso no ayudaba de nada.

—Ya no te disculpes más, solo dejame ir.

El chico sonrió de lado, mostrandome unos hermosos hoyuelos que se le formaban en las mejillas. Era lindo, pero  hablaba demasiado.

.. Continuará.

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