CAPÍTULO XV: FRAGMENTOS

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Matsuri estaba segura que moriría quemada cuando Mei y Flora entraron a la tienda y les separaron. Cadmo y Abaddona estaban preparando un círculo de control y Yuzu estaba fuera de sí, como si de pronto estuviera en un sueño vivido del cual no pudiera salir.

-¡No dejen que salga hasta que terminemos! –había gritado Cadmo.

Mei trato de usar el bloqueo de magia que solo pudo controlar un poco la situación y que Flora lo encerrara en un campo de agua. Matsuri aún no podía reaccionar ante lo sucedido hasta que Yuzu golpeo a Flora mandándola contra la pelirosa que al ser golpeada con los pies de la chica al fin salió del trance.

Puedo ver como Yuzu escapaba del agua y le derribo al suelo para sujetarlo por detrás inmovilizando sus extremidades con ayuda del metal y con sus manos le tapo la nariz y boca convirtiéndose ella en un cuerpo acuoso.

-¡Lo vas a matar! –grito Mei asustada que ya estaba preparándose para alejar a Matsuri de Yuzu pero la detuvo Flora. -¿Qué haces?

-¡No voy a matar a mi hermano! –grito Matsuri que forcejeaba contra su hermano. –Solo quiero dejarlo inconsciente.

Mei veía como el rostro de Yuzu hacía gestos de estar quedándose sin aire y sufrir por ello y otra cosa.

-¿Qué le pasa? –pregunto Flora por Mei.

-Está luchando contra Samael o bien entrando en sus memorias debido a una posible fusión de ambos o por mero accidente. –dijo Abaddona terminando el circulo. –Déjale inconsciente, así podremos relajarnos un poco.

Matsuri quería soltar a Yuzu pero sentía como la fuerza bruta de su hermano aún estaba allí resistiéndose. ¿Qué estaba viendo Yuzu allí para comportarse así?

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..

...

Era un tiempo atrás, de una época remota que sirvió como base de la actual los hombres se cubrían de pieles de animales. No superaban los trescientos de su especie y eran dirigidos por uno que se hacía llamar Adán, este era el segundo que fue creado y a su lado la primera mujer que se creó primero. Adán siempre fue un ser que se sentía superior a los demás y gustaba de ignorar a su mujer para desempeñar el papel de líder con una mujer pasiva, cosa que Lilith no permitía.

Samael había estado presente cuando fueron creados en el país llamado Edén y donde estaban reunidos esa tribu. Aun cuando los años pasaron en los humanos y por su causa fueron expulsados del goce de no trabajar, él estaba en una misión de la divinidad suprema de llevarse el alma de un hombre allegado a Adán. Los observo por unos momentos y tomo forma humana para mezclarse entre ellos y seguir al hombre que moriría.

-¡Salgamos a explorar este mundo y conquistémoslo! -grito Adán alzando su espada.

-¡Sí!

Los hombres se regocijaron mientras las mujeres parecían cansadas y rechazadas. Samael miro a Lilith; era bella como ninguna mujer o ser en la existencia y poseían sus ojos una sabiduría extraída de la observación. Se levantó y alzo la mano.

-No creo que sea oportuno hacer tal cosa. –dijo en tono fuerte y digno.

Todos se burlaron de ella y Adán la mando a callar pero ella se negó y siguió hablando.

-De no tener reservas de comida no duraríamos ni una semana fuera. No sabemos que hay más allá ni que nos espere, al menos deberíamos entrenar nuestros cuerpos a sobrevivir sin comida abundante ni agua. Estudiar las estrellas para saber a dónde vamos y que tiempo es.

-¡JA JA JA! –se burlaron. –Adán, ¿es qué no tienes poder ni autoridad sobre esa mujer? Cállala para que deje de decir estupideces.

Samael miro como ese hombre se llevó a Lilith lejos de allí y la metió a su tienda para silenciarla golpeándola. La mujer se defendió y le rompió la nariz de un puñetazo. Era con esa vez la milésima que bajaba a la tierra para verla de cerca y cada vez se maravillaba de su actitud fuerte.

HERO (CITRUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora