CAPÍTULO XXII: LOS TRESCIENTOS SOBREVIVIENTES

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Flora, con lo que pudo reunir en el lugar se cubrió totalmente y, sin pensar en fallar invoco fuego y comenzó a quemarse lo que llevaba encima incluyendo un casco provisional con algunas habilidades de Setesh. Respirar y concentrarse en el elemento, como si fuera parte de uno y uno parte de él, correspondiéndose en el sentido de existir volvía a los magos elementales los amos del entorno.

Como lo haría Yuzu se abrió camino por las escalinatas mientras era seguida por Mei. Sin dejar que su disfraz se quemara siguió avanzando, tratando de usar el fuego exacto para fingir ser Yuzu y así poder librarse de los obstáculos. Como estaba contemplado salieron vampiros de la nada y Mei los toco con sus manos desnudas y estos se desintegraron.

-¡MÁS RÁPIDO! –grito Mei apretando los dientes.

Flora aumento la velocidad hasta que llegaron a una enorme puerta de metal. Allí estaba una prueba grande, hasta donde llegaba su disfraz. Extendió las dos manos y el lado lateral de sus pulgares se tocaron, respirando profundo lanzo un grito.

La llamarada que salió derritió la puerta y dejo sin las piedras el marco. La explosión sacudió el castillo y parecía tambalearse. Mei que llegaba se adelante a Flora y le extendió otra ropa para que pudiese vestirse.

Era el equipo de Raúl el que estaba allí convertido en creaturas deformes y, como las demás, las atacaron escupiendo fuego por la boca mientras sus garras intentaban tocaras. Flora, usando una máscara para ocultar su rostro se interpuso en su camino protegiendo a Mei mientras esta intentaba llegar al otro lado.

¡Atrapen a Aihara! Inmovilicen al mago y llévenlo con el amo.

Las órdenes de Raúl salieron como un arañazo en una pared lisa. Mei ya tenía dos frente a ella y extendió sus manos, estas se alejaron asustadas y sin querer le abrieron paso, la otra puerta era de madera así que metió la mano en su cinturón, saco un cañón de impacto y lo lanzo a la puerta mientras se arrojaba a la derecha para no recibir ninguna daño o cosa caliente en el cuerpo.

Flora aprovecho la distracción para asesinar a Raúl arrancándole la cabeza y quemo su cuerpo. El resto lanzo un chillido agudo y se lanzaron contra Flora sin reparar en Mei. La fase uno del plan estaba realizada y Mei, confiando en la fuerza de Flora siguió avanzando.

El túnel estaba oscuro con excepción de unas cuantas antorchas que alumbraban solo lo dispensable. Ella corrió con cautela y trato de ajustarse al plan de Cadmo sin recurrir a nada extra. Tenía miedo, estar allí sola sin nadie a su lado le provoco el sentimiento de abandono del cual intentaba huir a diario refugiándose en su papel de princesa y general de su rebelión.

Agito la cabeza, no pensaría en eso de nuevo, el fijarse en lo que a uno asusta lo somete a la estupidez y es factible que cometa errores y no podía cometerlos ya, mucha gente estaba muerta por su idiotez y no seguiría acumulando los cadáveres.

Todo castillo, en las mazmorras como en cualquier parte se contaban con túneles de escape en caso de un ataque enemigo, así la realeza y nobleza podrían escapar a salvo en caso de que el castillo fuera tomado por el enemigo o al menos no morir en ese momento. Cuando era niña había ido solamente dos veces al castillo de Dacia y Wazurawashī le había mostrado casi todos los túneles con los que contaba su familia en casos extremos de emergencia. Aun cuando parecía desinteresada su mente archivo aquello con la etiqueta de "Por si acaso".

Ahora ese "por si acaso" era su salvación. Al llegar al inicio de lo que eran las mazmorras se dio cuenta que era como una enorme espiral que tenía como unos cincuenta metros de hondo, bajo sin detenerse y al llegar hasta abajo encontró una sala enorme de color oro con un ídolo señalando al cielo.

Raiden estaba a los pies del ídolo con una sonrisa delgada. Mei tomo su espada y lo señalo con ella. A los instantes una explosión sacudió el lugar.

HERO (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora