De gris y colores

XXXI

Irene

Es complicado darse cuenta de que no importa cuánto amemos a alguien, eso no significa que nos amarán de vuelta. No importa cuánto le demostremos a alguien cuánto nos importa, ni que estaremos ahí cada vez que nos necesiten, tampoco ponerles nuestro corazón en bandeja de plata, porque simplemente no podemos obligar a alguien a que tenga sentimientos por nosotros.

A veces todo lo que tenemos de vuelta son nuevas inseguridades y desconfianza. A veces decidimos cerrarnos al mundo por temor a que nos vuelvan a dañar porque parece que ya no hay nadie sincero. Sin embargo, a pesar de que solo estoy acostumbrada a desilusionarme, no puedo encerrarme en una burbuja y alejar a todos, porque eso sería permitirles ganar a quienes me hicieron daño. Sé que será difícil avanzar, pero no seré la chica derrotada por un hombre que no la supo valorar, porque no son ellos los que definen mi valor, soy yo.

No fue fácil dejar a Gabriel, y todavía estoy en proceso de sanar, pero cada día puedo ver que fue la mejor decisión, que no merezco quedarme donde soy la segunda opción. Nadie merece eso.

Me fui con la sensación de tranquilidad de que yo lo di todo, y que él perdió a alguien que lo amaba, yo solo perdí a alguien que no me merecía.

Ester y yo nos hemos vuelto amigas. Encontramos apoyo en la otra y conocemos nuestro dolor mejor que nadie. Me alegra que de esta triste situación al menos haya salido algo bueno, y más me alegra vernos brillar cada día más.

El amor es riesgoso, complicado, hermoso. Tenemos suerte si somos correspondidos, si nos enamoramos de alguien sincero, si nos sentimos con la confianza de hundirnos en esta experiencia. No siempre sale bien, eso es seguro, pero siempre habrá alguien para nosotros, incluso después de todos los golpes de la vida, de las desilusiones y el miedo. Algún día ese alguien llegará, y en ese momento todo habrá valido la pena. En ese momento nuestro mundo conocerá nuevos colores.