CAPÍTULO X: EL DEMONIO ENCERRADO.

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Mei había perdido el brazo derecho y parte de su pierna izquierda. Matsuri ya no tenía parte del costado y veía borroso. La pelea había estado pareja pero no por mucho cuando la bestia se dividió en dos diferentes creaturas. Cadmo había estado ocupado haciendo el sello y lo logro por poco, el demonio accedió a servirle con la condición de que le matará terminando. Apenas había salido de su celda cuando un grito desgarrador les llamo la atención y era que el monstruo lloraba por la quemadura de su cara.

Era Yuzu que vestía unas ropas más extrañas; parecía ser una armadura pero solo el peto, quijote, rodillera, greba, escarpe y lo que parecía ser la falda de loringa. Todo resplandecía en un fuego blanco mientras su cuerpo ardía en llamas rojas naranjas y su espada un fuego negro. Sostenía a una Flora asustada y que no parecía afectarle ese fuego. Y lo que dejaba tan conmocionado era ver unas alas a su alrededor; daba la impresión de ser dos pero si se veía a detalle antes de que esa luz dejara sin vista era que su número era tremendo como para poder contar.

-¡SAMAEL, AL FIN APARECISTE!

Dijo la bestia intentando acercarse pero Yuzu movió su espada como si dibujara una línea perpendicular y este corto a su objetivo sin problemas.

-Yo no soy aquel al que llamas "Samael". –dijo con tono frio. –Mi nombre está guardado en la lengua de mi señora hasta que nuestro trato termine.

-¡ESTAS LLAMAS SON EL FUEGO DEL CASTIGO DE LA DIVINIDAD SUPREMA! ¡DEL CASTIGADOR DE ESE DIOS MUERTO!

Ladro uniendo sus partes en un movimiento viscoso.

Mei observaba a Yuzu y no podía creer lo que veía, era como ver como la esencia del fuego estaba siendo personificada en una espeluznante aparición. Yuzu dejo libre a Flora que bajo con ayuda de lo que parecía ser una nube negra. Llego al lado de Mei y les dijo que se escondieran, así lo hicieron sin esperar y apenas entro el demonio encarcelado al escondite cuando un calor sofocante y terrible lleno el lugar.

-¡PODEROSO ES EL PRODIGIO QUE TRAICIONO EL ORDEN! ¡MUESTRALE A MI AMO LO QUE PUEDEN QUEMAR DE VERDAD ESTAS LLAMAS MALDITAS! ¡MATAME INSITADOR ENVIDIOSO DE LOS HOMBRES!

-Complaceré tu deseo de morir de una vez, engendro antinatural. Tu presencia mancha mi vista con tu aspecto espantoso. –dijo Yuzu señalándolo con gesto aburrido y lo quemo en un segundo. –El fuego purificara los pecados de los corderos sin pastor para dar paso a un mundo ideal, un mundo que forjara la elegida de la causalidad.

Con esas palabras fue que el fuego desapareció del cuerpo de Yuzu y cayó al suelo forjando un pequeño cráter. Antes de ceder ante el cansancio que dejo usar el fuego maldito pudo ver un recuerdo lejano... a una hermosa mujer de nombre Lilith que cautivo una vez su corazón y que lo volvería a hacer en esa vida. Por la cual había salido del Qliphoth.


***

Un caballo llevaba la carreta donde Yuzu yacía inconsciente mientras los otros tres se dividían en Mei, Harmonía y el demonio que usaba ropas de sacerdote para cubrirse del sol. Flora estaba al lado de Yuzu mientras le cuidaba, sus hermanos iban a pie siguiendo la marcha mientras trataban de no temer que su Maestro despertara y les matara con ese fuego tan terrible.

El pueblo de York fue liberado de la maldición temporal impuesta por Yuu Nagaakira que había partido desde hacía tiempo dejando un lacayo para probar la fuerza de los soldados de Mei. Desgraciadamente no tenían mucha información más que un demonio de bajo poder que había hablado con ellos cuando termino aquello.

Al parecer Yuu estaba creando una raza nueva de seres a los cuales llama "Los Shedim" Creaturas que poseían rasgos demoniacos, angelicales y humanos. Eran seres deformes de cara con alas grandes y grotescas con las que pueden volar a velocidades impresionantes, saben los secretos de la realidad limitadamente, son mortales, pueden ver el futuro con solo dos días de anticipación y tienen necesidades fisiológicas de los humanos junto al desenfreno sexual.

HERO (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora