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Ester

Lo pensé, pero no quise hacerme daño con esa idea, no quería crear escenarios en mi cabeza solo para herirme y que luego resultara que no eran ciertos. Pero sí lo eran.

No estaba preparada aún, ha pasado muy poco tiempo y mi herida sigue abierta, pero el destino tenía otros planes.

Cuando te vi, por un momento un fuerte dolor en el pecho me dejó sin aire, congelada en mi lugar sintiendo cómo mis ojos se aguaban. Entré en pánico, no quería que me vieras y no podía retroceder, así que antes de que dejaras de besarla apresuré el paso a la escalera y la subí sin mirar atrás.

Parecía que mientras caminaba hacia los sanitarios iba dejando pedacitos de mi corazón por el camino, los oía caer al suelo y fragmentarse aún más, y el sonido me hacía más daño aún, porque no era capaz de mantenerme entera.

Me encerré en un cubículo y me cubrí la boca mientras el dolor se colaba por mis ojos y me bañaba el rostro. Al abrazarme a mí misma para darme consuelo, pensaba en todo aquello que yo había considerado especial y que había acabado en nada. En un sentimiento en una sola dirección.

¿Qué había hecho mal?

De gris y coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora