HERO (CITRUS)

CAPÍTULO I: LA ISLA PANGEA

Esta historia contiene temas sobre religión, mitología, guerras y lenguaje no apto para menores igual que algunas escenas sexuales. Todo esto bien no se puede presentar en los primeros capítulos pero con el tiempo lo harán. Si no te agrada favor de salir de aquí y no denunciar. No tiene fines de burla ni de convencer a nadie de nada. Esta historia es meramente ficticia con el fin de entretener a los lectores. Hago esta advertencia para evitar futuros problemas. De antemano gracias por leer esto y si vas a seguir adelante de nuevo gracias, disfrútalo y por favor se discreto.

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Los cuentos nos proponen a un príncipe que salva a la princesa del peligro, derrota a los monstruos y se casan para vivir felices. Estos cuentos son leídos a las niñas para suspirar en espera del príncipe azul mientras en los niños les presenta la imagen que deben tener para las mujeres. Luchar, ser fuerte y siempre valerosos inspira a los chicos a empezar tempranamente en una vana imagen de la caballerosidad.

Mei Aihara leyó cada cuento con suma atención que ocultaba en expresión desinteresada y se encontraba en las noches pensando como seria ese príncipe que la salvaría de la soledad, peligro y el mal. ¿Cómo sería? ¿Rubio? ¿Albino? ¿Ojos azules? Tantas preguntas que venían a imaginarse a un caballero dispuesto a enfrentarse al mal por ella, que la amaba y deseaba cuidarla. Su padre, el rey Sho Aihara, al que conocieron como "el alma libre", pensaba que la guerra era innecesaria y sus tratados ayudaron a mantener la paz por diez años... unos diez años muy cortos. Con la muerte del rey y la edad de 15 años en la princesa heredera dio comienzo a las traiciones y los mentirosos comenzaron a querer el reino.

Los cuentos fueron olvidados, no existían los príncipes que la salvaran ni los caballeros valerosos fieles y leales. Eran mentiras las que escucho, ya no quería oírlos, ella los pisaría ese salvador nunca cruzaría el mar de sangre para salvarla a ella, nadie lo haría. Así que ella tomaría la espada y mataría a quienes les impidieran asesinar a su némesis.

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El campo de batalla estaba lleno de gritos; ordenes, de dolor, retirada, ataque, pánico, valor, perdida, ganancia.... Tanto se reúne en una batalla que podría uno ver esas almas muertas tratando de levantar la espada y seguir atacando al enemigo. Ese dolor, ira, tristeza, impotencia... todo ese flujo de emociones negativas estimula a la sangre a impulsarse adelante y no caer víctima más del enfrentamiento.

-¡Retirada! –grito el comandante alzando la espada y regreso.

Los soldados le imitaron, partieron tras su líder en pánico y, tras unas treinta y cuatro muertes más pudieron escapar los últimos cinco mil trescientos veinte cuatro hombres del ejército.

Al llegar al campamento todos arrojaron sus armaduras, las espadas eran enterradas en el pasto que comenzaba a marchitarse, como la demás tierra luego de que ese bastardo apareciera y comenzara "La edad oscura". La desesperación acosaba a las personas divididas entre unirse a ese demonio o revelarse y perderlo todo.

Los insensatos que se resistían estaban marchando junto a la resistencia que se dividía en varios comandantes que perseguían su venganza personal. Las muertes aumentaban, los alimentos escaseaban y el mal crecía, no quedaba nada que hacer luego de un año de esta situación.

-Ya se lo dije, princesa; no tenemos los suficientes hombres para atacar el fuerte. Luego de este intento se han reducido nuestras fuerzas un quince por ciento. –dijo Himeko exasperada. –Han desertado más de la mitad de los hombres y se le han unido. Ese bastardo ha estado ofreciendo recompensas por su cabeza y sin mencionar que este fuerte está bien protegido por ser uno de los proveedores de suministros más importantes.